Capítulo 5: Entre la Protección y los Vínculos Inesperados
Los días transcurrieron en un torbellino de pensamientos y emociones. Mi mente se debatía entre la responsabilidad de cumplir el trato y mis propios sentimientos, o más bien, la falta de ellos. Gabriel seguía presente en mi vida, apareciendo en los momentos más inesperados, y cada encuentro aumentaba la tensión entre nosotros.
Una tarde soleada, decidí visitar a mi madre en el hospital. Ella se estaba recuperando de una enfermedad y deseaba pasar un rato con ella, buscando algo de consuelo y cercanía familiar. Mientras caminaba por los pasillos del hospital, sin sospechar lo que estaba por venir, me vi envuelta en un incidente repentino.
El bullicio del hospital se mezclaba con los murmullos de los pacientes y el trajín de los médicos y enfermeras. Mientras buscaba la habitación de mi madre, un alboroto cerca de la sala de emergencias captó mi atención. Curiosa, me acerqué y vi a un grupo de personas discutiendo acaloradamente.
Una mujer angustiada yacía en el suelo, mientras que un hombre de aspecto amenazador se enfrentaba a quienes intentaban ayudarla. Sin pensarlo dos veces, me acerqué para tratar de calmar la situación, pero fui empujada violentamente por el hombre.
Caí al suelo, aturdida y con el corazón acelerado. Mientras trataba de recuperarme, una figura familiar se interpuso entre el agresor y yo. Gabriel, con su mirada penetrante y su presencia imponente, se enfrentó al hombre con determinación.
"Deja de causar problemas", dijo Gabriel con una voz fría y autoritaria. "No te atrevas a tocarla nuevamente".
El hombre, sorprendido por la aparición repentina de Gabriel, retrocedió, temeroso. Gabriel me extendió la mano, ayudándome a ponerme de pie.
"¿Estás bien, Emily?", preguntó con preocupación, su voz suavizándose momentáneamente.
Asentí, agradecida por su intervención oportuna. Aunque había rechazado su propuesta de matrimonio, no podía negar que estaba allí cuando lo necesitaba.
"Gracias, Gabriel", le dije, sintiendo una mezcla de gratitud y confusión. "No esperaba verte aquí".
Gabriel me miró por un momento, sus ojos oscuros transmitiendo una multitud de emociones. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, su amigo millonario, junto con un grupo de guardaespaldas, apareció a su lado.
"¿Qué sucede aquí?", preguntó su amigo con voz autoritaria, mirando la escena con preocupación.
Gabriel asintió hacia mí. "Este hombre estaba causando problemas y empujó a Emily. Intervine para protegerla".
El amigo de Gabriel me miró con curiosidad y luego se dirigió al hombre problemático. "Estás acabado. No vuelvas a acercarte a esta mujer o enfrentarás las consecuencias".
El hombre, intimidado por la presencia de los guardaespaldas, retrocedió y se alejó del lugar.
Una vez que la situación se calmó, miré a Gabriel con una mezcla de gratitud y perplejidad. "Gracias por ayudarme. No esperaba verte aquí, especialmente en compañía de... amigos tan influyentes".
Gabriel se mantuvo inexpresivo, como si estuviera acostumbrado a situaciones de ese tipo. "Estoy aquí en un asunto personal. Mi amigo tenía un familiar enfermo y lo acompañé".
Aunque su respuesta parecía sincera, una parte de mí seguía cuestionando las verdaderas razones detrás de su presencia en el hospital. ¿Estaría monitoreando mi vida de cerca? ¿O simplemente fue una coincidencia fortuita que nos encontráramos en ese momento?
Sin decir una palabra más, Gabriel se dio la vuelta y se marchó con su amigo millonario y los guardaespaldas, dejándome con una mezcla de emociones y preguntas sin respuesta. Su partida repentina me dejó pensando en el trato que aún persistía entre nosotros. ¿Habría más en juego de lo que yo creía? ¿Qué significaba su intervención en ese momento crucial?
Mientras dejaba el hospital, una sensación de confusión y curiosidad se apoderó de mí. Gabriel había demostrado una vez más que estaba dispuesto a protegerme, a pesar de nuestra situación complicada. ¿Qué significaba eso para nuestro futuro? ¿Y cómo encajaba todo esto en el trato que habíamos hecho años atrás?
Los días siguientes estuvieron llenos de reflexión. Las palabras y los gestos de Gabriel se reproducían en mi mente una y otra vez, alimentando mis pensamientos. Su protección en el hospital me dejó con una mezcla de gratitud y desconcierto. ¿Podía confiar en él? ¿Qué tan profundas eran nuestras conexiones?
Mis pensamientos constantemente regresaban al trato que habíamos hecho años atrás. El misterio que envolvía nuestra relación me atormentaba. A pesar de haber rechazado su propuesta de matrimonio, Gabriel seguía siendo una presencia constante en mi vida, desafiando mis expectativas y planteando interrogantes que no tenía respuestas.
Me encontraba en una encrucijada entre la responsabilidad de cumplir con el trato y mi anhelo de un amor auténtico. Cada vez más, sentía la necesidad de desentrañar los lazos que nos unían y descubrir la verdad detrás de nuestro destino entrelazado.
Una noche, mientras contemplaba el cielo estrellado desde mi ventana, pensé en Gabriel y en cómo había aparecido en mi vida en el momento justo para protegerme. ¿Qué significaba eso? ¿Y por qué sentía una extraña atracción hacia él a pesar de todo?
Mis pensamientos se sumergieron en una espiral de dudas y preguntas sin respuesta. A medida que el viento susurraba entre los árboles, sentí un impulso incontrolable de descubrir la verdad. No podía dejar que el trato dictara mi destino sin entender completamente sus implicaciones.
Decidida a desafiar mi propio destino, tomé una resolución audaz. Buscaría a Gabriel y le pediría las respuestas que tanto anhelaba. Quería entender el verdadero significado de nuestras conexiones y desentrañar los misterios que envolvían nuestro trato
A la mañana siguiente, me armé de valor y decidí buscar a Gabriel. Sabía que no sería fácil encontrarlo, pues parecía moverse en las sombras, apareciendo y desapareciendo en los momentos menos esperados. Pero no podía dejar que el misterio y la incertidumbre dominaran mi vida.
Investigué a través de contactos y pistas que había recopilado sobre Gabriel en los encuentros pasados. Finalmente, llegué a la dirección de un lujoso edificio en el corazón de la ciudad, donde se rumoreaba que tenía una oficina. Me adentré en el elegante vestíbulo y, con determinación, subí en el ascensor hasta su planta.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, me encontré en un impresionante vestíbulo, con suelos de mármol y grandes ventanales que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Avancé hacia la recepción, donde una asistente de apariencia impecable me recibió con una sonrisa.
"¿En qué puedo ayudarla?", preguntó amablemente.
"Estoy buscando a Gabriel", respondí con una mezcla de nerviosismo y determinación. "Es importante que hable con él".
La asistente me estudió brevemente y luego asintió. "Lo siento, pero el señor Gabriel no está disponible en este momento. ¿Tiene una cita?"
Negué con la cabeza, frustrada por el obstáculo. "No, no tengo una cita. Pero es crucial que hable con él. Es sobre un asunto personal muy importante".
La asistente pareció comprender la urgencia en mi voz y suspiró. "Lo siento, pero no puedo ayudarla sin una cita. Gabriel es un hombre muy ocupado y sus reuniones son programadas con anticipación".
Desanimada pero decidida, busqué una alternativa. "¿Puedo dejarle un mensaje o alguna forma de contacto? Es urgente".
La asistente consideró mi solicitud y finalmente asintió. "Déjeme su nombre y número de teléfono. Le haré llegar su mensaje a Gabriel y él decidirá si desea contactarla".
Agradecí su ayuda y le entregué mis datos de contacto, esperando que Gabriel recibiera mi mensaje y decidiera hablar conmigo. Sabía que mi búsqueda de respuestas no terminaría aquí, pero al menos había dado el primer paso hacia una posible conversación reveladora.
Con el corazón lleno de esperanza y ansiedad, abandoné el edificio y regresé a mi vida cotidiana. Los días pasaron sin noticias de Gabriel, pero yo me aferraba a la esperanza de que algún día, él me buscaría o respondería a mi mensaje. Mi mente se llenaba de especulaciones y suposiciones sobre nuestras conexiones y el trato que aún persistía entre nosotros.
Mientras tanto, continué explorando mi propio camino en busca del amor y la felicidad verdadera. Mis experiencias y encuentros con otras personas me recordaban que había más en la vida que el trato con Gabriel. Me di cuenta de que merecía un amor auténtico, uno basado en el amor mutuo y el respeto, y no solo en un pacto del pasado.
A medida que el tiempo pasaba, mi mente y mi corazón seguían anhelando respuestas. ¿Qué sería de nuestro destino entrelazado? ¿Encontraría Gabriel el valor para enfrentar las preguntas que nos rodeaban? Estaba lista para descubrir la verdad, incluso si eso significaba enfrentar una realidad desconcertante y desafiante.
Y así, con cada día que transcurría, mi determinación se fortalecía. No podía quedarme inmóvil y dejar que el destino me arrastrara sin resistencia. Estaba dispuesta a luchar por la verdad y desentrañar los secretos que envolvían nuestra conexión. Mi búsqueda de respuestas me llevaría por un camino sinuoso, pero estaba lista para enfrentar los desafíos que se avecinaban.
Continuará...
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