Rendidos al Amor

Rendidos al Amor

Capítulo 1

Rodrigo estaba apoyado en una de las paredes del salón de fiestas, observando a lo lejos la felicidad estampada en el rostro de Eduardo y Mel mientras bailaban juntos. El brillo en los ojos de su hermano, la alegría sincera de Mel, todo parecía un recordatorio doloroso de lo infeliz que era él. Desde que descubrió que Julia, su ex esposa, había sido novia de su hermano y que nunca lo había amado realmente y que aún sentía algo por Eduardo, una nube de tristeza y amargura se cernía sobre él. Era difícil ocultar su incomodidad, y la idea de irse antes de que terminara la fiesta le parecía cada vez más atractiva.

Rodrigo, 33 años.

Rodrigo suspiró, observando a los invitados reír y celebrar, sintiéndose como un extraño en medio de tanta felicidad. Estaba a punto de despedirse de sus padres y marcharse discretamente cuando su teléfono empezó a sonar, era un número fijo desconocido. Normalmente, lo habría ignorado, pero algo le impulsó a contestar.

_ ¿Hola? Respondió Rodrigo sin mucho interés.

_ Buenas noches, ¿hablo con Rodrigo Bittencourt? Al otro lado de la línea, una voz femenina y desconocida le preguntaba por él.

_ Sí, soy yo. Rodrigo sintió algo extraño, un escalofrío le recorrió el cuerpo.

_ Le llamo del hospital. Su esposa, Julia Soares Bittencourt, ha ingresado en la maternidad con trabajo de parto, necesitamos que venga inmediatamente.

¿Qué? ¿Cómo? Rodrigo parpadeó varias veces, intentando asimilar la información, pues aún no era el momento del nacimiento de su hija, faltaban algunas semanas. Mi hija... Sintió que el corazón se le aceleraba, su hija estaba naciendo. La hija que él y Julia esperaban, la hija que sería fruto de un amor que ahora sabía que nunca había sido recíproco. La emoción de saber que por fin vería a su hija por primera vez se mezcló con el torbellino de sentimientos encontrados que ya le atormentaban.

Miró a su alrededor, a los invitados felices, a su hermano que estaba comenzando una nueva vida con Mel, y de repente, nada más pareció importar. Rodrigo sintió una oleada de amor por aquella criatura que estaba a punto de llegar al mundo.

Voy para allá... Dijo sintiendo algo diferente, estaba feliz Mamá, papá, tengo que irme... Rodrigo se acercó a Ángela y João un poco nervioso.

_ ¿Qué ha pasado? Preguntó la madre al ver el semblante de su hijo.

_ Mi hija... He recibido una llamada de la maternidad, parece que Malú va a nacer antes de tiempo, necesito estar con ella. Julia aún estaba de 35 semanas, no sé muy bien qué ha pasado. Explicó.

Entiendo. Mantennos informados. Pidió João. Y llama si necesitas algo.

_ Llamaré en cuanto sepa cómo está. Por favor, no le digan nada a Edu y Mel, dejen que disfruten de la fiesta.

_ De acuerdo, no diremos nada. Dijo Ángela dando un beso a su hijo antes de que éste se fuera.

Mientras se dirigía al hospital, las dudas y el dolor quedaron momentáneamente de lado, sustituidas por una nueva y urgente realidad: su hija estaba llegando, y él necesitaba estar allí para ella.

Rodrigo llegó a la maternidad con el corazón acelerado. Enseguida le informaron que su hija ya había nacido y que estaba bien. Al entrar, fue guiado por una enfermera hasta la entrada de la sala de neonatos donde le realizaron todos los procedimientos de higiene antes de ver a su hija por primera vez. Malú estaba allí, hermosa, pequeña y frágil, con el pelo oscuro como el suyo y el mismo tono de piel. Era como si una parte de él hubiera cobrado vida en forma de una nueva persona.

_ Es tan hermosa...

Mientras observaba a su hija con ternura, Rodrigo se vio preso de sus emociones. Sin embargo, la realidad lo devolvió a la tierra cuando la enfermera le informó que Julia se negaba a ver a la niña. Rodrigo sabía que su ex mujer no quería quedarse con la niña, pero no imaginaba que se negaría a verla. Rodrigo se dirigió a su habitación, donde la encontró tumbada, con el rostro girado hacia la ventana, sin siquiera mirarle cuando entró.

_ Julia, nuestra hija... Es preciosa. Tienes que verla, amamantarla... Rodrigo hablaba con calma, intentando contener el nerviosismo y recibir una respuesta positiva de Julia.

Julia giró la cabeza lentamente, y su mirada estaba vacía y amargada.

_ Tu hija, Rodrigo, tuya. No quiero verla. Dijo Julia con frialdad.

Rodrigo sintió un nudo en el pecho al escuchar aquellas palabras.

_ Julia, es nuestra hija. ¿Cómo puedes...?

No me vengas con ese discurso, Rodrigo. Le interrumpió. Por culpa de esta niña, he perdido a Eduardo para siempre. Ahora, lo que queda es finalizar nuestro divorcio, coger lo que me pertenece por derecho y seguir adelante. No voy a aferrarme a nada que me recuerde lo que he perdido.

Rodrigo se quedó en silencio, sin saber qué decir. Quería argumentar, pero sabía que en ese momento cualquier palabra sería inútil. No podía entender cómo alguien podía rechazar a un ser tan inocente como su hija, pero allí estaba Julia, consumida por el dolor y el odio, incapaz de ver las consecuencias de las decisiones que había tomado en el pasado.

Sólo quiero que esto termine, Rodrigo. Continuó ella, aún mirando al vacío. No quiero nada más de aquí. Sólo termina todo lo antes posible.

Rodrigo, sintiéndose impotente, salió de la habitación sin decir nada más. Tenía el corazón roto, pero sabía que, a partir de ese momento, tendría que ser fuerte por Malú, que crecería sin el amor de su madre.

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