El aire fresco de la mañana y el canto de los pájaros daban la bienvenida a un nuevo día mientras Valeria y Marcos se preparaban para una escapada al campo. Habían decidido tomarse un descanso de la rutina urbana y pasar un día en una hermosa finca que habían alquilado para relajarse y reconectar con la naturaleza.
El campo se extendía ante ellos, con vastas praderas verdes, colinas suaves y un cielo despejado que prometía un día perfecto. Al llegar a la finca, Valeria y Marcos se sintieron inmediatamente atraídos por la serenidad del lugar, alejados del bullicio de la ciudad.
—Este lugar es increíble —dijo Valeria, con una sonrisa de asombro mientras miraba el paisaje—. Me alegra que hayamos decidido venir aquí.
Marcos asintió, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el entorno.
—Sí, es justo lo que necesitábamos. Un día en el campo nos dará la oportunidad de relajarnos y disfrutar de la compañía mutua sin distracciones.
Decidieron comenzar el día explorando la finca y sus alrededores. Pasearon por los campos, recorriendo senderos rodeados de flores silvestres y árboles frondosos. La calma del campo era un contraste refrescante con la vida acelerada que habían dejado atrás.
—Mira eso —dijo Marcos, señalando un pequeño estanque al borde del campo—. Parece el lugar perfecto para un picnic.
Valeria se iluminó con la idea.
—¡Perfecto! Vamos a preparar algo para comer y disfrutar del entorno.
Con una cesta de picnic llena de bocadillos y bebidas, se dirigieron al estanque. Se extendieron sobre una manta y disfrutaron de una comida sencilla pero deliciosa, rodeados de la belleza natural. Mientras comían, conversaron sobre sus planes futuros, sus sueños y las pequeñas cosas que les hacían felices.
Después de comer, decidieron explorar un poco más. Se encontraron con un huerto de frutas y verduras y pasaron un rato recogiendo fresas maduras y zanahorias crujientes. El simple acto de cosechar sus propios alimentos les dio una sensación de logro y satisfacción.
—Nunca había hecho algo así antes —dijo Valeria, riendo mientras recogía una fresca zanahoria—. Es una experiencia tan gratificante.
Marcos la miró con una sonrisa, disfrutando de la alegría en su rostro.
—Es verdad. A veces, las cosas más simples pueden ser las más agradables.
Más tarde, decidieron descansar en una hamaca colgada entre dos árboles. Se acurrucaron juntos, disfrutando del suave balanceo mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte. La conversación se volvió más tranquila, llena de reflexiones sobre el presente y el futuro.
—Hoy ha sido realmente especial —dijo Valeria, mirando a Marcos con cariño—. A veces, necesitamos un respiro para recordar lo importante que es disfrutar de los pequeños momentos juntos.
Marcos asintió, tomando la mano de Valeria en la suya.
—Sí, ha sido un día perfecto. Me siento renovado y más conectado contigo que nunca.
Cuando el sol se puso completamente, Valeria y Marcos regresaron a la casa de campo, sintiéndose relajados y felices. La experiencia en el campo les había dado una nueva perspectiva y había fortalecido aún más su relación.
Esa noche, mientras se acomodaban en la cama de la acogedora casa, Valeria y Marcos se abrazaron, agradecidos por el tiempo que habían pasado juntos y por las memorias que habían creado. El día en el campo había sido un recordatorio de la belleza de la vida simple y de la importancia de compartir esos momentos especiales con la persona que amas.
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