Capítulo 5

NARRADOR

Esa desesperación despertó en Aaron un poder que había dormido dentro de él desde el día de su concepción, la tierra, reaccionando a las emociones tormentosas del joven, comenzó a temblar, causando que todos los bandidos cayeran al suelo y al buscar el origen de aquel terremoto vieron con horror como Aaron comenzaba a emitir un tenue brillo de color entre marrón, dorado y naranja, y como de su cabeza una hermosa cornamenta de carnero comenzaba a tomar forma, por lo que aterrados buscaron huir, puesto que ninguno tenía la magia, ni la habilidad suficiente para enfrentarse al gran Carnero, aun cuando este acaba de despertar, por lo que quedarse era una sentencia de muerte, por lo que dejaron todo y comenzaron su huida, pero el odio de Aaron hacia ellos era tal que formo una barrera de tierra tan alta como una montaña alrededor de la aldea impidiéndoles escapar.

- Piedad, piedad – comenzaron a rogar algunos bandidos, mientras que otros, intentaban con su magia tirar la barrera, sin éxito alguno

- Ustedes no nos tuvieron piedad, ¿Por qué yo habría de tenérselas? – les dijo Aaron mientras levantaba su mano y comenzaba a recitar un hechizo

Aaron nunca había practicado antes la magia ni mucho menos se había interesado en ella, ya que al no tener habilidades mágicas, nunca lo creyó necesario, pero ahora podía oír como una voz, le decía qué hechizos hacer la para lograr su objetivo.

Varias manos hechas de roca fueron convocadas por el joven, manos que gigantes que tomaron a los bandidos y los doblaron como si fueran palillos, partiéndolos por la mitad, para después arrojarlos a un lado como si de basura se tratara, donde los cuerpos muertos, y algún que otro desafortunado moribundo, eran absorbidos por la tierra, todos los bandidos murieron menos el líder quien había quedado inmóvil al ver la terrible escena que ocurría ante sus ojos, en donde todos sus hombres murieron.

- No me mates, te daré todo lo que tengo, pero déjame ir – comenzó a rogar el hombre quien sabía que su final estaba acerca

Aaron no dijo nada, sino que hizo que aquellas enormes manos se hundieran en el suelo desapareciendo.

- Gracias, gracias – comenzó a decir aquel hombre al creer que el joven frente a él lo dejaría vivir, pero la vos de Aaron lo detuvo en seco

- Tú no mereces una muerte tan misericordiosa – le dice Aaron a lo que el líder de los bandidos intentó atacarlo en un intento desesperado por huir, pero no tiene existo, ya que la tierra a sus pies se abre, enterrándolo parcialmente, dejando la mitad de su cuerpo fuera

Aaron usa su magia para dibujar un círculo en la tierra y de este salen cientos de escarabajos del desierto, estos son criaturas de naturaleza terrestre que son temidas por muchos, puesto que son carnívoras, se meten dentro de la piel de la persona y lo comen desde dentro, siendo una de las muertes más terribles que existen, estos seres, así como muchos otros, después de la victoria de los 4 grandes magos, fueron enviados a su propio mundo, por lo que solo pueden pisar otra dimensión si son invocados por algún mago con la energía mágica suficiente, pero solo unos pocos magos de alto rango se atreven a invocarlos, debido a su naturaleza impredecible, ya que rara vez obedecen a quienes los invocan, pero con Aaron era distinto, él era el gran Carnero y todas las criaturas terrestres le eran leales hasta el final.

Los escarabajos salieron de la tierra y se fueron contra el líder de los bandidos, metiéndose en su piel y comiéndoselo entre los gritos desgarradores de aquel hombre, quien sufrió hasta el último momento, y una vez su cuerpo quedó sin vida, al igual que sus compañeros, su cuerpo se hundió en la tierra, desapareciendo.

Todos los aldeanos estaban aterrados, por lo que había pasado, su temor era tanto que ninguno se atrevió a moverse por miedo a ser el siguiente en caer bajo la ira de Aaron, sobre todo por qué eran muy conscientes de que no habían sido los mejores con el chico, entonces Arlo noto que algo andaba mal con su pequeño, por lo que adolorido por los golpes, se incorporó y fue hacia su hijo, quien de un momento a otro se desplomó en el suelo.

- Aaron – gritaron al unísono los padres del chico, así como su hermana, y todos corrieron a su lado

- Tenemos que llevarlo a casa – dijo Chantal, la madre de Aaron, por lo que su esposo tomo a su hijo en brazos y los tres fueron a casa ante la atenta mirada de todos los miembros de la aldea, quienes aún no podían creer lo que había pasado

En el camino se encontraron con Ersa, quien durante la intromisión de aquellos hombres había recibido un golpe que la había derribado, y ellos al verla tan anciana, creyeron que había muerto con la caída y se fueron de allí, llevándose solo a Chantal y a Afra, pero el golpe no había sido para tanto, así que cuando recobro el conocimiento, decido ir en busca de su familia, reuniéndose con ellos a mitad de camino.

- ¿Qué pasó?, ¿Qué le ocurrió a Aaron? – preguntó la anciana, quien animó a su yerno a caminar más rápido

La mujer no podía creer lo que sus ojos veían, frente a ella ya no solo estaba su nieto, sino que era el gran Carnero, algo realmente increíble.

La familia llegó a su casa, la cual se encontraba tirada debido a la riña ocurrida hace un momento, pero ignorando todo esto, Arlo llevó a su hijo al dormitorio principal, ya que la cama de aquella habitación era la más grande, y colocó a su hijo allí con cuidado.

Rápidamente, madre e hija, revisaron al chico, para asegurarse que estuviera bien, afortunadamente las heridas causadas por la pelea con los bandidos, no eran graves, lo más preocupante era su agotamiento mágico, que era una condición que causaba que las personas cayeran en un sueño profundo debido al uso excesivo de la magia, condición que se volvía peligrosa si la persona no deportaba pronto, ya que podría morir de inanición, afortunadamente Ersa noto que la energía de su nieto, no estaba muy baja, por lo que solo dormirá un par de días antes de despertar, cosa que alegro mucho a la familia.

- Entonces, ¿Aron va a estar bien? – preguntó Afra mientras tomaba la mano de su hermano

- Si lo estará – le contestó su madre

- Hija mía, quédate aquí con tu hermano y cuídalo, yo debo de hablar con tu abuela y tu madre – habló Arlo, quien lucía muy serio

A Ersa no le sorprendió la petición de aquel que consideraba como un segundo hijo, ya que esta no sería la primera vez que tendrían esta conversación, pero sí era la primera vez en donde ya no podía negarle más las respuestas.

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