Capítulo 10

—Me alegro querida. —soltó sin más

—Ayer me la pase la mayor parte del día intentando dar con ella, quiero creer que ahora lo sé.

—No te sobre esfuerces, el técnico venia mañana.

—¿Venía?

Él la miró

—Si dices que encontraste la clave, entonces te creo. La voy a revisar y si es la correcta no será necesario que alguien venga.

—Ah... Si, claro.

El peli café se levantó de su silla.

—He terminado de comer, ¿Cuál es la clave? Puedo revisar la computadora ahora mismo.

—¿Y me negaras la satisfacción de ver en persona si es la clave? —él le sonrió —Voy contigo —dijo, levantándose de su silla

Ambos se dirigieron a la oficina de la peli negra en silencio con Valentín dirigiendo la marcha.

Cuando llegaron, el primero rodeo la mesa y encendió la laptop.

Alma se quedo en la entrada de la habitación mientras dejaba recargar su hombro en el marco de la puerta.

—¿Clave? —el oji verde clavo sus cuencas en ella

—8 de julio.

Valentín palidece considerablemente pero asintiendo, coloca la clave en la computadora.

—¿Es?

Él sonríe y asiente mirándola.

—¡Si! Es justo esa.

—Bueno, ahora podemos encontrar el documento.

Valentín toma asiento y busca entre los archivos de la laptop.

—No... —balbucea —No hay nada. No hay archivos o documentos. —su mandíbula se tensa ligeramente —Bien... —suspira —Tal vez el técnico pueda revisar el porque.

Alma asintió.

—Adelante, que venga.

El peli café asintió, resignado.

—Bien, sigue desayunando —dice, levantándose y cerrando la laptop —Tengo que salir y...

—Pero, es domingo y no deberías trabajar.

Cuando el oji verde estuvo delante de ella le sonrió y la tomó de sus brazos.

—Será por una hora. Cuando regrese salimos a donde tú quieras, ¿qué tal? ¿A dónde quieres ir?

La oji negra lo pensó un poco.

—A cualquier lugar lejos de las multitudes y de los paparazzis.

—Me parece perfecto, tengo el lugar ideal. Solo debes esperarme.

—¿Pero qué llevo? ¿Hago mis maletas?

—No —sonrió él —Todo lo que necesitas está en el lugar al que vamos. ¿Si? Esperame y regreso en una hora. No más, no menos. ¿Si?

—¿Lo prometes?

Valentín deslizó las manos de sus brazos hasta su cintura, donde las dejo descansar.

—Con mi vida. —murmuró, acercándose a los labios de su mujer —¿Me esperaras?

—Siempre...

Su beso fue lento, cálido y cargado de deseos contenidos, tal vez por ambos, sin embargo, que no dejaban salir más allá de sus pensamientos.

—Bien, regreso en una hora. —murmuró junto a sus labios al separarse

Alma le vio alejarse de ella hacia la salida. Mordiéndose el labio inferior, suspiro al recordar su beso.

—¡Aquí estás!

Pegando un salto del susto, ella miro con asombro a su nana quien aparecía por el pasillo.

—Pero mira que andas con la mente por las nubes, regresa a comer que debes de estar preparada para cuando Valentín venga por ti, me dijo que saldrán pero no voy a dejarte ir a ningún lado si no comes. ¿Entendido jovencita?

—¡Entendido, capitán! —con paso firme, regreso al comedor

...[...]...

Eran las nueve de la mañana cuando Alma y Valentín llegaron a su lugar de destino, habían salido de la cuidad y el señor Lombardi había manejado aproximadamente una hora hasta llegar a la provincia de Rieti.

Entre las pequeñas calles, Alma contempló el pueblo.

—Apartado de todos los ojos mirones, cerca del bosque para respirar aire fresco.

—¿Por qué tomarnos las molestias de venir hasta aquí? —pregunto la oji negra, admirando el sendero que el auto atravesaba en medio del bosque

—Porque tu abuelo conoce tus gustos...

Alma le miró, pero no dijo nada ya que una hermosa cabaña apareció frente a ellos.

El peli café apagó el automóvil y le sonrió.

—Bajemos.

Ella no perdió tiempo y bajo lo más rápido que pudo para contemplar la hermosa casa.

—Es la casa de campo a la que vienes a pasar el rato, ya sea para inspiración o precisamente para alejarte de todos.

—¿Es mía de verdad?

Él asintió.

—Tu abuelo te la dio como regalo de bodas.

—Es hermosa.

—Por dentro lo es más. Vamos... —Valentín lideró la marcha para abrirle la puerta —Adelante esposa mía.

Alma entró a la cabaña y tuvo que contener un silbido de satisfacción. Acogedora, elegante, simplemente hermosa...

—¿Te gusta?

—Mucho —sonríe al ver la hermosa sala y la chimenea arder —¿Estamos solos aquí?

—Si, solo pedí que la preparen antes de venir.

—Parece de cuento. ¿Tengo permitido fisgonear?

Él sonríe.

—Claro, amor. Tienes todo el día para hacerlo.

La peli negra se dedica a admirar el delicado acabado de la cabaña, recorre el pasillo dejando la sala atrás y encontrándose con dos habitaciones, abre una pero no parece estar ocupada a diferencia de la habitación principal donde hay fotos y cosas que le hacen pensar que es la habitación de ambos.

Sale del pasillo hacia el jardín donde se encuentra ante de césped recién cortado y a unos metros el bosque.

Bajando las escaleras, observa los árboles del bosque perder sus hojas con el viento. El otoño estaba por terminar, pronto, el invierno se apoderaria de todo el lugar con vientos verdaderamente fríos.

—El bosque tiene un sendero ya hecho para llegar hasta un mirador, ahí, podrás ver el resto de casas de Rieti. —comento Valentín, mientras la veía observar el bosque con intriga —¿Qué te apetece comer? No hay mucho en el refrigerador pero puedo ir al mercado del pueblo por algo.

Alma aparta la mirada del bosque y le sonríe.

—Eh... No lo se, ¿pasta?

—Pasta será.

—¿Para que son las varas negras del suelo?

—Ah, ellas delimitan el terreno que nos pertenece de otros. Aquí no hay muros o vallas que encierren el terreno. Solo es fijarse... Pero no creo que haya problema si te sales, solo debes buscar el sendero y llegaras al mirador o a la cabaña.

—Entiendo. —asintió —¿Podemos ir al mirador?

—¿No deseas ir luego del almuerzo?

—Aún es temprano, vamos y al volver te acompañaré al mercado. ¿Qué te parece?

—¿No puedo decirte que no, verdad?

—Me conoces mejor que yo ahora mismo. —él le sonrió —¿O acaso le tienes miedo al bosque?

—¿Miedo yo? —su sonrisa se amplió —Ni un poco.

Alma sonrió mientras retrocedía sin dejar de mirarle.

—Entonces no te retrases. —sin más corrió al sendero

El peli café bajo con rapidez las escaleras y en poco tiempo, ya había alcanzado y abrazado a la oji negra por detrás.

—¡Eh! —se carcajeo mientras su esposo le daba vueltas —Me vas a marear...

Valentín la bajo.

—Eres lenta —se mofo —Vamos damisela, la guiare al mirador.

—Oh, gracias real caballero.

—¿Asi qué soy un caballero y no un príncipe? —preguntó, alzando una ceja con una media sonrisa adornado su rostro —Bien, me lo tengo bien merecido por intentar ser amable.

Alma estalló en una carcajada y entrelazando su mano con la de él, le sonrió con mimo.

—Pido disculpas, ¿me perdonarías?

—No me sueltes de la mano y lo voy a pensar.

—Trato.

Caminaron aproximadamente cinco minutos desde que habían salido de casa, ya que la oji negra se detenía para ver todo a su alrededor.

—Quisiera un celular para tomar fotos. —murmuró

Frunciendo el ceño, se alejo de su esposo para dirigirse a un pequeño barranco.

—Estamos subiendo una especie de colina, no se ve tan inclinada por el sendero pero si es alta. —comentó el peli café

Alma retrocedió y encaró a su esposo.

—Es... —un dolor agudo se alojó en sus sienes, estallando de pronto por toda la cabeza segundos antes de tener la vista nublada —Vale... —sin más, se desplomó al suelo

Valentín fue rápido y la tomó antes que cayera por completo y se pudiera golpear la cabeza.

—¿Alma? ¿Qué tienes?

—Estoy bien... —aseso la peli negra —Solo... Me cuesta... Respirar.

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