La desición de Jiwoo

El altar parecía latir como un corazón. Cada paso que Jiwoo daba hacia él resonaba en la cueva, y el peso del colgante en su mano era insoportable. A su alrededor, las sombras comenzaban a fusionarse con la figura oscura que emergía desde el fondo, cada vez más grande y amenazante.

Hyunwoo la miraba con desesperación.

—Jiwoo, tienes que hacerlo ahora.

Hyeri, más atrás, observaba con una mezcla de expectativa y preocupación.

—Recuerda: si dudas, puedes perder el control.

Jiwoo asintió y, con manos temblorosas, colocó el colgante sobre el cuenco del altar. La piedra del centro comenzó a brillar, emitiendo una luz pulsante que parecía sincronizarse con los latidos de su corazón.

—Es ahora o nunca —susurró para sí misma, sacando una pequeña navaja de su mochila.

Se cortó la palma de la mano y dejó que unas gotas de sangre cayeran sobre la piedra. En el instante en que la sangre tocó el colgante, la cueva se llenó de un estruendo ensordecedor. La luz del colgante se intensificó, envolviendo a Jiwoo en un resplandor que parecía desgarrar la oscuridad misma.

La figura oscura se detuvo, soltando un grito inhumano que resonó como una mezcla de furia y dolor. Las sombras comenzaron a retroceder, como si fueran absorbidas por el altar.

Pero entonces, Jiwoo sintió algo extraño. No era solo la figura lo que estaba siendo atraído hacia el altar; algo dentro de ella también estaba siendo arrancado. Una ola de recuerdos y emociones represivas la inundaron, miedo, soledad, y un vacío que no podía explicar.

—¿Qué está pasando? —gritó, intentando apartarse, pero el colgante brillaba con tanta intensidad que era imposible soltarlo.

Hyunwoo corrió hacia ella, tirando de su brazo.

—¡Jiwoo, resiste!

Hyeri observaba en silencio, sus ojos fijos en el altar. Algo en su expresión sugería que sabía más de lo que había dicho.

El bosque responde

Mientras tanto, el bosque fuera de la cueva comenzaba a cambiar. Las hojas de los árboles temblaban, incluso sin viento, y el suelo vibraba ligeramente. Los animales se ocultaban, y un silencio antinatural se extendió por todo Asfil.

En una pequeña casa cerca del límite del bosque, un anciano con profundas arrugas en su rostro dejó caer su taza de té. Se levantó lentamente, mirando hacia los árboles.

—Ha comenzado —susurró, sus manos temblorosas.

En el pueblo, las luces de las casas parpadeaban, y algunos residentes reportaban haber visto sombras moviéndose rápidamente por las calles. Aunque nadie lo decía en voz alta, todos sentían lo mismo: el bosque estaba vivo, y estaba enfadado.

Hyeri y su secreto

Dentro de la cueva, Hyeri dio un paso hacia el altar, su rostro lleno de determinación.

—Esto es más grande de lo que creíamos —murmuró, más para sí misma que para los demás.

Hyunwoo la miró con desconfianza.

—¿Qué estás haciendo?

—Ayudándola —respondió Hyeri, aunque su tono era ambiguo.

Sin previo aviso, Hyeri extendió su mano hacia el colgante y lo sostuvo junto con Jiwoo. Una chispa de energía recorrió a ambas, y Jiwoo sintió un alivio momentáneo, como si parte de la carga que estaba soportando se hubiera dividido.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jiwoo, jadeando.

Hyeri la miró con una intensidad inquietante.

—Compartiendo el peso. No eres la única conectada a esto.

El altar respondió al gesto de Hyeri, emitiendo un sonido profundo, como un latido doble. La figura oscura comenzó a desvanecerse por completo, pero no sin dejar una advertencia:

"Esto no termina aquí. El bosque recuerda, y yo también."

Cuando las sombras desaparecieron, la cueva se llenó de un silencio inquietante.

Los efectos colaterales

Cuando salieron de la cueva, el bosque parecía diferente. Los árboles ya no susurraban, pero el aire seguía cargado, como si algo invisible los observara.

Hyunwoo ayudó a Jiwoo, que parecía exhausta, mientras Hyeri caminaba detrás de ellos, su expresión neutral.

—¿Qué fue eso? —preguntó Jiwoo, todavía tratando de procesar lo que había sucedido.

Hyeri no respondió inmediatamente. Finalmente, dijo

—El Guwi no ha desaparecido. Solo está esperando.

Hyunwoo frunció el ceño.

—¿Esperando qué?

Hyeri se detuvo y miró hacia el bosque, sus ojos llenos de una mezcla de tristeza y resolu...

—A que cometamos el siguiente error.

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