Capitulo 10

Al día siguiente.

A la hora estipulada, Germán, Jimena, Carmen y los abogados ya estaban frente a frente, esperando solo las firmas de ellos dos, para concluir con ese matrimonio, no se explicaban que hacía la madre de Germán en ese lugar, si se trataba de un matrimonio, donde ya ella no debía meterse.

Entonces Jimena entendió por completo, que esa mujer solo la veía como una mujer que solo debía atender a su esposo y darle hijos, pero ya no estaba dispuesta hacerlo, su cuerpo y mente ya no soportaban más.

_Si firmas, quedarás en la calle y sin poder ver a tu hijo._

Hablo Germán con tono amenazante.

_Serás una mujer divorciada, te verán como la mala, que abandonó su familia, piénsalo bien._

Carmen no deseaba que Jimena se divorciara, aunque lo negara, Jimena era quien le daba un poco de estabilidad a Germán, era con ella, con quien se desahogaba, hiriéndola en todos los sentidos y eso fue lo que a Jimena le llegó a la mente.

_Te equivocas, Carmen, es todo lo contrario, se alegrarán por mí, por salir de una vida infeliz, del maltrato que nunca espere de su hijo y del que usted no me defendió._

Respondió Jimena, dándoles una última mirada, tomo el lápiz, puso su firma con lágrimas en los ojos, su cabeza era un hilo que no encontraban una punta por donde empezar, amaba a ese hombre, imagino muchos años de matrimonio, pero no uno de tanto maltrato, lo que un día imagino ver florecer, nunca lo logro.

Germán firmó y salió molesto, había perdido a su mujer, a su esposa, sus recuerdos llegaban como un huracán a su cabeza, recuerdos de cómo la hizo infeliz.

_Eres libre, Jimena._

Valeria la abrazo fuerte, ahora solo esperaba ver de qué manera la apoyaba la vida, el destino, que cosas buenas o malas, le esperaba en su mañana.

_Joaquín, tienes prohibido ver a esa mujer._

Grito Germán al ver llegar a su hijo.

_Esa mujer es mi madre y si te dejó, es por qué lo mereces._

Joaquín no permitía que su padre hablara así y Germán levantó la mano, pero fue tomada por Luis.

_No te atrevas a tocar a nieto._

Germán quitó su mano, viendo a su padre lleno de rabia, de odio, en ese momento estaba arrepentido de muchas cosas, pero no podía volver atrás.

_¿Estás bien, hijo?_

_Si abuelo, iré a mi habitación._

Joaquín subió a su habitación, recordando más palabras que le había dicho su madre.

Recuerdo

_Joaquín, si me divorcio de tu padre, me alejarán de ti._

_Mamá, no lo harán, yo siempre estaré contigo, tengo casi 12 años, puedo decidir con quién quedarme._

_Mi vida, tus abuelos me hicieron firmar, vienes por separados, si me divorcio, quedaré sin nada y no tendré para darte un buen futuro, estaré bien, haré lo posible para darte una buena vida y tú sigue amando a tu padre y prométeme que no serás como él y que tampoco lo odiarás._

Jimena besó su frente, pero Joaquín no quería ver a su madre, así, sin importar que estuvieran separados, obligó a su madre a ser feliz y él sería feliz.

_Mamá, sé que podrás darme lo que quiera cuando te conviertas en una mujer empoderada._

Jimena sentía tanta dicha de tener a su hijo, un chico con un hermoso corazón, estaba feliz y tranquila con ella misma, de haber criado a un buen chico, desde ese momento busco pruebas que le permitieran pedir el divorcio, renunciando a todo, incluyendo a su propio hijo, pero no del todo, lucharía por tener algo que le permitiera darle lo mejor a su chico, su único amor, su única prioridad, su motivo y su motor por seguir.

Fin del recuerdo

Germán no dejaba de pensar en lo imbécil que era, odiaba a Jimena sin ningún motivo, sabía que no encontraría a nadie como ella, libre y sumisa a la vez, hermosa, aunque los años pasaban, en ella no se notaban, pero su arrepentimiento, no ayudaba a Jimena en esos momentos, ya su corazón estaba roto y solo un milagro lo podía Salvar.

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