EL MENSAJE

La casa de la madre de Leo estaba llena de gente, todos sonriendo y riendo. La madre de Leo, una mujer amable y sonriente, abrazó a Leo con lágrimas en los ojos.

"¡Mi hijo! ¡Estás aquí!", dijo, emocionada.

Leo sonrió y abrazó a su madre, sintiendo una gran alegría y alivio.

La fiesta continuó toda la noche, con música, baile y comida. Aria también estaba feliz, riendo y bailando con los demás.

La madre de Leo se acercó a Leo y le dio un abrazo fuerte. "Quiero darte las gracias, Leo", dijo, con la voz temblando. "Gracias por cumplir tu promesa y salvarme con el reloj. Lo siento mucho, Leo. Lamento haberte hecho pasar por esto".

Leo sonrió y abrazó a su madre. "No tienes que disculparte, mamá", dijo. "Estoy feliz de haber podido ayudarte. Y estoy agradecido de que estés a salvo".

La madre de Leo sonrió y besó a Leo en la mejilla. "Te quiero, Leo", dijo.

Leo sonrió y besó a su madre en la mejilla. "Te quiero también, mamá", dijo.

La fiesta continuó hasta altas horas de la noche, con todos riendo y divirtiéndose. Fue una noche que Leo y Aria nunca olvidarían.

Pero mientras la fiesta continuaba, una figura oscura se escondía en las sombras, observando a Leo y Aria con una mirada maligna. La figura se movió sigilosamente, sin ser vista por nadie.

Leo salió de la casa, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad. Apretó el reloj que llevaba en su bolsillo y miró hacia la luna, que brillaba en el cielo nocturno.

"Gracias", dijo en voz baja, dirigiéndose a la luna. "Gracias por permitirme salvar a mi madre y por haberme dado la oportunidad de conocer a Aria".

En ese momento, el reloj comenzó a vibrar en su bolsillo. Leo sintió un mal presentimiento y se dio la vuelta para regresar a la casa. Pero cuando llegó, no había nadie. La casa estaba vacía y silenciosa.

Leo se quedó paralizado, sin saber qué hacer. ¿Dónde estaban todos? ¿Qué había pasado?

Entró en la casa, llamando a gritos a su madre y a Aria. Pero no hubo respuesta. La casa estaba completamente vacía.

De repente, vio un mensaje en la pared, escrito con sangre. Leo se acercó, sintiendo un escalofrío en la espalda.

"Ven al río si los quieres recuperar", decía el mensaje.

Leo no vaciló. Salió de la casa y se dirigió hacia el río del pueblo, sin saber qué lo esperaba allí. Pero estaba decidido a encontrar a su madre y a Aria, y a hacer lo que fuera necesario para salvarlos.

Leo llegó al río, su corazón latiendo con ansiedad. Miró alrededor, pero no vio a nadie. De repente, tres figuras encapuchadas salieron de la oscuridad.

"Danos el reloj", dijo uno de ellos, su voz baja y amenazante. "O les cortamos la cabeza a tu madre y a los demás".

Leo miró hacia la orilla del río y vio a su madre y a los demás amarrados, con espadas apuntando hacia ellos. Su corazón se hundió en su pecho.

También vio a Aria, que estaba amarrada junto a su madre, con una mirada de desesperación en sus ojos. Leo se sintió aliviado de ver que Aria también estaba secuestrada, y no era una traidora.

"Aria", dijo Leo, intentando mantener la calma. "¿Estás bien?"

Aria asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Los hombres encapuchados se rieron.

"No te preocupes por ella", dijo uno de ellos. "Ella estará bien... si nos das el reloj".

Leo se sintió dividido. ¿Qué debía hacer? ¿Debía entregar el reloj para salvar a su madre y a Aria, o debía intentar encontrar otra forma de resolver la situación?

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Comments

Juana Guijarro

Juana Guijarro

seran muchos los riezgos que le pasen a Leo por el reloj se encuentra en una encrusijada proteger el reloj o salvar a tanta gente.

2025-02-27

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