Cassandra estaba tan aburrida que se levantó de la mesa y se fue a caminar por la propiedad, encontró un hermoso jardín y allí había unas sillas alrededor de una pequeña mesa, se sentó allí y cerró los ojos por un instante.
Sentía que necesitaba calmarse ya que había comenzado a sentir un poco de ansiedad al estar entre tanta gente.
Alejandro al ver la mesa vacía comenzó a ver a todos lados y se alegró de ver al padre Joaquín hablando con otros invitados, eso quería decir que no se habían ido y solo debía encontrar a Cassandra, quien era posible que hubiera ido al baño.
Comenzó a caminar y no muy lejos de la fiesta la encontró sentada en una de las sillas del jardín, allí se quedó un instante mirándola, pensando en que realmente era una mujer hermosa y decidió acercarse a ella sin hacer ruido ya que vio que estaba con los ojos cerrados.
-¿No te gusta la fiesta? – después de un rato Alejandro decidió romper el silencio
-Todo está muy lindo, pero no debería estar aquí – respondió ella después de abrir los ojos de golpe
-¿Por qué siempre hablas de una manera tan formal conmigo? – preguntó él
-Porque eres mi jefe – ella lo miró extrañada
-¿Podríamos cambiar eso?, es que me siento viejo si me hablas de esa manera – ella lo miró con una chispa especial en sus ojos
-Puedo intentarlo – ahora era él quien sonreía
-¿Por qué estás aquí tan sola? – intentaba entablar una conversación con ella
-No me gustan los lugares donde se reúnen muchas personas – mientras ella hablaba él solo veía el movimiento de sus labios
El estar a solas con ella en ese lugar tan hermoso hacía que se fuera despertando poco a poco su dormido corazón, no podía quitar la mirada de sus labios y hasta comenzó a pensar en cual sería su sabor, que se sentiría rozar sus labios contra los de ella, por lo que tuvo que apretar mucho las manos para no intentar un acercamiento.
-A mí tampoco me gustan las fiestas, pero mi padre insistió en realizarla y no pude negarme – de verdad era lo que había sucedido
-No se te veía tan contrariado con aquellas chicas – intentó decir esas palabras sin que se notaran sus celos
-He aprendido a ser cortés con todas las personas – se preguntó si ella estaría celosa
-¿Qué prefieres hacer en tu cumpleaños? – ella comenzó a tutearlo aunque le costó un poco
-No acostumbro a celebrar mi cumpleaños y en realidad este evento fue pensado para que mi padre pueda presentar a su nueva pareja, yo prefiero no celebrar nada – se notaba que el hablar de su padre y su pareja lo ponía tenso
En ese momento se instaló un silencio incomodo entre ellos y él tuvo que romperlo.
-¿Vives hace mucho con tu tío? – él quería saber más de esa chica
-Mas o menos unos nueve meses – su mirada se puso triste
-¿La has pasado mal con él o te han hecho algo malo? – siguió preguntando y ella solo negó
-Desde la primera vez que te vi pude notar mucha tristeza en tus ojos – él no dejaba de mirarla, quería memorizar cada cosa que hiciera
-No… yo… - él acarició su mejilla y ella volteó su rostro a otro lado
-Conozco esa mirada y solo la tienen las personas que han sufrido mucho – tomó su mentón e hizo que lo mirara a los ojos
Ella no sabia que decirle y estuvieron un rato mirándose fijamente a los ojos, mientras se acercaban cada vez más.
-¡Aquí estas!, tengo rato buscándote, los invitados preguntan por ti y ya no sabía que decirles – el padre de Alejandro los miró y sonrió para sus adentros, mientras todos volvían a la fiesta
Desde ese día un solo pensamiento rondó por la mente de Alejandro, quien habrá sido la persona que le habría hecho tanto daño a Cassandra, no se alejaría de ella hasta descubrirlo y hacerlo pagar por eso.
Desde el día de la fiesta Alejandro comenzó a visitar con frecuencia la casa del padre Joaquín, iba por lo menos una o dos veces a la semana, lo que hacia que el padre estuviera más feliz que de costumbre y las cenas se volvieron particularmente agradables.
El sábado siguiente Alejandro fue a la casa del padre, pero Joaquín no estaba así que Elena lo recibió con la jovialidad que tanto la caracterizaba, le regaló un jugo con algo para picar y se sentaron a hablar, momento que aprovechó el joven para preguntar por Cassandra.
Elena miró el reloj y solo le dijo que llegaría pronto, cosa que le pareció extraña, ya que Elena no había sido especifica en su respuesta y ella no solía ser así.
Unos 30 minutos después entró Cassandra en la casa, fue directo a la cocina a servirse un vaso con agua, había dado clases en la casa hogar y no se había dado cuenta de que había visita, así que se tomó el agua y comenzó a comerse unas galletas que estaban sobre el refrigerador.
Elena la vio entrar de esa manera despreocupada en la que había llegado y la saludó, así que ella volteó a responderle el saludo y fue cuando se dio cuenta de las dos personas que estaban allí mirándola, sintió que su corazón latía a mil y su rostro se puso rojo de la vergüenza.
Fernando la saludó y un brillo nuevo apareció en sus ojos, nunca la había visto de esa manera tan natural, no tenia una gota de maquillaje en el rostro y llevaba ropa deportiva, se le veía un poco ancha para su contextura.
-Hola – fue lo único que sus labios pudieron expresar
Había un toque de emoción en la pareja que se miraba como si tuvieran años sin verse, pero a el le alegró poder verla, era en realidad a ella a quien había ido a visitar.
-Disculpa que vine si avisar – estaba un poco apenado
-Lo invité a comer con nosotras Cassy, ¿no hay problema cierto? – Elena sonreía al ver la actitud de los dos
-No, para nada – ella aún estaba nerviosa
Lo veía todos los días en la oficina y al verlo ese día con un aspecto mucho más casual izo que se pusiera terriblemente nerviosa.
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