La leyenda de la vainilla
Hace mucho tiempo, el rey Teniztli tuvo una hija a la que llamó Tzacopontziza, que significa “lucero del alba”. Tzacopontziza era bellísima, y por lo mismo, su padre se encargó de consagrarla al culto de la diosa Tonacayohua; de esta forma, ningún hombre podría unirse a ella. Pero esto no evitó que el joven Zkatan-oxga, “joven venado”, la enamorara.
Los jóvenes decidieron huir. Pero durante su escape, un monstruo conjurado por la diosa vigilante les arrojó fuego, evitando que huyeran y provocando que fueran capturados por los sacerdotes. Ya amordazados, les sacaron el corazón y los arrojaron a una barranca.
A los pocos días, los habitantes se dieron cuenta de que un arbusto comenzaba a crecer. A su lado, también florecía una orquídea, la cual trepaba por las raíces del arbusto y comenzaba a abrazarlo con forma de brazos de mujer. Al mismo tiempo, el arbusto protegía a la orquídea del sol, lo cual permitió que se llenara de flores en tono amarillo pálido.
Fue tal la belleza y la abundancia de este florecimiento, que el pueblo no pudo ignorarlo. Habían llegado a la conclusión de que los corazones de los amantes se habían unido más allá de la vida carnal, dando aquellos frutos. El padre, avergonzado, declaró que la orquídea se convirtiera en la planta sagrada de su pueblo, llamándola Xanath, “flor recóndita”. Así, Tzacopontziza y Zkatan-oxga siguieron unidos por el resto de su historia.
Autora
está historia la encontré y pues para no escribir garabato lo subí
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