Despedida

Fue muy triste la noticia de la partida del abuelo, no tuvo el mismo impacto que el de la bisabuela, pero igual de sentido, fueron pocos amigos, de las empresas asistieron todos los trabajadores.

Guillermo nuestro padre se me acerco para decirme que no me preocupara que él tomaba posesión de todo al día siguiente, lo deje que hablara, luego le dije que había tres días libres por duelo y que con respecto a que él dirigiera la empresa, lo deciden los dueños y accionistas, él muy rápidamente me recordó que él firmó el documento de traspaso de bienes y fue que yo le dije que eso era el divorcio de él y mi madre.

Su cara fue sería, la risa y su euforia se le borró de la cara, la abuela se dio cuenta de que su esposo tuvo razón en no dejarle nada.

En la tarde llegaron unos hombres buscándolo para concretar la venta de las acciones de la empresa, Yoly los escucho e inmediatamente me lo comunico, yo me acerqué a ellos y les pregunté lo que querían, ellos me contaron que mi padre en el club de golf, dijo que el se dedicaría a viajar y darse una mejor vida que el tenía a la venta las acciones de la empresa, ya que a él no le pasaría lo de su padre, yo les respondí, que el señor Guillermo Fayat no podía vender, ya que el no era dueño de nada.

No conforme con mi conversación, fue a casa del notario a preguntar por la lectura del testamento y este le informo que no había testamento, ya que Alberto Fayat había en vida traspasado todos sus bienes, que a la hora de morir el no tenía nada. Trato de pedirle a la abuela que impugnará el testamento y está le dijo que ella no podía impugnar lo que no había y que ella estuvo de acuerdo con todo lo que su esposo hizo en vida, que si en ese momento tuvo dudas ya no las tenía. Molesto por todo se fue de la casa, duro cinco días fuera, pero al no tener dinero ni donde vivir regreso a la casa.

Al día siguiente me preguntó si podía trabajar en la empresa, yo le pregunté si quería dirigir la empresa de Italia, sin pensarlo dijo que si, yo le advertí que allá el personal era de confianza, que el ayudaría en todo y que podía quedarse en nuestra casa, pero que tuviera cuidado con meter mujeres, ya que la casa era de mamá, sin saber se fue a Milán a comenzar a trabajar, todos los días nos llamaban para contarnos las loqueras del señor, lo pusieron de caletero, de aseador, despachador y por último de vigilante el se me quejo y yo le dije que si no conocía el trabajo de cada uno de sus trabajadores no podía dirigir una empresa.

De la partida de nuestro padre a Milán ya hace un año, allá tuvo problemas con unas mujeres, lo casaron con una que tenía tres hijos que era viuda, no duró mucho con ella el matrimonio se anuló, ya que apareció el esposo y como lo quería matar el hombre regreso. Yo ya sabía de todas las ruvieras que el señor hacía, cuando fue a contarme a su manera yo le hable de cada cosa que hizo y fue que se dio cuenta de que nunca lo dejamos solo.

Regreso a trabajar a la empresa y lo nombramos como director de personal, lo vimos trabajar en cada departamento y conocer el trabajo de cada uno, pensamos que sería un estorbo, pero realmente realizaba muy bien su función, aprendió mucho en Italia, eso nos dio gusto, pero siempre estábamos pendientes de sus acciones.

La abuela estaba contenta de que se estaba transformando en un nuevo hombre, pero nosotros teníamos nuestras reservas. Y el tiempo nos daría la razón.

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