capítulo 4

En la entrada del hospital, Mark caminaba de un lado a otro sin saber qué haría al ver a su esposa. Había pasado tres años buscándola sin éxito, y ahora, de la nada, ella había llamado a su abuelo como si nada hubiera pasado.

De pronto recordó aquella llamada y, sacando su celular, marcó su número una vez más. En esos años la había llamado infinidad de veces, siempre con el mismo resultado: el celular estaba apagado o fuera del área de cobertura. Pero esta vez fue diferente. La llamada conectó al primer tono. Aquel simple sonido hizo que su cuerpo temblara. No entendía por qué reaccionaba así, pero el timbre de un celular no muy lejos de él llamó su atención.

Reconocía ese tono. Al voltear, la vio.

Vivían acababa de bajar del auto justo cuando el celular sonó. Sin percatarse de que Mark estaba frente a ella, sacó el móvil y al ver el identificador de llamada, cortó de inmediato. Al alzar la vista y notar la mirada intensa de Mark, su expresión cambió. Sin decir palabra, retomó su porte elegante y comenzó a caminar hacia el centro médico.

Mark también comenzó a caminar hacia ella. Al estar frente a frente, dijo:

—Veo que por fin te dignas a aparecer...

No alcanzó a terminar la frase cuando el equipo de seguridad de Vivían se interpuso, sorprendiéndolo. Pero ella los detuvo rápidamente.

—Iván, tranquilo. Él es un viejo conocido.

Mark frunció el ceño y replicó:

—¿Conocido? ¡Soy tu esposo, carajo! Y me gustaría saber dónde diablos te has metido todo este tiempo...

Vivían, viendo el estado alterado de Mark y la tensión de sus hombres, respondió con frialdad:

—Señor Lauren, le pido que se tranquilice. No es el momento ni el lugar para tratar estos temas. Tiene razón, debemos hablar, pero no ahora. El motivo de mi visita es el señor Francisco. Si desea conversar conmigo, tendrá que ser mañana. Mi agenda está llena y no tengo tiempo que perder.

Sacó una tarjeta de su bolso de mano y se la extendió.

—Este es el número de mi asistente. Programe una cita y estaré allí. Ahora, si me disculpa...

Intentó continuar su camino, pero Mark, olvidando por un instante la presencia de los guardaespaldas, intentó sujetarla del brazo. Inmediatamente, Iván lo detuvo con firmeza.

—Señor, será mejor que se calme, o me veré obligado a usar la fuerza.

Mark se zafó y gritó:

—¡No te metas en esto! ¡Este asunto es entre mi esposa y yo!

Vivían se detuvo, entregó su celular a uno de sus custodios y, sin miramientos, ordenó:

—Entréguenle esto. Ya no lo necesito.

Miró directamente a Mark y añadió con frialdad:

—Ya tengo todas las pruebas que necesitaba. No estaba segura de si seguíamos casados, pero ahora que sé que sí... te informo que quiero el divorcio. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas. Eso lo decides tú. En ese teléfono hay parte de la evidencia que necesito para destruirte. No vine a pelear, pero no me provoques, señor Lauren. Ya no soy la mujer que conociste.

Mark recibió el celular. Al revisar la galería, encontró toda clase de fotos y videos suyos con Camila: paseos, cenas, besos y material íntimo que ni él sabía que existía. No tuvo tiempo de reaccionar; Vivían ya se había marchado hacia la habitación del señor Francisco Lauren.

Una vez a solas con sus hombres, Vivían les advirtió:

—Será mejor que no digan ni una palabra de esto a mi familia. Sé que se preocuparán, pero puedo con él sola.

Iván, claramente molesto, le respondió:

—Señorita, no podemos hacer eso...

—Iván, pensé que ya éramos amigos. ¿Quieres que vuelva a tratarte como antes? Aquí me sería muy fácil escapar de tu vigilancia. Me conozco esta ciudad como la palma de mi mano...

Iván suspiró y se dirigió al resto del equipo.

—Ya la escucharon. Ni una palabra de lo sucedido.

Vivían sonrió satisfecha, y al llegar al ascensor subieron al tercer piso, donde se encontraba el señor Lauren.

Cinco hombres la acompañaron hasta la habitación. Al llegar, se detuvo frente a la puerta.

—Estaré bien. Entraré sola.

Tocó suavemente y al ingresar, apenas vio a Francisco, prácticamente corrió a sus brazos. Él solo los abrió y, al sentir el calor de su abrazo, murmuró con cariño:

—Muchachita ingrata... Tenía que enfermarme para que vinieras a verme...

—Ya, abuelo... Ya estoy aquí.

Francisco sonrió, estrechándola con más fuerza.

—Eso es lo más importante.

Tras unos segundos, se separaron. El señor Lauren la observó con ternura, pero también con curiosidad.

—Muy bien... Cuéntamelo todo. ¿Dónde estuviste? ¿Cómo has estado? ¿Por qué te fuiste? ¿Vas a volver?

—Wow, wow, wow... tranquilo, abuelo. Más despacio. Te lo contaré todo, pero no quiero que te alteres, ¿de acuerdo?

Francisco asintió. Vivían respiró hondo y dijo:

—Muy bien… ¿por dónde empiezo?

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Comments

Adriana Romero

Adriana Romero

Diría que comenzaras por como te lleva vas con Marck antes de que se fuera de viaje, como cambió todo cuando llegó la que era hija de ellos, las maldades que te hizo y el cambio de rol (de hija a servicio); y luego lo que te dijo él y como te hizo sentir el día que firmaste el contrato

2025-05-16

0

Lourdes Lima

Lourdes Lima

excelente historia me encanta 😍 más capítulos

2024-01-26

2

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