El Traslado de La Piovra

En las instalaciones de la OMSG, hay mucho movimiento; hoy trasladan a La Piovra. La tensión en el lugar está a millón; los soldados y demás elementos están atentos, saben que no será una fácil misión, se trata del mafioso más escurridizo de todos y esto los pone alertas, más aún porque, por alguna razón que desconocen, Megan no está con ellos desde hace dos meses.

"Todos a sus puestos, cero errores, hay que llevar a esta basura a su nuevo hogar", espeta Elliott; su semblante serio le da ese aire imponente que hace temblar a cualquiera.

"Sí, señor". Una sola voz se escucha; todos están preparados con sus armas y chalecos.

"Johnson y Carter van adelante, el equipo va al frente", comienza a indicar Elliott y cada quien sale a los autos. Llevan al prisionero hasta una de las camionetas y los demás también se suben y arrancan.

La noche está oscura; la carretera apenas está iluminada por las luces de los automóviles blindados de la OMSG. Un convoy compuesto por varias camionetas avanza a gran velocidad, escoltando un solo furgón blindado en el medio de los demás vehículos.

Dentro de este vehículo se encuentra La Piovra, el peligroso mafioso italiano y padre de Alphonso. Su cabeza va cubierta por una capucha negra de tela, sus brazos esposados a su espalda con grilletes de titanio especiales por su mano faltante, sus pies también están encadenados entre sí; le permiten caminar lo necesario para no caerse.

Al frente del convoy, en la primera camioneta, se encuentra el coronel Elliott McGarrett; sostiene su arma mientras un soldado toma el volante con agilidad y los guía el hermano de Elliott, el coronel Xander McGarrett; también lo acompaña.

Elliott mira a través del cristal con su rostro serio.

“No me gusta esto”, murmura Xander. “Tanta tranquilidad es demasiado fácil”, Elliott lo observa, tiene razón, pero él, como siempre, se mantiene sereno.

Desde la segunda camioneta, el teniente coronel John Carter ajusta su auricular y habla por el intercomunicador.

“Comandante Johnson, ¿tiene algo en el radar?”

La voz del comandante Mark Johnson resuena a través de la frecuencia.

“No hay nada aún, pero no bajen la guardia. El hijo de este desgraciado no dejará que nos llevemos a su padre sin pelear”, dice, observando cada movimiento en el camino.

En la tercera camioneta va el capitán Daniels; Donovan verifica sus armas y explosivos. La tensión está en el aire.

“Si alguno aparece, lo haremos pedazos”, dice con determinación por la frecuencia.

Detrás del volante de otra camioneta va otro soldado manejando, pues allí se encuentra la teniente Tamara y la piovra; ella mira por el espejo retrovisor. Su expresión es imposible, pero por dentro, su cabeza trabaja repasando cada minucioso detalle del plan.

El silencio en la radio se rompe de forma abrupta cuando el radar del comandante Johnson detecta movimiento.

“¡Mierda! ¡Tenemos contacto en la retaguardia! Se acercan varios vehículos en un rango de doscientos metros”. Todos están alertas.

Desde el horizonte, varias luces comienzan a divisarse. Al menos seis camionetas negras avanzan a toda velocidad por la carretera; se acercan al convoy como bestias acechando a su presa.

Elliott observa por el espejo lateral y maldice en voz baja.

“¡Nos persiguen!”, anuncia alguien por la comunicación.

“¡Ya era hora!”, gruñe Xander, cargando su rifle.

Las camionetas enemigas aceleran, cerrando la distancia en cuestión de segundos. El rugido aturdidor de los disparos rompe el silencio de la noche.

¡RÁ-TAT-TAT-TAT!

Las balas impactan contra las camionetas blindadas, las chispas de metal rebotan y suena el crujido del cristal estallando en pedazos.

“¡Devuelvan el fuego!”, ordena el general Adams por radio.

Los soldados de la OMSG sacaron sus rifles por las ventanas y comenzaron a disparar.

¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!

La carretera se convierte en un campo de batalla móvil.

Uno de los vehículos enemigos se acerca peligrosamente al furgón y desde la ventana un hombre, Alphonso, lanza un explosivo.

“¡GRANADA!”, grita Carter.

El artefacto gira en el aire y aterriza sobre el techo de la camioneta.

En una reacción rápida, el capitán Daniels dispara con precisión táctica.

¡BOOM!

La granada estalla antes de tiempo, sacudiendo el vehículo pero sin daños graves.

La teniente Tamara, que está dentro del auto con La Piovra, siente la vibración de la explosión y toma una decisión.

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Tamara desabrocha su cinturón y se inclina hacia La Piovra.

“Escúchame bien”, susurra mirando de vez en cuando al soldado que maneja.

“No tienes mucho tiempo”, vuelve a decir su voz baja, pero lo suficientemente alta para que el prisionero oiga.

La Piovra alza la cabeza bajo la capucha.

"Mi hijo, te mando, sácame de aquí", con voz baja y ronca.

Tamara saca una pequeña llave y desliza su mano hacia los grilletes de la Piovra con sigilo.

“No vayas a moverte”, susurra de nuevo Tamara.

El convoy sigue con rapidez mientras hay una batalla de balas volando en todas direcciones. Uno de los vehículos enemigos se acerca más y Alphonso aparece por la ventana con un rifle de asalto.

"¡Detengan ese maldito auto!", ruge.

Alphonso dispara directamente a las llantas del furgón.

¡BANG! ¡BANG!

Los neumáticos traseros se revientan, haciendo que el vehículo se desestabilice y gire bruscamente.

"¡Sujétense!", grita Tamara.

El vehículo patina y se desliza fuera de la carretera, estrellándose contra un árbol a un lado del camino.

En medio del caos, Tamara abre sus ojos; está algo aturdida. El chofer y el copiloto están muertos o al menos inconscientes. Abre la puerta trasera y saca a La Piovra.

"¡Muévete!", le ordena y lo empuja hacia la oscuridad del bosque.

Los soldados de la OMSG notan el movimiento.

"¡El prisionero está escapando!", grita Johnson.

Elliott y Xander saltan de su camioneta, con armas en mano.

"Que no escape", grita Elliott, molesto.

Pero Alphonso y sus hombres abren fuego para cubrir la fuga de su padre.

¡RÁ-TAT-TAT-TAT!

Tamara y La Piovra se lanzan por el suelo del bosque.

Xander corre y apunta a Tamara, la traidora.

"¡No puedes hacer esto!" Su voz está cargada de indignación.

Ella lo mira con frialdad y responde.

"Ya lo hice".

Elliott dispara, pero Alphonso lo intercepta.

"¡No, esta vez, McGarrett!"

Alphonso se lanza hacia él, su rostro lleno de rabia, y comienza una pelea cuerpo a cuerpo; ambos se golpean con brutalidad, golpes coordinados y especializados van y vienen, ambos se hacen daño.

Xander intenta avanzar para someter a Tamara, pero un mercenario le dispara, obligándolo a cubrirse.

La Piovra sube a la camioneta y Alphonso logra golpear a Elliott. Este gira y le da una patada en la cara que lo hace girar y golpear el suelo. Esto hace que Alphonso se aleje de Elliott y es así como logra correr para luego subirse a otro vehículo.

"¡Vámonos! "Arranquen", ordena, desesperado.

Los vehículos enemigos aceleran, alejándose a toda velocidad; sus neumáticos rugen al marcharse.

Los soldados de la OMSG logran acabar con los últimos mercenarios, pero la misión ha fracasado.

Elliott, con el rostro ensangrentado, ve cómo las luces de los autos desaparecen y se vuelven sombras en la distancia.

Xander se acerca a él, respirando con furia.

"Se nos escaparon…"

El general Adams llega corriendo, su rostro desencajado.

“¿Cómo demonios pasó esto? Tamara, ¿es en serio?”

Elliott aprieta los puños.

"Tamara… nos traicionó". Él nunca lo hubiera esperado de ella.

El silencio cae sobre ellos. Nadie quiere aceptar la verdad.

Mark Johnson se acerca, limpiándose la sangre de un corte en la frente.

"Esto solo significa una cosa…"

John Carter asiente con amargura.

"La guerra con Alphonso acaba de empezar".

Elliott mira hacia donde escaparon, con el fuego de los vehículos en llamas, iluminando su expresión de ira.

"No importa cuánto me tarde, esos dos me las van a pagar; pobres idiotas, aún no me conocen".

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