LA SANTA SERÁ LIBRE
La noche estaba particularmente cálida, pese a la tormenta que había bajado la temperatura. A causa de que dos cuerpos se encontraban juntos, mientras el dominante depositaba su semilla dentro de la sumisa, estos hicieron que no se sintiera nada de frío.
Si bien aquello evitó que el capitán quedara en una mala posición, provocó que aquella a que todos llamaban “La santa discapacitada” perdiera su virginidad. No solo las sábanas mostraban la mancha de sangre, sino también la evidencia de la semilla dentro de ella, que lo más probable floreciera en una pequeña vida.
No obstante, ella sabía que tenía las horas contadas a su lado, ya que una vez él le arrebató su virginidad, el dios que era dueño de su existencia en ese tiempo, se la llevaría, dejándolo solo.
—Sea fuerte, capitán—dijo dándole un casto beso en los labios.
Con cuidado, se fue de la habitación cubierta con su bata y entró a la habitación del hijo del capitán, el cual seguía durmiendo. Una de las cosas que más le dolería sería dejarlo solo, siendo apenas un recién nacido y ella, la cuidadora designada a cuidarlo, se había encariñado con aquel niño que sufrió incluso antes de nacer.
—Aurora te quiere, Bolita de arroz—habló dándole un beso en su cabecita.
Consciente de que pronto vendrían por ella, se fue a su habitación y se colocó solo un vestido blanco, el cual cubrió con una capa negra que ocultaba su cabeza. Luego de eso, chasqueando los dedos, quemó todas sus pertenencias, incluyendo las sábanas y las fundas de almohada que había dormido.
Mientras tanto, observaba la puerta de su baño interno, donde se formó en su marco un portal a otro mundo. El dios del destino la estaba reclamando, a cambio de luchar contra la iglesia y ganar su libertad, había aceptado su trato; sin embargo, aquello significaba abandonar al primer hombre que su vida en celibato le había permitido amar.
—Terminemos esto—dijo antes de ingresar y desaparecer.
A la mañana siguiente, luego de que terminara la tormenta, los llantos de su hijo recién nacido lo despertaron. Tenía un fuerte dolor de cabeza que le impidió levantarse enseguida; sin embargo, al tener vagos recuerdos de lo que hizo con Aurora, este abrió los ojos enseguida.
—¿Aurora?—preguntó buscándola por toda la habitación.
Sintiéndose con mucho malestar, se colocó su pijama y salió rumbo a la habitación de su hijo, donde varias enfermeras, a cargo de la salud de este, estaban intentando calmarlo. No obstante, no solo la preocupación por su hijo lo carcomía, sino también las palabras que escuchó antes de ingresar a la habitación.
—Lady Aurora no está… ¿Se habrá ido?—dijo una de las enfermeras—de por sí el capitán es muy gruñón, no me sorprendería que se haya ido por su culpa.
—¡Aun así, Bolita de arroz la necesita!—habló su otra compañera—él estaba muy unido a ella.
Entrando con frialdad, asustó a las enfermeras, por lo que tuvo que calmarse un poco. Luego de que estas le contaran lo que pasó, el capitán tomó en brazos a su hijo y fue a la habitación de Aurora, esperando que ella siguiera allí; no obstante, al ver que todas sus pertenencias habían desaparecido, este supo que en efecto se había ido.
—De verdad es una tonta si cree que desaparecerá así como así—dijo mientras observaba a su hijo—Bolita de arroz, te juro que la voy a recuperar y la traeré de vuelta.
Mientras acunaba a su hijo, pensando en las miles de formas para poder hallar el paradero de Aurora, la santa fugitiva de la iglesia que se hacía pasar como la niñera de Bolita de arroz, le fue imposible no recordar cómo fue que ambos se habían conocido.
Ocho meses antes
La nueva fuerza mágica-militar, la cual solo seguía órdenes directas del rey, se dividía en dos: los tecnomagos; magos y hechiceros con la misión de hacer avanzar en tecnología y ciencia al reino, y los "ángeles" personas que volvieron de la muerte y fueron entrenados para ser militares, puesto que eran las únicas que podían derrotar a los "daemones".
Siendo que una de las cosas que más le daba poder al papa era que su fuerza militar podía derrotar a aquellas criaturas infernales, provocando que el pueblo cada vez más lo venerara, sabía que era cuestión de tiempo antes de que la iglesia se encargara de quitarle poder a la corona. Por consiguiente, los Kingsglaive eran su única opción para intentar alejarse cada vez más de la influencia papal.
No fue sino hasta que recibió una carta del alcaide de la cárcel, que vio no solo una oportunidad de oro, sino también una forma de cortar de manera abrupta una de los problemas que tanto lo habían estado aquejando: la desaparición de la santa.
Luego de que una de las "ángeles" más poderosas desapareciera en una misión de búsqueda y rescate, hacía un año, la estabilidad entre la iglesia y la corona empeoró, ya que tan solo un mes de ese suceso, la santa también desapareció.
Los detractores del rey, quienes veían como una amenaza la nueva fuerza militar que él creó, apoyaban al papa en su presión política: todos estaban seguros de que aquella desaparición fue orquestada por el mismo rey, quien supuestamente estaba en un culto "pasando" los poderes de la santa a su "ángel" más fuerte.
Por eso, cuando se enteró de lo sucedido aquella madrugada con uno de sus "ángeles" con mayor experiencia y poder, ¡Quién también era el esposo de la nieta del papa! Sabía que su momento de devolver el ataque al papa había llegado, sobre todo porque si bien no era cierto que la desaparición de aquella "ángel" hubiera provocado también la desaparición de la santa, este sí sabía la ubicación de la última.
—¡Su majestad!—saludó su asistente al verlo salir del despacho.
—Prepara el carruaje oculto—ordenó colocándose su capa—haz que nos trasladen tanto a ella como a mí al hospital infantil, y que el capitán salga de inmediato de la cárcel para ser trasladado allí.
Con un asentamiento de cabeza, su asistente vio como el rey abandonaba de manera secreta el palacio. El rey, de tanto solo cuarenta y dos años, sufría de asma crónica, por ende, evitaba moverse tan de noche a causa del frío. No obstante, solo se obligaba a hacerlo cuando algo de verdadera importancia sucedía.
Una vez vio partir al carruaje secreto del rey, por uno de los corredores ocultos, se embarcó en un segundo carruaje rumbo a la cárcel de la capital, donde se encontraba recluido el capitán por supuesto "intento de homicidio" a su esposa y "asesinato" a su hijo no nato.
—¿Cómo murió el bebé?—preguntó una joven mujer con su rostro oculto por una capa.
—Según los primeros informes, el capitán en un arrebato de ira provocó que su esposa cayera de las escaleras, aquello provocó que abortara—respondió incrédulo.
—Pero usted no cree eso, ¿No?—cuestionó la mujer.
Aquello dejó en silencio un par de minutos al monarca, analizando todo lo que conocía con respecto al capitán Chris Redfield. El hombre solo era menor que los dos años, pero se había destacado como uno de sus mejores recursos dentro de los Kingsglaive en los diez años que tenían de existir.
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Updated 29 Episodes
Comments
Ramirez Monik
jejjee yo tampoco entendí ?
2024-06-01
0
Mustafa Sultan Ruza
la verdad no entendi nada,estoy confundida y que leí 3 veces el capitulo para ver si lo entendía pero no nada, aver si en los próximos puedo agarrar la trama
2024-04-03
2
Paola Martiz
interesante historia
2024-03-27
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