Ainara.

Ainara.

Prólogo.

Ainara:
El rítmico tic tac del reloj del baño de la gasolinera inunda mis oídos y me impide oír mis propios jadeos.
Apoyó mis manos en la pila y me muerdo el labio inferior hasta que la sangre empieza a manchar la cerámica y filtrarse por el desagüe.
Siento el miedo aleteando en mi pecho y un vacío que duele y quema, porque hay un verdadero agujero negro en el centro de mi tripa, y la boca de mi estómago arde cada vez que la bilis me sube a la boca.
TENGO
HAMBRE
Pero no puedo sucumbir.
No puedo.
No pienso hacerlo.
Ana grita en mi cabeza tan fuerte que me cuesta creer que las personas que entran y salen de aquí no la escuchen alto y claro.
Su voz es tan estridente que me ensordece, no para de intentar disuadirme de lo que me planteó hacer...Pero es que si le hago caso, quizás la cago de verdad.
Intento apartarme de lavamanos para salir del cuarto del baño, pero nada más levantó la cabeza y dejó de apoyarme, mi vista se vuelve negra de nuevo y el vacío de mi vientre se acentua, amenazándome con hacerme caer.
Me aferró al borde del espejo y espero a recobrar mi vista y mi oído, porque yo no escucho las manecillas del ah reemplazado un pitido constante que inunda toda la estancia y eso no me gusta nada.
Lo detesto.
Porque todas las veces que he sentido esto, todo ha acabado muy mal.
Y ahora no puedo permitirme ese lujo.
No a veinte km de Zúrich, mientras mi autobús hace una pausa para repostar.
No con Julia vigilándome como un halcón a su presa, a la espera de cualquier flaqueza para avisar a mi hermano Rex.
No con el certamen Nacional de danza la vuelta de la esquina, porque este año no puedo puedo dejar que me vuelvan a suplir, no puedo permitirme el lujo de no ganar el primer puesto en la modalidad de ballet.
La tu vida me ha vuelto a poner en jaque.
Porque si engordo, no podré ganar...
...Y si me desmayo ahora, tampoco.
Ahogo un grito desesperado, apretando mis dientes hasta hacerlos rechinar.
...
Un torrente de lágrimas se contiene detrás de mis ojos mientras compro una chocolatina de 230 calorías.
Acercó la tarjeta del datáfono temblequeando, y salgo paso a paso lento de la tiendecita de esa estación de servicio en medio de la nada ubicada en algún lugar de Francia.
Tengo miedo, porque no sé cómo he podido acabar reaccionando entiendo por qué mi cuerpo me juega esta mala pasada cuando llevo más de diez horas sentada en un bus sin moverme y sin gastar calorías.
Podría haberme comprado una bolsa zanahorias y haberme comido un par, pero para Julia no habría sido bien visto.Y como siempre, tengo que hacer que mis "vigilantes" se sientan tranquilos y crean que están consiguiendo cebarme como una cerda para que me dejen seguir con mi vida.
Trago un trozo del Snickers después de masticarlo durante varios minutos mientras hablo con Julia, para que me vea envenenarme.
El autobús arranca de nuevo después de la parada, y con Julia sentada a mi lado, no sé si me siento capaz de terminarme las 230 calorías de veneno.
Recuerdo de nuevo mis motivos.
Pido, luego a Ana que se calle.
Julia me mira sonriendo tras decir algo; no le he prestado sonrío de vuelta.
Creo que no sospecha nada de lo que está sucediendo en mi cabeza.
Cierro los ojos y acercó la dulce barrita de veneno a mi boca.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play