Ese Lugar Al Que Llamamos Hogar
El sonido de aquel antiguo reloj colgado en la pared lo despertaba como todos los días. Las ventanas de su habitación se encontraban ya abiertas así que sentía el fresco aire del viento que soplaba fuera, era un día precioso sin duda.
Ordenó su cama, sacudiendo con sumo cuidado las sábanas mientras soltaba uno que otro bostezo. Estiró un poco su cuerpo sintiendo como este se hallaba recargado.
Caminó saliendo de aquella habitación y dejó la puerta abierta para que aquella brisa ingresara al resto de la casa. No era un lugar enorme, solo una pequeña casa de una planta con algunas pocas paredes; a ella le gustaban los ambientes abiertos.
Pasando por la pequeña sala, llegó pronto a la cocina donde en la mesa descansaban un plato con un poco de pan y una taza de té del que aún salía algo de vapor.
Tomó asiento en la silla, procediendo a tomar aquella taza. Y todo cambió de repente.
Un plato vacío, una taza fría.
Ella ya no estaba más allí.
Y por aquellas ventanas por las que ingresaba la cálida luz del sol, ahora ingresaba aquella gran cantidad de agua destrozando todo a su paso.
Abrió sus ojos de pronto, despertando asustado. El sonido de aquel antiguo reloj colgado en la pared lo despertaba como todos los días. Las ventanas de su habitación se encontraban ya abiertas así que sentía el fresco aire del viento que soplaba fuera, era un día precioso sin duda.
Salió corriendo por aquella puerta de la casa, mirando hacia al rededor de aquel sitio. Veía el tranquilo mar rodear aquella isla solitaria, oía el aullido del viento y veía las blancas sábanas moverse con el viento en aquel viejo tendedero.
—¡Dai!—llamó preocupado. Caminó apresurado a aquel pequeño huerto, encontrando solamente su silencio.—¡Daiana!.—gritó con más fuerza.
Agitado corrió hasta el pequeño puerto que se hallaba algo lejos de aquella casa, desesperado por encontrarse en el camino con aquella figura que lo despertara de ese horrible sueño.
Mirando a la lejanía, sus ojos se llenaron de lágrimas y sintió su pecho aliviarse. El viento inquietaba aquella larga falda al igual que sus cabellos; ella venía rumbo al hogar cargando aquellos baldes con agua.
—¡Daiana!.—oyó aquella voz llamándola.
—¿Levi?.—murmuró extrañada.
Corriendo hacia ella como si se tratara de un esperado reencuentro, pronto sintió como sus cuerpos colisionaron haciendo que ambos cayeran al suelo y se derramara aquella agua que contenían los baldes.
—Daiana—murmuró fuertemente abrazándose a ella.
—Levi—respondió extrañada.—¿Qué sucede?, ¿Por qué aún estás en ropa de dormir?.
—Te extrañé—pronunció dejándola más extrañada.—Creí que no volvería a verte.
Ella únicamente correspondió a aquel abrazo que parecía tranquilizarlo, sentía como el delgado cuerpo de su esposo parecía temblar entre sus brazos. No comprendía lo que sucedía, ni por qué él reaccionaba así.
Atizaba con tranquilidad el fuego de aquel pequeño horno donde calentaba una vieja tetera con agua. Sentía la mirada fija del joven en ella más allá del calor que el fuego emanaba.
Volteó pronto y aún veía vestigios de lo que parecía miedo en su pálido rostro. Tomó asiento junto a él y acariciando sus manos, él se aproximó hasta recostarse contra el cuerpo de su esposa.
—Se sintió muy real.—murmuró suavemente.
Los cálidos brazos de su esposa lo volvieron a cubrir y sintió sus manos acariciar sus cabellos. Cerró sus ojos ante aquel amoroso beso en su cabeza.
—Tenía miedo de no encontrarte.—pronunció finalmente.
—No me iré a ningún lugar.—respondió sinceramente.
El tiempo pasó con cierta tranquilidad, estar entre esos cálidos brazos siempre lo llenaban de seguridad, en esa joven estaba su hogar.
—Es un poco patético que siga angustiado por un sueño, ¿Verdad?.—expresó.
Siendo sincero, se sentía bastante avergonzado por ser consolado así por ella. Ya no era un niño.
—Todos podemos sentir miedo, a mí me dan miedo las tormentas y lo sabes bien.—pronunció.
—Pero las tormentas son muy fuertes aquí, el mar se agita y se ven muchos rayos en el cielo—corrigió rápidamente.—Además es algo real, lo mío fue solamente un sueño.
—Lo que intentaba decir es que, el miedo puede ser producido por cualquier cosa—intentó explicar.—Al final, sin importar lo que lo haya causado, el sentimiento que nos queda por dentro es lo que importa.
Debía admitir que tenía razón, cuando llegaban los días de tormenta, ella siempre se encerraba en la habitación; cubría sus oídos y cerraba fuerte sus ojos. Cuando la tormenta pasaba, ella parecía volverse silenciosa e incluso parecía alejarse de él.
Pero aunque solamente fue un sueño, él la buscó y sabía que esa horrible sensación en su interior no se iría hasta sentir que estaba con él.
Ella le temía a las tormentas por el ruido fuerte. Él le temía a encontrarse solo.,
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Updated 30 Episodes
Comments
Eden Kesay
Hermoso 💟 comienzo, me re creí q ya no estaba🫣, pero era solo un sueño 😴, que alivio 🤭
2024-07-29
2
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
2023-07-22
1