Capítulo 1.

... Soy Luna Prioste Adler, desde que tengo ocho años mi abuela me vendió a una familia para que me puedan cuidar, porque ella ya no podia seguir manteniendo a mi y sus otros nietos, además ya estaba muy anciana, la familia que me recibió fue un matrimonio joven y con fortuna; sin embargo, el dinero no les podía dar un hijo propio.

Ellos jamás fueron malos conmigo, me criaron como su propia hija, me educaron y formaron para la vida.

Mi padre Adoptivo, Mark Prioste y mi madre Lucía Sofía Adler de Prioste, después de trabajar muy duro, decidieron tomarse un merecido descanso de su trabajo, recuerdo que fuimos de vacaciones a un prado que les pertenecía.

Aquel campo era precioso, los campos de cerezos estaban al brote, se veía genial la vista y el aroma que sus flores extendían era delicioso.

Estuvimos dos semanas, íbamos a nadar en el lago que se encontraba cerca y hacíamos deliciosas parrillas.

Todo era felicidad para nuestra familia de tres. Recuerdo que una noche ellos fueron a una reunión de amigos y yo me quede con un familiar suyo, una hermana de mi madre; mi dulce tía Graciela.

Yo bajé al primer piso descalza y fui a la cocina a comer algo, cuando de pronto el auto de mis padres llegó, ellos estaban subiendo las escaleras y cuando iba a saludarlos un hombre con un arma se hizo presente.

Dio un certero disparo hacia mi padre y él en cuestión de segundos cayó de las escaleras, mi madre trató de huir, pero el individuo la jalo de los cabellos y la golpeó hasta dejarla inconsciente, yo observé en silencio la escena, Me quedé estática y en silencio detrás de las cortinas del salón. Recuerdo tener casi los diez años.

Aquel hombre protagonista de los disparos era un primo de mi padre, Tártaro Yin. No tenía conocimiento que la disputa eran aquellos campos de cerezos, que mi abuelo le había dado en herencia a mi padre.

Aquella noche fue terrible para mí, tenía pesadillas continuas. Mi madre estaba hospitalizada por meses en una clínica privada y con seguridad, con mi tía Graciela no entendíamos por qué únicamente mato a mi padre y no a mi madre también. De aquel hombre malvado solo supimos que huyo a un país lejano y hasta el día de hoy teniendo yo casi 17 años jamás volvimos a saber de él.

Si tanto quería los campos de cerezos por lo cual mato a mi padre, no entiendo por qué no reclamo o algo, pero solo desapareció.

Ahora vivimos en una ciudad hermosa y mi madre Lucía Adler sigue manteniendo esa sonrisa alegre que siempre la caracterizó, aunque sé muy bien que a veces la tristeza le quita su alegría con el firme recuerdo de mi padre, jamás se volvió a casar.

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Actualidad...

Son las diez de la mañana y mi clase de pintura está por comenzar, me despido de Luis, chófer de la familia y salgo corriendo a mi clase. Ruego por no llegar tarde, ya que últimamente se ve ha ido haciendo costumbre.

Estoy por atravesar el pasillo de la universidad de artes y escucho la voz de Luis.

• Señorita Luna, señorita Luna...

- Me giro inmediatamente y veo que me trae las carpetas con mis bocetos.

• Gracias Luis. - Recibo las carpetas y respiro antes de entrar al salón, acomodó mi cabello y mi blusa.

• ¡Luna por Dios!, creí que otra vez ibas a llegar tarde.

- Aquí está la histérica de Mónica Valle, esperándome como todos los días.

• No, esta vez si llegue antes que la maestra.

• Sí, solo está vez.

- Estoy terminando de hablar y la maestra entra.

° Clase buen día, todos en silencio e niciamos, saquen su libro de arte contemporáneo, página 129 y alguien que me diga que se puede apreciar en la imagen número tres.

Que es lo que nos hace vivir la sensibilidad de aquel paisaje, que nos trae en nuestros pensamientos...

Alguien que voluntariamente me diga.

• Maestra yo pueda dar mi opinión de vista de apreciación del paisaje.

- Adelante alumna Prioste.

• Cabe destacar que es una obra anónima en la cual nos muestra un paisaje el cual nos proporciona paz, la naturaleza con sus colores vivos nos trasmiten alegría y la calma de aquel lago de colores pasteles pintados a mano.

- Buen punto, alguien más quiere decirnos su apreciación.

° Maestra yo puedo...

- Adelante alumna Guillan.

• hay Shhhh... La pesada princesa de alta alcurnia y nariz respingada.

• Mónica ya, cállate si no quieres que nos corran a las dos de la clase.

- Las dos afuera y sin comentarios, sigan su conversación fuera de mi clase.

• Maestra yo... - Escucho que la maestra nos echa y bueno salimos en medio del incómodo silencio.

Nos dirigimos hacia la cafetería y bueno a pasar la hora, ya que nos tocó salir por culpa nuestra. No nos cae para nada Valentina Guillan, desde siempre trata de hacernos quedar mal ante los maestros y bueno hoy somos nosotros con nuestros comentarios quedamos fuera.

• Por cierto lo olvidaba, dime que si asistirá a la fiesta de Mario Vélez.

• Sí, te dije que iríamos. Aunque no quiera (Voz baja)

• No te veo muy animada querida amiga. ¿Sucede algo?

... Tengo que darle una explicación concisa, si no seguirá con las preguntas infinitas.

• Bueno es que yo no me he sentido bien en estos días, seguro y me está por llegar el periodo.

• Té entiendo son los mejores días.

Pero vamos aunque sea un par de horas y luego ya nos regresamos, es que muero por ver a Carlos Bietti.

•... Y me usas a mí como compañía, pero luego que te encuentres con Bietti me dejas al olvido y con personas que no quiero estar.

• Dime si alguna vez te he dejado sola por ir con alguien más... O no es él... Yo... mis labios pronuncian y él se presenta ante mí y con esa barba y esos ojos y esas manos grandes y ese...

• Basta ya... Que más vas a decir...

Y ese cuerpo y ese trasero y...

• No... Nada de eso, yo diría y ese bulto que se expone a través de esos pantalones tan sexy y pegados a su cuerpo.

• Ya veo, iré por agua, quiero refrescar mi rostro y también ya me hago pipí.

... La dejo en la mesa de la cafetería y ella ni se inmuta a mirarme, pero claro si sus ojos tienen como cuadro principal a Bietti.

Me coloco mis auriculares en lo que camino al baño por si alguna llamada entra, voy pensando que en unos días más es el cumpleaños de mi padre... Todo este tiempo y aun yo no supero su partida, aveces pienso que él me cuida desde el cielo.

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