Capítulo 5

...En el juego del misterio, cada revelación es solo el comienzo de un enigma aún mayor....

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Ezekiel:

Suspiré con satisfacción mientras terminaba mi trabajo de la noche. El cansancio pesaba en mis párpados, invitándome al dulce abrazo del sueño. Me recosté en la cama, dejando que la oscuridad me envolviera lentamente. La suavidad de las sábanas de seda contra mi piel era un bálsamo para mi cuerpo agotado, y el silencio de la noche parecía cantarme una nana.

Pero mi descanso fue interrumpido por un sueño inquietante. En las sombras de mi mente, mi madre hablaba con una voz melancólica y susurros de advertencia. Imágenes distorsionadas y fragmentos de recuerdos se entrelazaban en una danza macabra, dejando un sabor amargo en mi boca al despertar. El eco de su voz resonaba en mi cabeza, como un fantasma que se negaba a desaparecer.

Al amanecer, los primeros rayos de sol se filtraban por la ventana, bañando la habitación en una luz dorada. Gruñí levemente al despertar, sintiendo el peso del cansancio en cada músculo de mi cuerpo. Intenté moverme, pero un desequilibrio repentino me hizo caer al suelo con un golpe sordo. El sonido de mi caída resonó en la habitación, y un gruñido de frustración escapó de mis labios.

Maldiciendo entre dientes, me levanté rápidamente y pateé el suelo con frustración. Me culpaba a mí mismo por mi torpeza, una rareza que no podía permitirme en mi posición. Sacudiendo la cabeza para despejar las dudas, me dirigí al baño para ducharme y prepararme para el día que tenía por delante.

Después de una ducha revitalizante, elegí cuidadosamente mi atuendo. Opté por una camisa de seda negra y un traje a medida, digno de un mafioso de mi estatus. Mi reflejo en el espejo me recordaba mi poder y autoridad, una máscara que no podía permitirme quitarme en un mundo donde la debilidad era sinónimo de muerte.

El trabajo que me esperaba ese día estaba imbuido de la misma determinación y ferocidad que me caracterizaba. Negociaciones comerciales, tratos con socios y clientes, todo formaba parte de mi estrategia para hacer crecer mi imperio. Pero había algo más, algo que me separaba de los demás mafiosos: una visión ambiciosa y una mentalidad empresarial que me impulsaba hacia adelante.

Una vez en mi despacho, me sumergí en mis labores con una intensidad implacable. Cada movimiento era calculado, cada decisión tomada con precisión quirúrgica. No había lugar para el error en mi mundo, y yo era el arquitecto de mi propio destino, forjando mi camino hacia la grandeza con determinación y astucia.

Pero incluso en medio de la vorágine de negocios y tratos, encontraba tiempo para sembrar las semillas de mi crecimiento empresarial. Inversiones estratégicas, alianzas poderosas y expansiones audaces eran solo algunas de las herramientas que utilizaba para fortalecer mi posición en el mundo de la mafia.

Sabía que para dominar el mundo, necesitaba más que solo poder y estrategias. Necesitaba colaboraciones con grandes empresas y cadenas hoteleras. Con cada acuerdo firmado, cada apretón de manos, me acercaba un paso más a mi objetivo. Cada colaboración era un escalón en mi ascenso al poder, y no me detendría hasta que estuviera en la cima.

Después de un día agotador, regresé a mi mansión, buscando un momento de tranquilidad frente a la ventana. Desde allí, podía ver el majestuoso hotel que se alzaba frente a mi propiedad, un testigo silencioso de la opulencia y el lujo que dominaba mi mundo.

Aún era temprano cuando salí de mi mansión, pero mi atención fue capturada de inmediato por un movimiento inusual en el hotel. Varias trocas se detuvieron frente a mi, despertando mi curiosidad y mi instinto de vigilancia.

Observé cómo una figura femenina salía de una de las trocas. (¿Quién era ella?) Me pregunté, sintiendo una chispa de intriga encenderse en mi interior. Pero mi sorpresa se intensificó cuando la chica se quitó la peluca, revelando un cabello azul como el cielo de medianoche.

Levanté una ceja con interés, mi mirada escrutadora recorriendo el cuerpo de la chica con una intensidad que no pasaba desapercibida. Ella era un espectáculo para los sentidos, con curvas que desafiaban la gravedad y una elegancia salvaje que me dejaba sin aliento. Su piel era blanca como la porcelana, suave y luminosa bajo la luz del sol. Sus ojos, de un azul profundo, eran dos joyas que brillaban con una luz propia, reflejando una mezcla de misterio y determinación.

Un gruñido apenas perceptible escapó de mis labios mientras la observaba, mis ojos devorándola con avidez. Debía saber quién era y qué estaba haciendo allí, no solo por curiosidad, sino también por una sensación de urgencia que me empujaba a desentrañar el misterio que la rodeaba.

No podía apartar la vista de ella. Había algo en su presencia que me atraía, una fuerza magnética que me mantenía pegado a la ventana. No podía explicarlo, pero sabía que tenía que conocerla,

Intrigado por la presencia de la misteriosa chica y sus inusuales guardaespaldas, no pude contener mi curiosidad y salí de mi habitación con determinación. Llamé a dos de mis guardaespaldas de confianza para que me acompañaran mientras ingresábamos al hotel, decidido a descubrir más sobre la chica y su conexión con el lugar.

Una vez dentro del hotel, buscamos a la chica con atención, pero para mi sorpresa, ya no estaba allí. Me aproximé a una empleada que pasaba cerca, mi voz ronca y dominante resonando en el aire.

__¿Quién es la chica que acaba de entrar? __pregunté con determinación.

La empleada me miró con sorpresa antes de responder con una sonrisa.

__Oh, ella es Bellatrix, la hija de los propietarios de este hotel, __explicó la empleada antes de desaparecer entre la multitud.

Fruncí el ceño, intrigado por la revelación. La hija de los dueños del hotel. Una pieza importante en el rompecabezas que estaba comenzando a armar en mi mente. Decidido a obtener más información, escaneé el lugar en busca de pistas, y entonces vi bajar a un hombre con ojos marrones y cabello negro.

Me aproximé al hombre con cautela. __Buenas tardes, me llamo Ezekiel. Tengo curiosidad, ¿en qué habitación se encuentra la joven que acaba de entrar, Bellatrix? __ pregunté con cortesía.

El hombre levantó una ceja, su voz resonando con una advertencia implícita. __Mucho gusto, Ezekiel. Soy Damián, el padre de ella, __respondió con firmeza.

Me sorprendió la revelación. __Oh, lamento la confusión, señor. No estaba al tanto de su parentesco. Simplemente me intrigó, __dije, extendiendo la mano en un gesto de disculpa.

Damián asintió con seriedad y hice señas a mis guardaespaldas para que me siguieran. Nos dirigimos al sofá más cercano y me senté, ojeando distraídamente una revista mientras esperaba. Quería ver a Bellatrix, enfrentarla y descubrir más sobre ella.

Mientras esperaba, no pude evitar admirar la belleza física de la chica en cuestión. Era raro ver a una mujer con un físico tan impresionante en esos lugares. Había mujeres bonitas por doquier, pero ella era como una diosa entre mortales, y eso me intrigaba aún más.

La revista que tenía en mis manos estaba llena de artículos sobre moda y estilo de vida, con fotografías de modelos y celebridades adornando las páginas. Pero ninguna de ellas podía compararse con la belleza de Bellatrix.

En ese instante, saqué mi teléfono y envié un mensaje a uno de mis socios de confianza, un hombre llamado Ricardo. __Hola, necesito que investigues todo sobre Bellatrix, absolutamente todo, __escribí, transmitiendo la urgencia del asunto.

No pasó mucho tiempo antes de recibir una respuesta. __Entendido, jefe. Estoy en ello, __respondió Ricardo, y supe que podía confiar plenamente en él para obtener la información que necesitaba.

Y así, mientras esperaba en el lujoso hotel, me encontré sumergido en un mundo de misterio y belleza, decidido a descubrir más sobre la enigmática Bellatrix.

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