Al borde del abismo...

Aquella noche tan fría y oscura y estando con el corazón a punto de salirse por su boca, ese hombre le dijo hasta cuándo vas a llorar? Si no te callas no me puedo concentrar! Para ella esas palabras significaban un consejo divino. Maried continuó llorando pero no perdió ni un instante para tratar de calmarlo y conseguir que la dejara libre. Ella le comenzó a contar su historia, su vida, su familia y todo lo que tenía que hacer día a día para salir adelante. Incluso le habló de uno por uno de los integrantes de su familia y de todo lo que significan para ella sus hermanos. En todo ese relato, al parecer, ese hombre malo se sintió identificado y sus lágrimas caían. Le dijo: "si yo hubiese tenido una hermana mayor como tú, mi padrastro no me hubiese violado y si mi madre y mi hermana me hubiesen defendido y apoyado, quizás yo no estaría buscando niñas en la calle para hacerles lo que ese degenerado me hizo a mí. Vete ya niña, corre sin parar, huye de mí".

Maried rápidamente se bajó del carro y corrió sin siquiera voltear a ver si la venía siguiendo. Nunca había corrido tanto y tan rápido en toda su vida. Esa noche fue muy fuerte para ella, y a pesar que la aberración no fue consumada, ella igual tuvo que atravesar momentos muy difíciles, pero en medio de todo ese torbellino descubrió, que aun las personas más malas, tienen un poco de humanidad y además pudo darse cuenta que tiene poder de convencimiento, y eso era algo que le podía ser de mucha utilidad para cuando fuera médica.

Llegó a su casa y corrió llorando a abrazar a su mamá y todos sus hermanitos se unieron a ese gran abrazo familiar. Al fin se sintió en paz ya que estaba con los suyos. En ese momento su papá, borracho como todos los días entró a la habitación y cuando vió esa escena se enojó mucho y le comenzó a pelear porque había llegado tarde y él tenía hambre. Eudin ni siquiera le preguntó qué pasó? ¿Por qué llegaste a esta hora? No, a él sólo le importaba de su hija, que trabajara todos los días para suplir sus necesidades y que tuviera la comida a la hora en su mesa.

Ante aquella discusión ella no hizo ni dijo nada, sólo cayó y su padre se quitó la correa y le propinó tres (3) correazos para que aprendiera a ser puntual. Esa noche, tanto los regaños de su papá le supieron a gloria ya que se había salvado de ser una víctima más de violación (violencia infantil).

Rápidamente hizo la cena y todos comieron en familia. Sintió que después de esa terrible experiencia, los amaba más que nunca.

Transcurrió mucho tiempo en días monótonos que iban y venían. Mientras tanto Maried continuaba creciendo en tamaño, sabiduría, inteligencia, belleza, responsabilidad, honradez y una vida familiar impecable. Con mucho esfuerzo y tesón logró tener una familia unida y amorosa, una madre segura de sí misma y que le había hecho frente al maltrato de su esposo, por lo tanto, ya él no les pegaba, ni les gritaba y su padre ya no ingería licor todos los días. La constancia de su hija mayor, además de unirlos como familia, les había enseñado que estando juntos eran más fuertes.

Ya la trabajadora niña se había convertido en una adolescente hermosa, digna de una pasarela de modelaje, y aunque muchas personas intentaron persuadirla para que se dedicara a ser modelo o actriz de televisión, debido a su belleza, ella permanecía firme en su deseo de estudiar medicina. Y bueno, llegó el momento tan anhelado para Maried. El día que saldría el listado de nuevos ingresos en la Universidad, ella se fue muy temprano para ser una de las primeras en darse cuenta si había logrado ser seleccionada; y aunque sabía que había salido del bachillerato como una estudiante sobresaliente, igual sentía una especie de vacío en su estómago producto de sus nervios.

A las 9:00 am publicaron el listado de nuevos ingresos de cada carrera para el inicio escolar de la Universidad. Pero donde estaba el listado de medicina ella podía ver cómo los jóvenes se buscaban y al no ver sus nombres escritos unos lloraban, otros salían con una mirada de tristeza y decepción, otros se veían desesperanzados... En fin, ella sintió que sus manos comenzaron a temblar y le daba miedo acercarse a la cartelera. Sin embargo, su mamá, quien la estaba acompañando, la motivó para que juntas dieran unos pasos para ver el listado y saber de una vez si su nombre se encontraba entre los futuros médicos que se iban a comenzar a formar.

Su sorpresa fue mucha al observar que su nombre y apellido aparecía en primer lugar. Igualmente se quedó petrificada en el lugar, no podía caminar de la emoción y sus lágrimas, ésta vez de agradecimiento, corrían por sus mejillas. Ella en ese momento quería gritar y darle gracias a la vida por permitirle dar un paso en la realización de su mayor sueño.

Su mamá la ayudó a salir de allí y las dos (2) llegaron abrazadas, aplaudiendo y celebrando a su humilde y caluroso hogar. Al enterarse, todos corrieron e hicieron como siempre, el gran abrazo en familia.

En medio de la alegría y la algarabía todos colaboraron para hacer un suculento almuerzo especial, para celebrar que Maried estaba iniciando una nueva etapa en su vida, un sueño muy anhelado y esperado. Hasta su padre celebró la gran noticia y desde ese momento se sentía orgulloso de pensar que su hija mayor, en unos años, sería médica. Venían a su mente donde la imaginaba graduada y laborando en un prestigioso hospital.

Ese día comieron, cantaron, rieron... Fue realmente un día como pocos, en total armonía y amor.

Ahora le tocaba enfrentarse a una nueva etapa y con ella, nuevas personas, nuevo horario, nuevo lugar, todo un reto pero a ella no le importaba eso, al contrario, su emoción invadía su ser.