Capitulo XVII La promesa

Una vez Alexa se recuperó, Maximiliano cumplió su promesa y llevo a Alexa al cementerio, la muchacha ya no era ni la sombra de la mujer alegre que conoció el día del restaurante, ahora era una mujer sin vida, en su rostro solo se reflejaba el dolor por la muerte del hombre que amaba.

Al llegar al lugar donde reposaban los restos de Ethan, Alexa se arrodilló frente a su tumba y las lágrimas empezaron a salir como cascadas de sus ojos, ella estaba rota, su dolor era agonizante, realmente ella amaba a Ethan.

— Amor, lo siento tanto, no debiste ir por mí ese día, debiste quedarte en la iglesia, al menos ahora tú estarías vivo. — decía Alexa entre lágrimas.

— Perdón amor, no sé quién me odia tanto como para querer acabar conmigo y de cierta forma lo ha logrado, porque tú eras mi otra mitad, te amo Ethan, te amo tanto mi amor, por favor despiértame de esta pesadilla, por favor Ethan abrázame como cuando lo hacías después de esos sueños que me aterran, Ethan despierta vuelta a mí.

Alexa estaba desesperada por ver de nuevo a Ethan, ella solo quería despertar, pero por más que lo intentará no podía, pues nada de aquello era un sueño, Ethan ya no estaba y nunca volvería.

Después de llorar por aproximadamente media hora, Maximiliano se le acercó para decirle que era momento de irse, el avión que los sacaría del país despegaba en dos horas.

— Adiós amor mío, te prometo regresar y los que te hicieron esto, lo pagarán muy caro, ahora debo irme y cuidar de nuestro hijo.

Alexa se despidió de Ethan con la gran pena del alma, Maximiliano la ayudo a levantarse y caminaron de vuelta al auto, en este los estaba esperando Eduardo.

— Vamos al aeropuerto!. — ordeno Maximiliano sin emoción alguna.

Eduardo no dijo nada, él simplemente condujo al destino que su jefe había pedido.

— Lo que te pedí, lo tienes?. — pregunto Maximiliano mirando fijamente al frente.

— Así es jefe, aquí tiene su pasaporte y el de la señorita, le dejé su nombre de pila, solo cambié su apellido. — explico Eduardo sin preocuparse por nada.

— Te pedí que cambiaras completamente su nombre. — la voz de Maximiliano sonaba fría, Alexa se asustó al escucharlo hablar así.

— Jefe, lo siento!, solo pensé en la señorita, ya su vida ha cambiado mucho, como para que ahora también le quitemos su nombre. — explico Eduardo temblando del miedo.

— Gracias, señor De La Oz, no se preocupe a mí me gusta mi nombre, así que me parece bien lo que hizo el señor Eduardo. — respondió Alexa mientras sonreía forzadamente.

— Como digas, pero solo te pido que no me llames señor, dime Maximiliano. — pidió el hombre ya más tranquilo.

Alexa continuo mirando por la ventana, en su mente solo estaba aquel último día en el que vio a Ethan con vida, ese día cuando sus miradas se conectaron y la luz en los ojos de su amado se apagó, no sabía cuánto tiempo le tomaría, pero ella volvería a este país para vengar la muerte de Ethan.

Una vez en el aeropuerto, los tres abordaron el avión privado que los llevaría a un nuevo destino, Maximiliano de igual forma pensaba irse del país, él tenía que atender sus negocios en el extranjero y también quería ver a su pequeño, ya que tenía meses sin estar con él.

— Voy a necesitar trabajo cuando llegue al nuevo destino. — dijo Alexa afligida.

— No te preocupes por eso por ahora, yo te voy a ayudar mientras que te recuperas completamente. — comento Maximiliano mirando a la joven.

— Por qué lo hace?, por qué me ayuda?. — pregunto Alexa consternada.

— No podía dejarte sola en aquella ciudad, velo como un acto de caridad. — Maximiliano se arrepintió de haber dicho aquellas palabras.

— ah!, ahora soy caridad, que triste mi destino. — comento Alexa cortando la conversación.

Ninguno de los dos dijo nada más, Eduardo que estaba a una silla de ellos lo escucho todo y pensó "que tonto es mi jefe, la vida le está dando la oportunidad de ayudar a la mujer que le gusta y él lo arruina siendo un imbécil".

El vuelo era largo así que Maximiliano le pidió a Alexa que se fuera a descansar a la pequeña habitación que había en el avión, ella aceptó, pues quería estar sola con su dolor.

Maximiliano la acompañó y le indico donde estaban las cosas, la habitación era muy pequeña, la cama era para solo una persona y el espacio realmente era reducido.

Alexa entró y se acostó en la cama, no sabe en qué momento, pero logro dormirse, mientras ella dormía recordó el sueño que tuvo con Ethan, ese donde se despedía de ella y le pedía que confiara en Maximiliano, también recordó que Ethan le dijo que tendría una niña y que se llamaría Milagros.

Alexa despertó de aquel sueño con lágrimas en sus ojos, sintió que golpeaban la puerta y se apresuró a abrir.

— Siento despertarte, pero ya estamos por aterrizar. — dijo Maximiliano dándose cuenta de que Alexa estaba llorando, por impulso seco sus lágrimas con la punta de sus dedos, era como una suave caricia, Maximiliano sentía que el corazón le dolía cada vez que veía a la joven en ese estado.

— No se preocupe, ya estaba despierta, vayamos a nuestros asientos. — dijo Alexa rompiendo el momento tan incómodo.

Maximiliano no dijo nada más y él solamente se fue a sentar, no sabía que rayos había pasado, como fue que tuvo el valor de acariciar a Alexa y lo que más lo atormentaba era lo que sintió con solo un toque, él sintió algo diferente, pero que era eso que estaba sintiendo, no lo sabía.

Ya en tierra un auto negro los estaba esperando.

— Jefe, señorita, señor Eduardo, bienvenidos. — dijo el chófer.

Maximiliano solo se limitó a asentir con la cabeza, mientras que Alexa no dijo nada, Eduardo fue más impulsivo y estrecho la mano del chófer.

Los tres entraron al auto, ya en esta Alexa se preguntaba a donde irían.

— Te quedarás en mi casa hasta que decidas irte, tendrás lo necesario y espero que todo sea de tu agrado.

Maximiliano no pedía permiso, el solamente daba órdenes y es que estaba acostumbrado a que todos le obedecieran, Alexa solo le dio las gracias y se entretuvo mirando por la ventana, este lugar era tan distinto a su hogar, aquí las calles eran más solitarias y frías, tal como se sentía en ese momento.

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