Capítulo 3.

...El reloj: IL Volo....

Gracias a este trabajo he podido viajar y conocer más de lo que hubiese podido por mi cuenta, soy de una familia clase media, no somos millonarios, pero tampoco pasamos necesidades, mi hermano y yo estudiamos para trabajar y obtener lo nuestro, es duro, pero no es imposible y mi otra hermana estudió, pero nunca le ha gustado trabajar, buena para nada.

De nosotros tres, mi hermano y yo somos más centrados y maduros que ella.

El hotel es bonito y acogedor, lujoso cómo siempre, el señor Joseph es bastante ostentoso y más si se trata de su comodidad.

Miro mi reflejo en el espejo de cuerpo completo y sonrío, me veo muy bien, pero retomaré el gimnasio por las tardes después de que llegue del trabajo, desde que tengo 15 años he mantenido una vida fitness y a lo que cumplí los 20 entre a entrenar con pesas. Hace dos años pare por lo que sucedió, pero ya quiero regresar, siento que ya me hace falta.

Me termino de dar los últimos retoques en mi cabello, hice un pequeño recogido para verme un poco diferente, iremos a conocer las instalaciones de los restaurantes donde ahora mi jefe es socio mayorista y luego cenaremos.

Llevo un vestido casual, pero elegante de color rosa palo que llega hasta las rodillas, unas sandalias negras con un poco de plataforma, un maquillaje sencillo y salgo de la habitación.

Soy muy sencilla, porque realmente no me gusta nada extravagante ni exagerado, me gusta más la frescura o lo natural. Cuido mucho mi piel, sobre todo la de mi rostro y si no quiero usar maquillaje no lo hago y aún así la gente pensaría que si lo estoy usando.

Me encuentro a mi jefe saliendo de su habitación y juntos nos juntamos con el señor Johnson, va muy guapo con su traje negro.

Dios me pone unas pruebas demasiado difíciles, no sé de dónde diablos salió ese hombre, pero no encuentro razón lógica para que llame tanto mi atención.

Los restaurantes son bastante lindos, creo que el problema de estos lugares es que el administrador está robando y duramente, mi jefe en estos casos hace limpieza de personal, o sea todo el mundo es investigado y unos cuantos pierden su trabajo.

A Joseph le encanta esto, la verdad no es tan malo, porque o hace de la empresa una muy exitosa o ayuda a que sea, él tiene hoteles, empresas de bienes y raíces, cadenas de diseños de ropa y ahora que es socio de este señor trajes bonitos. También es uno de los mayores inversores en la educación y hospitales, no es tan malo como mucha gente piensa, solo que es amargado.

—Joseph, señorita Young, él es Andrew Thompson, el administrador y encargado— presenta James.

—Un gusto— digo analizandolo, soy buena para este tipo de cosas.

—Él la ayudará a tener toda la información de nuestros empleados— dice y lo mira, me sorprendo al ver su mirada dura hacia el hombre.

—Muy bien, iremos ahora mismo a los archivos— digo colocándome de pie.

Quiero reír con tan solo ver la expresión del rostro del hombre, no esperaba que quisiera ver todo ahorita mismo. Soy la asistente personal, mano derecha, amiga y confidente en muchos casos y Joseph confía en mí, llevamos 2 años en esto.

Por eso les digo, que gracias a todo lo que he aprendido sobre negocios, administración y comercio me he mantenido aquí, es más por eso que por nuestra extraña amistad, aunque un día confesó que podría despachar a todo el personal, pero que jamás se iba a deshacer de mi, según él, soy demasiado importante dentro de la empresa, pero bueno.

Me apodero de archivos y todo lo referente a lo digital, mando todo a nuestro gerente de sistemas y cambio las claves de seguridad para que solo mi equipo y yo tengamos acceso al sistema, sé que encontraremos movimientos ilicitos aquí dentro.

Un hombre tan guapo con aires de negocios es un desastre en esto, ha dejado a un hombre de administrador y encargado sin conocerlo, teniéndole confianza y poniendo en sus manos su patrimonio, esfuerzo, sudor y lágrimas para que robara.

Solemos ser muy tontos.

El dinero no es amigo de nadie y cuando te esfuerzas mucho en obtener algo debes pensar bien a quien se lo vas a confiar, porque en la mayoría de los casos nadie quiere bien para nadie.

Anexo todo a mis archivos y salgo de la oficina del señor Andrew, mañana tendré mi reporte elaborado, me gusta hacer este tipo de documentos, son bastante entretenidos.

El chico desconocido me devuelve una respuesta y yo le vuelvo a responder.

De vez en cuando consigo al señor Johnson mirandome y logra colocarme más nerviosa, desconozco todo de él, no lleva alianza matrimonial y eso también es una gran incógnita, tampoco soy capaz de preguntar, no soy tan metiche, aunque la duda me esté carcomiendo.

—Nara— Llama Joseph por el diminutivo de mi nombre que él me coloco y los vellos de mi piel se erizan, cuando lo usa en público dejando saber que somos amigos es porque algo pasa— acaba de llamar Leila que tu madre ha estado llamando desesperada por un accidente que ha ocurrido en su casa— dice y mi corazon da un vuelco.

No digo nada y reviso mi teléfono, abro los ojos sorprendida al ver 30 llamadas perdidas de mi madre, Dios.

—Permiso—digo cómo puedo levantándome de mi asiento y alejándome un poco para llamar a mi madre.

Mamá.

Cariño, necesito que regreses.

¿Qué ha pasado mamá? Me asustas.

Ainara, tu abuelo Marcelo a muerto.

Jadeo, ¡no puede ser cierto! Mi querido abuelo había dejado este mundo y no tuve tiempo de visitarlo cuando tenía vida, duele muchísimo y me siento bastante desesperada. Limpio las lágrimas y me doy vuelta, debo regresar a New York.

—Jos, debo regresar a New York lo antes posible— digo con la voz ronca— he perdido a un familiar y quiero estar con ellos— confieso.

—Lo lamento mucho Nara— se levanta de su asiento y me abraza, me permito llorar entre sus brazos, duele mucho— puedes regresar a New York, mandaré a preparar al jet— dice besando mi frente con ternura y sacando su teléfono—Y tómate todo el tiempo que desees— asiento y antes de girarme le doy un vistazo a James quien nos mira con el ceño fruncido, pero sus ojos no reflejan nada.

Suspiro y regreso a mi habitación, por suerte odio el desorden y solo me cambio de ropa por algo cómodo y bajo con mi equipaje, lista para irme.

No saben lo horrible que me siento, el dolor inmenso que mi corazón está sintiendo.

Marcelo fue el hombre más cariñoso y honesto del mundo, al menos conmigo, siempre estaba presente en su memoria, sobre todo en días importantes como mi cumpleaños. Era mayor y padecía de diabetes y tensión arterial, pero no se cuidaba, vivía su vida sin importarle su salud, algo que nos molestaba a todos, pero él sabía que se iba a morir tarde o temprano.

Intentamos de todo para que su salud estuviera nivelada, pero él no colaboraba, al menos sé que en vida disfruto, comió y gozo su vida.

Siempre lo admiré por ello.

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