El café estaba caliente en sus manos mientras Alex y Emma compartían una mesa en el acogedor rincón de la cafetería. Las risas resonaban mientras intercambiaban historias sobre sus vidas, descubriendo coincidencias que parecían sacadas de una comedia romántica.
"¿Sabes? No había venido a esta cafetería en meses. Pero estoy contento de haber venido hoy," dijo Alex con una sonrisa sincera.
Emma levantó una ceja, con una expresión de burla. "¿Estás sugiriendo que mi mera presencia te trajo aquí?"
Alex rió entre dientes. "Bueno, algo así. Creo que has agregado un toque mágico a este lugar."
Emma rió también, sus ojos brillando con complicidad. "Bueno, entonces, consideraré agregar 'magia' a mi currículum."
A medida que los días se convirtieron en semanas, la relación entre Alex y Emma floreció. Cada encuentro estaba lleno de risas, conversaciones profundas y momentos que hacían que sus corazones latieran más rápido. Se sentía como si estuvieran escribiendo su propia historia de amor, página por página.
Una tarde soleada, Alex llevó a Emma a un parque cercano. Habían traído un picnic y se acurrucaron en una manta mientras compartían una comida. El viento jugaba con sus cabellos mientras hablaban sobre sus sueños y aspiraciones.
"Si pudieras viajar a cualquier lugar del mundo, ¿a dónde irías?" preguntó Emma, mirando hacia el cielo azul.
Alex se quedó pensando por un momento. "Creo que a Italia. Me encantaría recorrer las calles adoquinadas de Roma y probar auténtica pasta."
Emma sonrió y miró hacia él. "Entonces, definitivamente tenemos que hacerlo realidad algún día."
Alex la miró, sintiendo una calidez reconfortante en su pecho. "¿Eso significa que planeas quedarte por un tiempo?"
Emma asintió con una sonrisa juguetona. "Sí, Alex, creo que no podrás librarte de mí tan fácilmente."
Y así, la relación entre Alex y Emma siguió creciendo, llena de momentos dulces y memorables. Pasearon por museos, exploraron la ciudad y compartieron secretos que nunca antes habían compartido con nadie. Cada día parecía una nueva aventura y cada momento juntos los acercaba más.
Sin embargo, incluso en medio de esta dulce etapa de su relación, había momentos en los que Alex notaba destellos de inseguridad en los ojos de Emma. Momentos en los que parecía distante, como si hubiera un muro entre ellos que Alex no podía traspasar.
A pesar de estos pequeños misterios, Alex se encontraba cautivado por Emma de una manera que nunca había experimentado antes. Cada día, la relación florecía con la promesa de un amor verdadero y genuino. Pero lo que Alex no sabía era que el dulce comienzo solo era el prólogo de una trama mucho más compleja que estaba a punto de desplegarse.
Los días pasaban y la relación entre Alex y Emma parecía un sueño en el que ambos estaban sumergidos. Sin embargo, el suave resplandor del comienzo comenzó a desvanecerse lentamente a medida que pequeñas grietas se hicieron visibles.
Una tarde, mientras caminaban por el parque, Alex notó que Emma estaba distante. Sus respuestas a sus preguntas eran cortas y su mirada estaba perdida en el horizonte. "¿Estás bien?" preguntó, tratando de ocultar su preocupación.
Emma suspiró y miró a Alex. "Sí, solo estoy pensando en algunas cosas."
Alex asintió, tratando de darle espacio. Sin embargo, la tensión persistía y el silencio entre ellos se volvía incómodo. "¿Hay algo que quieras hablar?" preguntó, sintiendo cómo algo se retorcía en su estómago.
Emma se mordió el labio y luego suspiró. "No es nada importante. Solo algunos asuntos personales."
A pesar de sus intentos por disipar la tensión, Alex no pudo evitar sentir que algo había cambiado. Esa noche, mientras estaba solo en su apartamento, reflexionó sobre su relación. Las pequeñas discusiones habían reemplazado las risas constantes y las miradas perdidas en el horizonte se habían vuelto más frecuentes.
La siguiente semana, Emma comenzó a cancelar sus planes juntos con excusas que parecían endebles. "Tengo mucho trabajo," "No me siento bien," o "Algo surgió de último momento." Cada vez que una cita se posponía, Alex sentía un ligero pinchazo en su corazón, pero se esforzaba por comprender y darle espacio a Emma.
Sin embargo, la distancia entre ellos se volvió más evidente. Las conversaciones eran más superficiales y las risas, más forzadas. Alex sabía que algo no estaba bien, pero no sabía cómo abordar el problema sin empeorar las cosas.
Finalmente, una noche, mientras compartían una cena en un restaurante acogedor, Alex decidió enfrentar la tensión que los estaba separando. "Emma, siento que últimamente hay algo que está interponiéndose entre nosotros. ¿Puedes decirme qué está pasando?"
Emma bajó la mirada, evitando el contacto visual. "Es solo que... No sé, Alex. A veces siento que necesito espacio para pensar en las cosas."
Alex asintió, aunque su corazón latía con una mezcla de tristeza y frustración. "Entiendo que necesites tiempo, pero también quiero que sepas que estoy aquí para ti. Quiero que podamos hablar sobre lo que sea que esté pasando."
Emma levantó la mirada, y por un momento, Alex vio una tormenta de emociones en sus ojos. "Lo sé, Alex. Solo dame un poco más de tiempo, ¿de acuerdo?"
A pesar de sus palabras, la duda seguía latiendo en el corazón de Alex. A medida que los días pasaban, la incertidumbre crecía, y las grietas en la felicidad que habían compartido parecían más profundas. La pregunta que lo atormentaba era si podrían superar esta prueba o si estas primeras señales de conflicto serían el presagio de algo más complicado y doloroso.
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