Capítulo 16

Hombre: ¡Señor Morety!

Valentín: Señor Martínez, ¿cómo está?

Martínez: Muy bien, ella es mi hija Jenny.

Valentín: Mucho gusto, Jenny. Dice extendiendo la mano.

Jenny: El gusto es mío.

Martínez: ¿Quién es esta joven? Dice mirando a Mirella.

Valentín: ¡Ah! Ella es Mirella, mi empleada de la hacienda.

Jenny mira a Mirella de arriba abajo, notando que parece perdida en ese lugar.

Martínez: ¿Cuánto tiempo sin vernos, señor Valentín? Solo nos comunicamos por teléfono.

Valentín: Sí, la última vez que nos vimos yo todavía podía caminar.

Jenny: He oído hablar mucho de usted.

Valentín: Espero que no sean cosas malas.

Jenny: Un poco de todo.

Martínez: ¿Hablamos de negocios?

Valentín: Para eso hemos venido.

Jenny: Solo por eso no quería venir, papá. Hablar de negocios en un almuerzo no es nada digestivo.

Martínez: Puedes sentarte en otra mesa con la señorita Mirella, hija mía.

Mirella se siente invisible hasta que el señor Martínez dice su nombre.

Jenny: Me parece perfecto, ¿qué te parece a ti, Mirella?

Mirella: Por mí está bien.

"¿De qué podría hablar con una mujer como esa? Debe ser una niña mimada" piensa Mirella.

Valentín mira a Mirella con seriedad, siente vergüenza de ella, es evidente. Jenny, que es muy perspicaz y además psicóloga, lo nota.

Jenny tiene la piel clara y el pelo liso extremadamente negro con un bonito corte a la altura del cuello.

Finalmente el camarero las acompaña a una mesa frente a la que ellos están.

Jenny: Entonces, ¿trabajas en la hacienda, Mirella? ¿Qué haces exactamente?

Mirella: Trabajo cuidando de Valentín, soy enfermera, así que estoy a cargo de todo lo que le concierne.

Jenny: Entiendo. He notado que estabas incómoda en la mesa, pareces tímida.

Mirella: Sí, este lugar no es para mí.

Jenny: ¿Cómo que no es para ti?

Mirella: Solo hay que mirar a nuestro alrededor y luego mirarme a mí.

Jenny: Entiendo, Mirella. Es cierto que llevas ropa sencilla y tu cabello está un poco descuidado, pero créeme, eres guapa.

Mirella: ¿Yo? Imagina, nadie me había dicho nunca que soy guapa. Dice Mirella con tristeza.

Jenny: Mirella, soy psicóloga y he tratado a mujeres con problemas psicológicos muy graves, pero con una autoestima muy baja. Muchas veces, el tratamiento psicológico era menos relevante en comparación con la autoestima.

Mirella: Siempre me han dicho que soy rara, extraña, así que supongo que lo soy.

Jenny: No lo creo, de verdad, Mirella. Lo que necesitas es cuidarte, usar ropa más bonita, cuidar tu cabello...

Mirella: No sé si solo eso ayudará.

Jenny: Disculpa que te diga estas cosas, no te conozco, pero he sentido que estabas triste al lado del señor Valentín.

Mirella: Es solo que me siento fuera de lugar, como dije, estoy totalmente mal vestida para estar aquí.

Hacen el pedido y al poco tiempo el camarero lo trae. De vez en cuando Valentín mira a Mirella, ella disimula y le presta atención a Jenny, que está siendo muy amable con ella.

Mirella: Eres muy elegante y guapa.

Jenny: Gracias, Mirella. ¿Te gusta vivir en una hacienda?

Mirella: Al principio no, ahora ya estoy acostumbrada, pero mi sueño era otro. Acabo de terminar la carrera de enfermería, mi objetivo no era quedarme en una hacienda, sino ir a una ciudad más grande como esta, por ejemplo.

Jenny: Entiendo, si vienes, puedo apoyarte, conozco a mucha gente aquí.

Mirella: Sería estupendo, tengo pensado irme de la hacienda dentro de cinco meses, puedo dejarte el número de teléfono de allí.

Jenny: Claro, aquí tienes mi tarjeta con mi número de teléfono. Dice entregándosela.

A Mirella le ha gustado mucho la compañía de Jenny, se ha sentido cómoda hablando con ella. Jamás imaginó que una mujer como ella pudiera ser tan humana y simpática.

Finalmente se despide de Jenny y del señor Martínez. Valentín pide un taxi y mientras llega esperan frente al restaurante.

Valentín está distraído cuando escucha una voz detrás de ellos.

Micaela: Valentín.

Valentín gira la silla de ruedas y ve a Micaela, que está irreconocible.

Micaela: ¿Qué haces aquí con esta, esta... rara?

Valentín: No es asunto tuyo, Micaela, no te debo explicaciones de mi vida.

Micaela: Solo faltaba que estuvieras con esta rara, sería extraño, siempre me decías que era horrible. Dice Micaela riéndose.

Valentín: Ya te he dicho que eres una cualquiera, que no te debo explicaciones.

Micaela: Y tú eres un lisiado, un impotente, ¿de verdad creías que iba a seguir casada con un hombre como tú? No me hagas reír.

Mirella: ¡Cállate la boca, arpía! Si te crees tan guapa y deseable, ¡pues que sepas que conmigo él se vuelve loco! Mira que soy rara, creo que el problema lo tenías tú, no él.

Valentín: ¡Mirella!

Mirella: ¿Y no es verdad, Valentín? ¿O estoy mintiendo?

Micaela: ¿En serio estás con esto?

Valentín no dice nada, avergonzado de admitir que está con una mujer como Mirella y que siente una atracción inexplicable por esa mujer "rara".

Mirella: Pues sí, todos los días, él me desea todos los días. Y que sepas que es un hombre que sabe dar placer, en ese aspecto no tengo queja.

Micaela: Esto es el fin del mundo.

Valentín se queda callado, ya que siempre se había burlado de Mirella cuando estaba con Micaela.

Finalmente el taxi se detiene.

Valentín: ¡Vamos, Mirella! Dice impaciente.

El taxista sale del coche para ayudar a Valentín, mientras Micaela y su amiga se ríen.

Mirella: El mundo da vueltas, hoy estás aquí, guapa y con salud, burlándote de alguien, mañana podrías estar en una situación lamentable. Ten cuidado, el mundo da vueltas. Dice Mirella mirando a la mujer a los ojos.

Por fin Valentín y Mirella suben al coche y se dirigen al hotel.

Durante el trayecto Valentín no dice ni una palabra, apenas mira a Mirella, que intenta conectar con él, pero su mirada está perdida todo el tiempo mirando por la ventana.

Al llegar a la habitación, Valentín llama a González para que vaya a buscarlos.

Valentín: Mirella, ¿por qué le has dicho eso a Micaela?

Mirella: No iba a dejar que te humillara de esa manera, y solo he dicho la verdad. Es una pena que no lo hayas confirmado, sé que te ha dado vergüenza admitir lo dispuesto que estás conmigo en la cama.

Valentín: Sí, me da vergüenza, tú no eres ni serás nunca una mujer que pueda presentar como mi novia. Lo nuestro es y será siempre entre cuatro paredes, así que no quiero que hables con nadie de nuestro acuerdo.

Mirella se queda triste y no dice nada. Guarda sus cosas para esperar al señor González.

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Comments

Luz Maria Rodriguez

Luz Maria Rodriguez

Aguántate Mirella ya falta menos para que te separes de él, lo único que te deseo es que te valores y no sigas dejando que te humillar, eres una persona humilde pero eres una profesionista no dejes que Valentín te siga humillando y procura buscar a Jenny para que te ayude a levantar tu autoestima tu puedes es cuestión de que te lo propongas y ya deja a ese imbécil de Valentín tú no tienes porque aguantar esa vida de amargado que lleva así que deja de ser tan sumisa

2025-04-08

0

Zulema Balverdi

Zulema Balverdi

Qué malo, la vive ofendiendo, humillando, la desmerece en cualquier lado, y ahora le dice que nunca la presentaría como novia, o cómo que sale con ella, xq a él le da y tiene vergüenza dé ella

2025-03-07

0

normelys lezama

normelys lezama

estoy perdiendo el tiempo leyendo esta basura esperando el capítulo donde la gafa de Mirella abra los ojos y se quiera un poquito y se vaya de la hacienda
otra cosa he leído muchas novelas en esa plataforma y todas las que se refieren a México como ambiente las mujeres son sumisas sin autoestima y sin dignidad allá tienen serios problemas las mujeres necesitan ayuda todas para ser más capaces y tener más carácter

2025-01-19

9

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