Capitulo 9

Aurelia se encontraba en el amplio salón de clases del palacio, rodeada de los pequeños príncipes y princesas a quienes enseñaba. Era un día soleado y luminoso, perfecto para aprender y divertirse al mismo tiempo.

Los niños estaban entusiasmados, listos para comenzar sus lecciones del día. Aurelia les sonrió con cariño antes de empezar. "Bienvenidos, niños", dijo con alegría. "Hoy vamos a aprender sobre idiomas, historia y matemáticas. ¿Están listos para sumergirse en el mundo del conocimiento?"

Los niños asintieron emocionados, ansiosos por empezar. Aurelia comenzó con la lección de idiomas, enseñándoles palabras y frases básicas en varios idiomas extranjeros. Los niños repetían después de ella con entusiasmo, intentando imitar los diferentes acentos y pronunciaciones.

Después de la lección de idiomas, Aurelia pasó a la historia, contándoles historias fascinantes sobre antiguos reyes y reinas, batallas épicas y descubrimientos asombrosos. Los niños escuchaban con atención, sus ojos brillantes con asombro mientras absorbían cada palabra.

Finalmente, llegó el momento de las matemáticas. Aurelia les enseñó conceptos básicos como sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, haciendo que las lecciones fueran lo más divertidas y interactivas posible. Los niños participaban activamente, levantando las manos para responder preguntas y resolver problemas en el pizarrón.

Entre las lecciones, los niños también tenían tiempo para jugar y divertirse. Aurelia los acompañaba en el jardín del palacio, donde jugaban a juegos tradicionales y se reían alegremente. Era un momento de alegría y camaradería, donde los lazos entre Aurelia y los pequeños principitos y princesitas se fortalecían cada día más.

Mientras jugaban, Aurelia aprovechaba la oportunidad para enseñarles lecciones de vida importantes, como la importancia del trabajo en equipo, la amistad y el respeto mutuo. Los niños escuchaban con atención, absorbiendo cada palabra con admiración y respeto por su institutriz.

Al final del día, los niños se despidieron de Aurelia con abrazos y sonrisas, agradecidos por todo lo que habían aprendido. Aurelia los observaba con cariño, sintiéndose agradecida por la oportunidad de guiarlos y enseñarles. Sabía que, aunque su camino no siempre era fácil, el amor y la gratitud de los niños hacían que cada momento valiera la pena.

¡Qué emocionante y divertido! Aurelia compartió momentos especiales con los niños enseñándoles estos juegos tradicionales romanos. Los niños se sumergieron en la diversión, riendo y gritando de emoción mientras jugaban. Sus risas y voces alegres atrajeron la atención de Adriano y del emperador, quienes observaban con interés desde la distancia.

Aurelia se deleitó al ver la alegría y la camaradería entre los niños mientras participaban en los juegos. Con cada movimiento estratégico en Latrunculi o cada lanzamiento de la pelota en Pila, los niños desarrollaban habilidades y disfrutaban de la sana competencia.

Mientras los pequeños se entretenían con los juegos, Adriano y el emperador se acercaron para observar más de cerca. Admiraron la habilidad y la dedicación de Aurelia al interactuar con los niños y fomentar su desarrollo físico y social.

Aurelia se sintió orgullosa al ver cómo su tiempo y esfuerzo se traducían en sonrisas en los rostros de los niños y en la admiración de los adultos. En ese momento, se dio cuenta de la importancia de su papel como institutriz y de cómo podía marcar una diferencia positiva en las vidas de los jóvenes nobles romanos.

Adriano, con su encanto y astucia, comenzó a cortejar a Aurelia discretamente, sin que ella se diera cuenta. Observaba cada movimiento de ella, buscando captar su interés y ganarse su corazón. Sin embargo, Aurelia era una guerrera en todos los sentidos, y no se dejaba conquistar fácilmente.

A pesar de los esfuerzos de Adriano por impresionarla y demostrarle su interés, Aurelia mantenía una actitud reservada y distante. Ella no se dejaba seducir por los encantos del príncipe, manteniendo su guardia alta y mostrando una determinación firme.

Adriano, intrigado por la actitud desafiante de Aurelia, redobló sus esfuerzos por conquistar su corazón. Buscaba oportunidades para coincidir con ella en el palacio, participar en conversaciones animadas y compartir momentos íntimos que pudieran acercarlos.

Sin embargo, cada intento de Adriano era recibido con una respuesta cautelosa por parte de Aurelia. Ella apreciaba su compañía y su amistad, pero no estaba dispuesta a ceder ante sus avances románticos tan fácilmente.

Aurelia, con su determinación y fortaleza, mantenía una postura de independencia y autosuficiencia. No permitía que las atenciones de Adriano afectaran su concentración en sus responsabilidades como institutriz y su compromiso con los niños del palacio.

A medida que Adriano persistía en su cortejo, Aurelia se encontraba cada vez más intrigada por su persistencia y su genuino interés. Sin embargo, ella permanecía firme en su decisión de no dejarse llevar por el amor fácilmente, consciente de su valor y de su capacidad para resistir cualquier intento de conquista.

Aurelia se encontraba en el jardín del palacio, disfrutando de un raro momento de tranquilidad bajo la sombra de un antiguo árbol. Mientras observaba las delicadas flores que adornaban el paisaje, escuchó pasos acercándose. Era Adriano, el príncipe que había estado cortejándola sutilmente durante semanas.

—Buenos días, querida Aurelia —saludó Adriano con una sonrisa encantadora mientras se acercaba a ella—. ¿Cómo te encuentras en este hermoso día?

Aurelia levantó la mirada para encontrarse con los ojos profundos y penetrantes del príncipe. Mantuvo su expresión serena, pero en su interior, su corazón latía con fuerza.

—Buenos días, príncipe Adriano —respondió Aurelia con cortesía, manteniendo una distancia respetuosa—. Me encuentro bien, gracias por preguntar. ¿Y tú?

Adriano se sentó a su lado en el banco de piedra, acomodándose con elegancia.

—Me encuentro aún mejor ahora que estoy en tu compañía, mi estimada Aurelia —declaró, con una mirada significativa.

Aurelia no pudo evitar levantar una ceja ante el comentario insinuante del príncipe. Sus labios se curvaron ligeramente en una mueca de diversión.

—Oh, vaya, qué halago tan ingenioso, príncipe Adriano —respondió con sarcasmo, ocultando hábilmente sus verdaderos sentimientos—. Debo decir que tienes un don para las palabras.

Adriano rió suavemente, disfrutando del intercambio verbal con Aurelia.

—Tú también tienes tus encantos, querida Aurelia —comentó, mirándola con admiración—. Eres una mujer única, con una fortaleza y una belleza que cautivan a cualquiera que tenga la suerte de conocerte.

Aurelia asintió con agradecimiento, aunque en su interior se sentía un poco incómoda por los halagos persistentes del príncipe.

—Te agradezco tus palabras amables, príncipe Adriano —respondió con cortesía—. Sin embargo, debo recordarte que mi principal deber aquí es el cuidado y la educación de los jóvenes príncipes, no mi propio entretenimiento.

Adriano asintió con respeto, aunque no pudo evitar lanzarle una mirada de complicidad.

—Entiendo perfectamente, querida Aurelia —dijo con una sonrisa—. Pero eso no significa que no pueda apreciar tu compañía siempre que tenga la oportunidad.

Aurelia reprimió un suspiro, consciente de que las insinuaciones del príncipe seguirían siendo persistentes. Sin embargo, decidió mantener su compostura y continuar con su deber, sabiendo que su lealtad y dedicación eran más importantes que cualquier romance pasajero.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play