El autobus 330

En el aeropuerto de Narita, sentados en una mesa bebiendo un café y tomados de la mano, Pong le pregunto a Lorena –“¿vamos a casa o seguimos viajando?

Ella lo miro con un amor desbordante, y le regalo una tierna sonrisa – mmm siempre he querido ir a china-

Pong soltó una carcajada por la tierna e infantil expresión en el rostro de su compañera – ok, china será- tomo su teléfono y rápidamente compro los pasajes – ya está, en 3 horas sale nuestro vuelo a Beijin-

Lorena asintió emocionada, sintiendo mariposas en el estómago ante la perspectiva de explorar un nuevo destino. "¡Perfecto! Estoy ansiosa por descubrir todo lo que China tiene para ofrecer", dijo con entusiasmo.

Pong le dio un beso en la mejilla y luego se levantó de la mesa, sintiéndose lleno de energía y emoción.

Juntos, se dirigieron hacia el mostrador de check-in, con la emoción palpable en el aire mientras se preparaban para abordar su vuelo hacia Beijing. Estaban listos para sumergirse en una nueva cultura, explorar lugares fascinantes y enfrentarse a cualquier misterio que el destino les tuviera reservado.

Eran muy temprano cuando aterrizaron en el aeropuerto Pekín-Daxing, cansados por el largo viaje tomaron un taxi y Pong en un perfecto chino le pidió al chofer que los llevara al hotel. En el caminino conversaron con el conductor quien les hablo del misterioso caso del autobús 330. La historia del autobús 330 es un enigma sin resolver que dejó a todos perplejos y desconcertados. El 14 de noviembre de 1995 el último autobús del día en Beijing, con solo cuatro pasajeros a bordo, se encontró con una situación extraña cuando tres misteriosos hombres subieron al vehículo, dos de ellos vestidos con túnicas antiguas de la Dinastía Khan, una de las más antiguas de China y el tercero inconsciente entre ellos.

A pesar de la extrañeza inicial, el viaje continuó sin incidentes graves, hasta que una anciana acusó al joven pasajero de robarle dinero. Sin embargo, una vez fuera del autobús, la anciana reveló la verdad perturbadora: había visto que ninguno de los misteriosos hombres tenía pies bajo sus túnicas.

Al día siguiente, el autobús 330 desapareció misteriosamente, desencadenando una intensa búsqueda por parte de las autoridades. Días después, el vehículo fue encontrado a varios kilómetros de la ciudad, con dos cadáveres en un estado de descomposición avanzado en su interior, a pesar de que solo llevaban desaparecidos dos días.

La verdad detrás de lo ocurrido aquella noche nunca fue descubierta, dejando a todos con más preguntas que respuestas. La historia del autobús 330 se convirtió en una leyenda urbana, alimentando especulaciones y teorías sobre lo que realmente sucedió en aquella oscura noche en las calles de Beijing. Intrigados por los relatos de desapariciones inexplicables, decidieron adentrarse en la oscura trama que rodeaba a este enigma.

Al llegar al hotel y con la emoción de un nuevo caso por investigar, se registraron rápidamente y dejaron las cosas en la habitación sin descansar un segundo y salieron casi corriendo a investigar todo lo que pudieran sobre el autobús 330.

Después de una exhaustiva investigación, descubrieron que el autobús 330 solía transitar por una ruta cercana a un antiguo cementerio abandonado en las afueras de la ciudad. Con el presentimiento de que este lugar tenía alguna conexión con las extrañas desapariciones, Lorena y Pong se dirigieron hacia allí en busca de respuestas.

Al llegar al cementerio, una densa niebla envolvía el lugar, creando una atmósfera de misterio y malestar.

El cementerio se extendía ante ellos como un laberinto de piedra y mármol, con tumbas antiguas y mausoleos majestuosos que se alzaban en la penumbra de la niebla. La densa bruma se enroscaba alrededor de las lápidas, difuminando los contornos y creando una sensación de opresión en el aire.

El suelo estaba cubierto de musgo y maleza, dando la impresión de que la naturaleza había reclamado lentamente el lugar a lo largo de los años. Las lápidas estaban cubiertas de líquenes y hiedras, sus inscripciones borradas por el paso del tiempo y las inclemencias del clima.

A lo lejos, entre la bruma, se vislumbraban estatuas de ángeles y querubines, con sus rostros desgastados por el paso de los siglos y sus alas rotas por el abandono. El sonido del viento susurraba entre los árboles, creando una melodía fantasmal que resonaba en los oídos de Lorena y Pong mientras avanzaban entre las sombras.

La luz del sol apenas lograba filtrarse a través de la densa niebla, arrojando destellos tenues sobre las lápidas y mausoleos. La atmósfera era surrealista, como si estuvieran caminando en un mundo entre el reino de los vivos y el de los muertos.

Cada paso que daban resonaba en el silencio del cementerio, como un eco de los susurros de los que habían partido. Lorena y Pong se sentían pequeños e insignificantes en medio de la vastedad y la solemnidad del lugar, conscientes de que estaban pisando terreno sagrado y profano al mismo tiempo.

A medida que avanzaban, podían sentir la presencia de algo más allá de las lápidas y mausoleos, algo antiguo y oscuro que acechaba en las sombras. Pero estaban decididos a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino, dispuestos a desentrañar el misterio que envolvía al cementerio y descubrir la verdad detrás de las desapariciones inexplicables que habían ocurrido allí.

Decididos a desentrañar el enigma, se adentraron entre las tumbas y mausoleos, con la sensación de estar siendo observados por ojos invisibles.

De repente, un escalofrío recorrió sus espaldas cuando una figura oscura emergió de entre las sombras. Era un anciano de aspecto fantasmal, que les advirtió sobre los peligros que acechaban en el cementerio y les instó a irse antes de que fuera demasiado tarde.

La figura oscura se materializó lentamente ante ellos, envuelta en una aura de misterio y antigüedad. Lorena y Pong se miraron, sorprendidos por la aparición del anciano en medio del cementerio.

"¿Quién eres tú?" preguntó Lorena, su voz apenas un susurro tembloroso en la noche.

El anciano les dirigió una mirada penetrante, sus ojos brillando con una sabiduría antigua. "Soy el guardián de este lugar", respondió en un tono grave. "Y ustedes están en peligro. Deben irse antes de que sea demasiado tarde".

Pong frunció el ceño, desafiante. "¿Qué peligro nos amenaza aquí?"

El anciano suspiró, como si llevara el peso de siglos sobre sus hombros. "Hay fuerzas oscuras en este cementerio, fuerzas que no pueden ser comprendidas por la mente humana", advirtió solemnemente. "Si no se marchan ahora, pueden correr el riesgo de ser consumidos por la oscuridad".

Lorena sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras del anciano. "¿Qué debemos hacer?" preguntó, sintiendo el temor palpitar en su pecho.

El anciano les miró con seriedad. "Deben irse. Ahora mismo. No hay tiempo que perder", instó con urgencia.

Lorena y Pong intercambiaron una mirada, sabiendo que debían tomar una decisión rápida. Con un nudo en la garganta, se dieron la vuelta y comenzaron a alejarse del cementerio, sintiendo la mirada del anciano sobre ellos mientras se adentraban en la noche.

A medida que se alejaban, el aire se volvió más denso, como si la oscuridad misma estuviera acechando en las sombras. Lorena y Pong apretaron el paso, sintiendo el alivio de escapar de un peligro que no podían comprender completamente.

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