Henry
Marcelo y yo estamos detrás de escena.
Y estoy sorprendido de poder competir en el festival junto al único hombre que aceptó bailar conmigo.
— He terminado de bailar el tango masculino contigo, que es mi mejor amigo y mi amante, y creo que vamos a ganar.
No me gusta que Marcelo se refiera a mí como un amante, porque lo que sucede entre nosotros es más que una simple aventura de una noche, así que lo regaño.
— Marcelo no me gusta que te hayas referido a mí como tu amante, somos novios y te quiero mucho.
- Henry, no te enojes conmigo, yo también te amo Henry y el baile me sacó de una depresión que pensé que terminaría con mi vida.
No puedo resistirme a tirar de Marcelo hacia mí y besar sus labios, un beso íntimo, no tan ardiente.
- Henry, qué prefieres:
- Vete a casa, ya que bailamos y tenemos que esperar a ver si estábamos clasificados o quedarnos a ver bailar a los demás concursantes.
- Marcelo, prefiero ver a los otros concursantes, para que podamos trabajar en nuestra próxima coreografía.
- Está bien, estoy de acuerdo, busquemos lugares para sentarnos.
Entramos en la sala y buscamos lugares para sentarnos, cuando encontramos los asientos nos sentamos y observamos a los otros competidores.
Mientras otros hombres bailaban, yo me perdía en los recuerdos.
Recuerdos de Henry
Arlete
Dejé a Henry en la habitación junto a su hermana, cuánto dolor pasan mis amigos al perder a sus padres de una manera tan trágica. Oigo a alguien tocar el timbre.
"El Dr. Juan Manuel ha llegado"
Yo mismo le abro la puerta al abogado.
- Dr. Juan Manuel, me alegro de que hayas venido.
- ¿Pequeña qué pasó? Estabas muy angustiada por teléfono.
- Por favor, venga Dr. Juan, mi madre lo está esperando en la habitación, acompáñeme allí mi madre explica lo que pasó.
El Dr. Juan me acompaña y entramos en la habitación.
Cuando mi madre ve al Dr. Juan, se levanta para saludarlo.
- Dr. Juan, me alegro de que hayas venido.
— Tienes que decirme qué está pasando, Arlete estaba muy angustiada por teléfono.
- Por favor, Dr. Juan, entre y siéntese, le explicaré lo que está pasando.
Mi madre habla de Henry y su hermana pequeña que tienen miedo de separarse, debido a que sus padres murieron en el accidente de autobús que ocurrió en la Avenida Nueve de Julio anteriormente.
—Entiendo que dices que el niño tiene dieciocho años, ¿verdad?
- Exactamente, el Dr. Juan, está desesperado.
— Él sabe que la justicia va a cobrar al menor, aquí en Argentina la mayoría de edad es de veintiún años, no puede cuidar a su hermana aunque quiera.
- Conozco tanto a este Dr. que Henry y yo recogimos a su hermana antes en la escuela por temor a que el palo de la infancia recogiera a las niñas de la escuela.
El abogado entiende entre líneas lo que quiere su viejo amigo.
- Margaret, entiendo lo que quieres, quieres convertirte en la responsable legal de Nayara, ya que Henry tiene dieciocho años y puede seguir con la vida .
Mi madre pelea con el abogado, ya que podía decir alguna tontería, dándose cuenta de que los ánimos se iban a calentar intercedo:
- El Dr. mi madre los apoyará a ambos y se encargará de todos los procedimientos para cubrir y enterrar a los padres de mi amigo.
- Entiendo que puedo redactar un poder notarial provisional para que ella tenga la tutela de la niña, y presento una demanda para que gane la tutela definitiva de Nayara.
- Así es, el Dr. todavía tiene tiempo para estar hoy, me temo que la corte vendrá a mi casa a tomar a Nayara y eso no lo permitiré.
- Iré a la cárcel, pero no lo permito.
El Dr. Juan Manuel mira el reloj y dice:
— Dame tiempo, escribo el poder notarial, lo llevo a la notaría, reconozco la firma de tu firma y le pido al juez que lo analice con urgencia.
- ¿Puedo usar su computadora?
A petición de mi madre, preparo la computadora para el Dr. que en menos de una hora entregó el poder notarial para que mi madre lo firmara.
- Está firmado más iré contigo, no permitiré que se lleven a la niña de mi casa, estos dos ya han sufrido demasiado por la muerte de sus padres, luego me ocupo de la liberación de los cuerpos.
El Dr. Juan no tenía forma de discutir y mi madre lo acompañó.
Dos horas más tarde regresó con el poder notarial final firmado.
— Mamá, ¿cómo lo conseguiste?
— Hija, el dinero compra todo y soy una socialicé y empresaria de gran influencia aquí en Buenos Aires. El juez del tribunal de la infancia no solo golpeó el martillo, sino que dijo que no permitiría que nadie alegara la custodia de la niña, la tutela es irrevocable.
Emocionada, abracé a mi madre y corrí a darle la noticia a Henry y Nayara.
Buenas noticias en medio de tanta tragedia.
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