Pobre Omega.

Pobre Omega.

Capítulo 001.

Por centésima vez en menos de cinco minutos, Pedri pone los ojos en blanco y dejo los papeles que intentaba leer, renunciando a mantener la postura e inclinar la espalda en cualquier dirección hacia el cómodo sillón. Su madre hablaba sin parar de cómo se acercaba su cumpleaños y, junto con ello, la compra de un Omega para atenderlo.
No era como si quisiera uno, ¡Dios no!
Al contrario de lo que todos parecían pensar, no pensé que fuera normal vender y comprar omegas con la intención de convertirlos prácticamente en esclavos.
Los no tenían derecho a elegir sin importar si eran ricos o no. Se nos darían a los alfas de todos modos, la diferencia es que los pobres, irónicamente, valían dinero.
Suspiró profundamente antes de hablar.
Pedri.
Pedri.
Mamá, se dijo que lo pensare más tarde.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
¡Dentro de dos semanas cumplirás veinte años, Pedro! Tienes que leer las hojas que te di, elegir una de ellas y comprarla,¡es sencillo! ¿porque tienes que hacerlo tan difícil?
Pedri.
Pedri.
Ya tengo suficientes papeles de la empresa para leer, de hecho ni siquiera quiero un sirviente Omega, ya tenemos demasiados empleados, no haría ninguna diferencia.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Claro que sí, sería tuyo es lo que serviría a ti.
Se cruzó de brazos, tintineando en las costosas pulseras de sus muñecas.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Además, llevo más de treinta años casado con tu padre y nunca le falta el papeles para leer, usar esta excusa no hará que desaparezcan.
La Omega se dirigió a su bolso que reposaba sobre una de las sillas al otro lado de la mesa del Alfa, sacando las fichas de allí y colocando las frente a su hijo.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Léelo, o lo haré y elijo uno yo mismo, así que estos problemas no te gusta el Omega que compro.
Amenazó, tomando la bolsa con cuidado para no dañarse cerrar las uñas y saliendo de la oficina.
Pedri un gruñó suavemente, tapándose la cara con las manos con exasperación.
Tomó las fichas, unas 10 en total, todas unidas por un clip. Contenían información sobre los omegas que se venderían, desde el color de su cabello hasta la talla de sus zapatos, además de una foto de su rostro.
El corazón del Alfa apareció hundirse al ver esos rostros abatidos y tristes. Ojos desesperanzados, llenos de miedo ante el futuro que les esperaba.
Uno en particular llamó su atención. La foto adjunta mostraba el rostro de un Omega con ojos increíblemente verdes, nariz delicada, labios carnosos y cabello rubio. Era hermoso, pero parecía a punto de llorar, intiminado por la cámara.
Se llamaba Pablo Gavira, tenía diecisiete años y vivía prácticamente al otro lado de la ciudad. Fue fue escrito como tranquilo, gentil, obediente y sumiso. Hizo una mueca ante eso, no creía que la obediencia y la sumisión debieran ser consideradas cualidades y numeradas en alguien.
Su precio era elevado, quizás sus padres necesitaban mucho dinero y pronto, según decían las notas, harían preferencia las ofertas que aparecieran primero.
Separó es expediente de los demás, mi madre siempre decía que él tomaba decisiones fue rápidamente y que iba directo a sus objetivos. No quería esta habilidad en esta situación, pero se sentía tan incapaz de elegir como esos omegas.
.
.
.
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Pedri.
Pedri.
Ya elegi.
Habló Pedri llamando la atención de todos.
Él, sus padres y sus hermanas menores estaban sentados alrededor de la mesa del comedor, cada uno comiendo tranquilamente.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Bueno, ¿cual?
Preguntó su madre mientras tomaba un sorbo de agua.
Pedri.
Pedri.
Pablo Gavira.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Fue uno de los que me pareció mejor, en el formulario dice que cocina, lava, plancha y limpia bien.
P.D.Pedri.
P.D.Pedri.
¿Estás hablando de los omegas?
Pedri.
Pedri.
Si, tengo intención de realizar la compra mañana.
P.D.Pedri.
P.D.Pedri.
Excelente.
El silencio continuó durante un rato, hasta que Cleide, una de sus hermanas, lo rompió.
Cleide.
Cleide.
¿Tú omega es hermoso, Pepi?
Clara.
Clara.
¿Podremos jugar con él?
Las niñas tenían diez años y, además de ellas, Pedri también tenía dos hermanos. Uno tenía 19 años, yo creo que se llamaba Sabrina, una hormiga que se había mudado con su Alfa hacía poco más de dos años, y Víctor, de dieciocho años, también Omega y ha casado con un alza también.
Pedri.
Pedri.
Si, es guapo.
Respondió secándose la boca con una servilleta.
Pedri.
Pedri.
Y creo que estaría bien que jugarás con él.
Finalizó y ellos sonrieron emocionados.
M.D.Pedri.
M.D.Pedri.
Sólo cuando no está ocupado teniéndote, Pedri.
Pedri.
Pedri.
Me voy a ir, mañana me levantaré temprano. Disculpe.
Preguntó y cuando su padre asintió se levantó, subiendo a su habitación.
Mañana sería un día largo.

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