Isela...
Haber nacido en una familia tan disfuncional dejó grandes cicatrices en mi corazón y en mi vida, el hecho de no haber recibido el mismo amor y atención que mis hermanos obtuvieron me dejaron a merced de aferrarme a personas manipuladoras que con el poco cariño que me mostrasen ya me hacían feliz.
Recuerdo cuando nació mi primer hijo Jefferson un hermoso niño de piel blanca como la mía, el cual no fue del todo aceptado por la familia de mi esposo quien es moreno, para ellos mi hijo no podía ser hijo de él, puesto que no se parecían, pero mi esposo me defendió y aun con todas las indirectas aceptaron el hecho que mi esposo no me dejaría por cosas tan triviales como el color de piel de nuestro hijo.
Tuve que luchar mucho con su familia debido al machismo que vivían y compartir el mismo hogar, todo debía ser como le gustaba a mi suegro, nada era suficiente desde levantarse a muy tempranas horas a lavar la ropa, hacer desayuno y atenderlos todo el tiempo hasta lo más mínimo así lo quería.
Pese a mis deseos el no deseaba dejar a su familia y eso me hacía infeliz, yo quería mi casa y poder mandar el ella, pero no podía hacer nada la frustración me atormentaba, no fue hasta que mi cuñado me ofreció un espacio en su casa que pude hacer mi propio camino, salimos de ahí y en adelante todo mejoró. Mi esposo compró todo lo que necesitaba y pronto pudimos alquilar una casita para vivir, sentia que todo mejoraría.
A pesar de haber sido difícil el primer año de vida de mi hijo quede nuevamente embarazada de una niña, llore porque no estaba feliz de tener otro hijo aun cuando mi bebé necesitaba mucho de mí, mi salud cada día se debilitaba y con ello el tiempo que pasaba con mi bebé.
Así mi hija Kayla nació antes de tiempo, con bajo peso y algunas dificultades respiratorias que pudo superar, desde el momento en el que nació no la sentí como mi hija, ella era totalmente diferente a mi hijo, su color de piel oscura dejó un sin sabor y mi primera reacción fue de rechazo y alegue que no era mi niña, cosa que no era posible puesto que los demás partos fueron varones y la única nena era ella.
No me quedó más que aceptar el hecho que me pertenecía, con el pasar de los días, mi salud iba mejorando, pero aun así el médico recomendó no darle el pecho a mi hija. Esto creo una gran brecha entre ella y yo, la amaba porque era mi bebé, pero no pude formar el vínculo madre e hijo como lo fue con mi anterior bebé.
Mi esposo el sí pudo formar un gran vínculo con la pequeña bebe, era su nena y a la cual le dedicaba largas horas a su cuidado desde alimentarla, bañarla y dormirla.
Me sentía muy afortunada de tenerlo a mi lado como gran apoyo, además me dejaba más tiempo para compartir con mi primer hijo.
Mis niños crecían y eran muy buenos niños, siempre obedientes, estudiosos y amorosos conmigo y mi esposo quien demostraba amarlos mucho.
Mi esposo por cuestiones de trabajo solía viajar mucho y eso me permitía respirar de él y de mis deberes maritales, de los cuales más los sentía como una obligación y ya que siempre he tenido una salud frágil no siempre puedo cumplir.
Mi hijo crecía hermosamente Mientras mi hija ahora tenía la piel un poco más clara y eso me hacía sentir feliz de que no hubiese tanta diferencia entre ellos, la familia de mi esposo era la más feliz, puesto que decían que ella sí era hija de mi esposo.
Aun así, me dedique a cuidarla celosamente de todos los hombres que se le pudiesen acercar, tenía miedo que ella viviera lo que yo pase en mi infancia, mi hijo tenía más libertad y por ende él podía hacer muchas cosas que mi hija no. Mientras le permitía a Jefferson salir con sus amiguitos a jugar mi hija debía quedarse en casa y ayudarme en los deberes, además debía aprender a ser una señorita de casa y no podía salir a jugar con los demás niños a la calle.
Así pasaron los años, pudimos comprar un terreno y hacer nuestra primera casita, no era muy, grande pero nos pertenecía y era feliz con mis logros, aunque ni salud estaba cada día más deteriorada mi esposo siempre estaba ahí.
Mis hijos ayudaban en casa y estudiaban eran buenos niños, cuando mi salud mejoró empece a estudiar costura, tenía amigas y en llevaba muy bien con ellas, allí conocí a Sully, ella era madre de 3 un niño y dos niñas, mis hijos formaron una gran amistad con aquel niño, era bastante travieso pero muy sobreprotector con sus hermanas y siempre era regañado por eso..
Me dediqué un par de años a la costura me gustaba pero cuando mi salud volvió a empeorar lo dejé y no volví a coser a pesar de tener mis máquinas.
Ahora había pasado 10 años y mi hijo era un niño que tenía lo pedía, y mi hija ella debía ganarse las cosas porque así su padre lo veía conveniente y yo no tenía problemas con eso.
Los años pasaban rápidamente y pronto mis hijos terminaron la primaria y entraron al colegio, ellos apenas se llevaron un año, puesto que mi hija desde muy pequeña demostró amar el estudio, mientras que mi hijo con los años demostraba desinterés en este.
El prefería pasar sus horas arreglando su bicicleta y saliendo de paseo con sus amigos a la playa, al bosque o a cualquier lugar en vez de estudiar, tenía 14 años, creía que era normal por su edad así que no le vi problemas.
Pero todo llegó al punto que terminó perdiendo el año y estudiando en el mismo curso que mi hija, pese a todo mi hijo cada año demostraba no querer estudiar y gracias a que mi hija estaba a su lado él lograba pasar el año. Aun así a mis ojos mi hijo era el mejor.
Amaba a mis hijos, pero claramente mi hija se estaba distanciando de mí, cada día era más rebelde en especial con su padre, no lo obedecía, y siempre que le preguntaba que pasaba no decía nada, pero era más que obvio que no quería decirme, llegué a pensar que era por su edad, pero ella era muy obediente, demasiado callada y poco comunicativa.
Tan diferente a mi hijo que era más abierto, tenía muchos amigos.
En cambio yo por mucho que me gustará mi profesión no había podido ejercerla como quería y al hacer mis propios trabajos me veía limitada en cuestión de tiempo y dinero, aunque no podía quejarme mi vida como ama de casa era tranquila puesto que Raúl ahora tenía una pequeña empresa de importación y por ende el negocio iba muy bien y tenía todas las comodidades necesarias.
Él ya no viajaba tanto y permanecía más tiempo en casa, mi salud ahora estaba en mejores condiciones, y mi matrimonio iba bastante bien.
Raúl y yo no solíamos discutir, siempre arreglamos las cosas hablando, nunca me levanto la mano y para mí era maravilloso.
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Comments
Engrys Yumaly Corrado
gracias aurora tu novela se. nota muy bien está comenzando espero. nos dejé de. ves en cuando dos capítulos Dios te bendiga
2024-06-09
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