Capitulo 4

RELATA SEBASTIÁN CONRAD

Mi padre insiste en que me case, hoy me arreglo un cita a ciegas, en un restaurante nuevo, que abrió un conocido de él.

Soy el único heredero de una compañia de alta Tecnología. Además trabajo en la compañía.

Me llama un día mi padre y me dice.

Sabastian, te concerté una cita con una chica muy linda, hija de un amigo de mi infancia en el restaurante de un conocido, no puedes faltar, es la oportunidad de que conozcas a tu futura esposa.

- Esta bien papá, pero no te prometo nada.

Tengo 28 años, tuve una novia que el destino me la arrebató, más bien un borracho me la mató hace dos años y se dio a la fuga. Aun no doy con su paradero. Y no solo murió la mujer que amaba sino también el hijo que llevaba en su vientre.

Belinda era la mujer con quien compartiría mi vida. No sabia de su embarazo hazte ese fatídico día. Después de ella, ninguna otra mujer a llamado mi atención. He velado sus recuerdos estos dos años.

Mi padre me dice que siga adelante, la tristeza casi me llevo al borde de la muerte hace un año. Por eso mi papá se empeña que conozca a una buena chica que este a mi lado. A el no le importa si la chica sea de buena familia o no, lo que le importa es que me haga feliz. Mi madre igual piensa los mismo.

Esa noche fui a la cita que me había pedido mi padre ir. La chica era linda, educadita. Nada malo se veía en ella. Pero no me interesaba.

La verdad no estaba interesado en la chica de la cita sino más bien me llamo la atención la chef del lugar. Tuve la oportunidad de verla, cuando algunos clientes del lugar, pedían felicitarla personalmente.

Su rostro me llamo la atención, más que lo físico, el uniforme no se podía ver si su cuerpo era curvilíneo. Pero su rostro era angelical.. Una pestañas largas, como si fueran artificial , sus ojos eran color miel, su pelo negro largo lo llevaba en una trenza qué por lo menos le llegaba a la cintura, una pequeña nariz respingada y su cara era como de una muñeca barbie y su sonrisa perfecta, pude notar que se le hacian unos hoyuelos en las mejillas y casi nada de maquillaje.

Mi cita al parecer se dio cuenta, qué cada vez que aparecía la chef, perdia el interés en la conversación, lo que llevo a pedirme que no la volviera a llamar. Y así se fue sin más, lo que sinceramente agradecí en mis pensamientos.

Ahora necesitaría una buena explicación a mi padre.

Pague la cuenta y llamo a Manuel mi chófer que me recoja. El restaurante ya estaba cerrando. Para ser el día de inauguración le fue bastante bien.

Manuel llega y me ve, sabe de inmediato que no me fue bien en la cita.

Nada que decir le digo. Antes que pregunte.

Manuel es mi chófer además de ser la persona en quien más confío. Me conoce tanto que sabe hasta conoce mis estados de ánimo con solo verme a la cara.

Íbamos de camino a casa cuando veo caminar a la chica del restaurante, a la chef. A ella la vi subirse a un carro al cerrar.

Me llamo la atención que estuviera caminando sola, le digo a Manuel que baje la velocidad. Quería verla un poco más, no se porque, pero llama ni atención.

Ella vestía de forma sencilla, unos jeans, una blusa a cuadros y unos tenis blancos, esta vez llevaba su cabellera suelta. Y vaya que lo tenía largo, hermoso se le veía.

La veo entrar a una tienda, al rato sale con un helado en la mano, se sienta en los bancos.

Le digo a Manuel que vaya por algo para beber. Y me quedo contemplandola.

Ella estába sumida en sus pensamientos, miraba hacia el cielo.

Se le acercan tres hombres que pasaban por el lugar, era evidente que tenían copas de más. Y la estaban molestando.

Algo le dijo uno de ellos mientras los otros dos la rodeaban.

Ella se levanta, pero es tomada del brazo. Me preocupo que nada bueno podía pasarle. Salgo del auto, ella da un pisotón al hombre que la tiene tomada del brazo. Éste levanta la mano para golpearla. Lo alcanzo a detener, la tomo a ella y la coloco detrás de mi. En eso llega Manuel y se encargo de ellos.

Ella asustada se asoma y nos da las gracias. Toma sus cosas y sale corriendo y se sube a un taxi.

Nosotros nos quedamos mirando como se iba. No alcance ni a preguntar si se encontraba bien o como se llamaba y si gustaba la podía ir a dejar a su casa.

Quien era, me pregunta Manuel.

No lo sé, no tuve tiempo se preguntar.

Y nos subimos al auto.

No le iba a decir a Manuel que a la chica la había visto en el restaurant donde fui a mi cita a ciegas.

Llegué a mi departamento me saque mi saco y la corbata. Voy directo a mi dormitorio me siento en la cama y me quedo pensando en la chica. En su sonrisa y después en como parecía un pequeño ratoncito asustado qué salía corriendo.

Sonreí y moví la cabeza. Me levante y metí a la ducha. Me puse solo la parte de abajo del pijama y me acosté. No demore en caer en los brazos de morfeo.

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