Pam;
El saber que tenía un trato con Nat se sentía… De maravilla, aunque fuese algo insignificante, para mí era algo espectacular, tenía algo con él, era algo nuestro, algo sólo de los dos que se sentía como un gran secreto que debía de permanecer oculto.
Recordaba a conciencia nuestro trato, me daban ganas de realmente mentirle al respecto sobre rodar los ojos para ver sí en realidad se daba cuenta.
Un par de días después mi alarma sonó a las 6:30am como todos los días, hice mi rutina de mañana que consistía en mi aseo, antes de irme a las clases particulares, en donde ocupé toda mi atención hasta las 3 de la tarde.
Cada vez que asistía a esas clases, más eran mis ganas de ir a una escuela de verdad, con compañeros de aula, maestros y muchas otras cosas que asumía eran divertidas.
Una vez que regresé a mi alcoba para dejar mis hojas y mis libros, mi celular vibró en mis manos, me sobresalté un poco, era un mensaje de un número desconocido.
Buenas tardes, señorita Giles.
Leí el mensaje de texto 2 veces sin poder creerlo, al llegar a mi alcoba respondí con las manos temblorosas y una extraña sensación de emoción en mi cuerpo, tenía un presentimiento.
^^^“Buenas tardes, ¿quién eres?”^^^
La respuesta fue casi inmediata.
“Apenas van dos días de la última vez que nos vimos, ¿ya te olvidaste de mí?”
^^^“¿Cómo conseguiste mi número?”^^^
“Tengo mis contactos, señorita Giles”
^^^“Muy bien, señor ‘tengo mis contactos’, ¿cómo se encuentra el día de hoy?”^^^
“Algo aburrido, estresado y pensativo, recordé que tenemos un trato, ¿cómo van esos ojos?”
Automáticamente rodé los ojos antes de responder.
^^^“Mis ojos están bien, gracias por preguntar, ¿cómo van los tuyos?”^^^
“Perfectamente, ¿aún no te debo ningún pellizco?”
^^^“No, ¿acaso quiere pellizcarme, señor Webster?”^^^
“Evidentemente quisiera interactuar más con usted, sí a eso se refiere”
Me acosté en mi cama, sonreí como tonta, me llegó otro mensaje.
“¿Tienes WhatsApp?”
^^^“No”^^^
“Descárgalo”
^^^“Sí señor”^^^
Rodé los ojos mientras entraba a la playstore y buscaba la aplicación, comencé a descargarla e ingresé mis datos, agendé el número y a los pocos minutos la conversación siguió por la aplicación, miré su foto de perfil, era una de él con lentes de sol, bebiendo una botella de cerveza, el cabello mojado y un lindo atardecer detrás de él.
Tuve que despedirme de él cuando el entrenador llegó, dejé mi celular cargando y me cambié de ropa, me puse la faja para entrenar y bajé mucho muy motivada y feliz.
El entrenamiento se me hizo ligero, así que terminé rápido, subí a ducharme y a hacer mis tareas, después de la cena volví a revisar el celular, Nat me envió varios links de youtube y una foto suya sin camisa, mostrando su espalda definida y musculosa, “quiero tatuarme la espalda, ¿alguna recomendación?”.
^^^“Tatúate mi nombre”^^^
Puso emojis riendo, después me envío fotos de los posibles tatuajes, escogí uno de dos serpientes que se entrelazaban, después sus cabezas casi formaban un corazón, un destello de luz estaba entre ambas cabezas, me pareció bastante llamativo.
Después de unos días las conversaciones con Nat me mantenían despierta hasta la madrugada, sus mensajes me ponían de buen humor al igual que las fotos que me enviaba constantemente sobre las actividades que hacía durante el día, yo también le enviaba una que otra foto sobre mi rutina aburrida, una vez le envíe un vídeo mío de unos 15 segundos haciendo desplantes en el jardín trasero de mi casa.
“Esas licras se te ven muy bien”
Fue su respuesta, solté una risita divertida.
Preguntaba regularmente sobre mi gesto de rodar los ojos y siempre le decía que no había ocurrido, argumentando que sólo lo hacía cuando estaba estresada o algo me molestaba demasiado y en ese momento estaba demasiado feliz y él era el motivo de mi felicidad, obviamente no le dije eso último por temor a admitir algo que no debería de sentir, pero me era jodidamente inevitable.
Una tarde en particular mis padres salieron junto con Lottie, a un evento de caridad el cual financiaba la familia Webster, mi hermana no paraba de alegar que pasaría la tarde con Nat y lo feliz que eso la hacía sentir.
Yo me revolcaba internamente en mis estúpidos celos infantiles, trataba de recordarme que esa persona no era para mí y debía de poner mi distancia antes de que fuese tarde.
Pero mi tonto y débil corazón había silenciado la voz de mi cerebro y yo no podía ir en contra de mis sentimientos.
Nasy se fue con Clara, así que yo me quedé sola en casa, leyendo algún libro viejo y resaltando las frases que más me habían gustado, de repente escuché un extraño ruido en mi ventana, la cortina se movió, me entró el pánico, me senté en la cama, la cortina se volvió a mover y una silueta apareció detrás de esta, mi corazón latió frenético y estuve a punto de gritar de terror y salir corriendo cuando vi una cabellera azabache.
—Hola. —me sonrió como sólo él sabe hacerlo, solté un jadeo, le lancé el libro, lo esquivó como si nada.
—Eres un tonto, feo y cruel, me espantaste. —sentí que los ojos me picaban, el estómago se me revolvió y la respiración se me agitó sin darme cuenta.
—Tan pequeña y tan agresiva. —entró por completo a mi alcoba, tomó el libro y se acercó a mí, me crucé de brazos.
—¿Qué haces aquí?
—Quiero que me acompañes a tatuarme la espalda. —sonrió.
—¿Qué no tienes un evento de caridad? —señalé su vestimenta, el infaltable traje negro hecho a la medida que resaltaba su figura y la camisa gris oscuro que usaba debajo del saco.
—Sí, pero me aburrí a muerte, así que pensé en hacer algo más productivo.
—¿Qué puede ser más productivo que ayudar a las personas? —me ofendí.
—No me malentiendas, pero ya doné lo que tenía que donar a la beneficencia, lo demás sólo eran charlas entre personas ricas y pérdida de tiempo, también di mi discurso y me aplaudieron todos. —sonrió como si nada, rodé los ojos.
—Pero se supone que…
—¿Cuántos pellizcos te debo? —se sentó a mi lado.
—Ninguno.
—Sí me mientes entonces son pellizcos dobles. —estiró la mano, apenas iba a tocar mi cintura, pero me levanté de un salto.
—Sólo lo hice 4 veces, lo juro. —levanté las manos, sonrió un poco.
—Entonces sólo son 4 pellizcos.
—Pequeños. —pedí.
—Pequeños. —prometió, se levantó, me dio un par de pequeños pellizcos en la cintura, uno en un brazo y otro en la mejilla—. Me encantan tus mejillas. —apretó la otra y sacudió ligeramente mi cabeza, aún sin soltar mis mejillas.
—Oye… —sujeté sus muñecas, no me soltó, quise tomar las suyas, pero no alcancé, ya que hizo la cabeza hacía atrás.
—¿Sí me vas a acompañar a tatuarme la espalda? —preguntó.
—Suéltame y te acompaño. —me quejé cuando las mejillas comenzaron a dolerme.
—Vámonos. —me soltó, me puse mis tenis, una sudadera y vi que planeaba salir por la ventana.
—Yo salgo por la escalera y te veo abajo. —avisé, él me miró confundido mientras yo salía de mi alcoba, él me siguió, ambos salimos por la puerta principal como si nada, el personal no se encontraba y prácticamente estaba sola en casa, caminamos a la siguiente cuadra en donde se encontraba su lujoso auto, subimos a el y manejó hasta el centro.
—¿Cómo te ha ido? —preguntó casual.
—Aburrido.
—¿Ah sí? ¿Por qué?
—Supongo que así es mi vida diaria, es bastante tranquila, aunque aburrida. ¿Cómo va la tuya?
—Estresante, ¿ya te dije que odio ser adulto?
—Sí, lo has dicho muchas veces. —sonreí un poco.
—Pues odio ser adulto, es mucho trabajo, prefiero tener tú edad e ir al instituto.
—Yo no voy al instituto. —se me salió decirle.
—¿Al colegio?
—Tampoco, hago homeschool.
—¿Ah sí? ¿Desde cuándo?
—Toda mi vida, prácticamente. —fruncí levemente el ceño.
—Ya veo, ¿te gusta?
—Pues me gusta estudiar, así que sí, me gusta. —encogí un hombro.
—¿No te gustaría estudiar en un colegio, o al menos en un homeschool con más alumnos iguales a ti?
—Lo pedí hace tiempo, pero mis padres creen que más personas podrían distraerme.
—Tus padres son algo raros, sin ofender. —detuvo el auto en el centro.
—Lo sé, no me ofende. ¿Es aquí? —miré la calle que básicamente estaba repleta de locales de tatuajes.
—Sí, en aquella esquina. —se quitó el cinturón, lo imité, ambos bajamos y caminamos al dichoso local.
—¿Te has hecho muchos tatuajes? —pregunté.
—Sí, el único espacio libre que tenía sin tatuajes era la espalda.
—¿Te gustan mucho?
—Sí, prácticamente después del primer tatuaje; ya no puedes parar. —sonrió mostrando sus dientes blancos y alineados, entramos al local.
Al parecer era amigo del tatuador, lo adiviné por como ambos se abrazaban con fuerza.
—Maldito bastardo, ¿cuándo llegaste? —le reclamó el chico de cabello blanco, piel pálida cubierta de tatuajes y unas enormes expansiones en el lóbulo de las orejas.
—Ya casi me voy. —se burló Nat, fruncí levemente el ceño.
—Eres un hijo de puta, me tienes abandonado, ¿acaso tus amiguitos italianos son mejores que yo?
—No seas maricón, Lester, sabes que los adoro por igual.
—Al parecer el maricón es otro, ¿las amenazas te ponen sensible?
—Algo así. —se quitó la chaqueta—. Siéntate aquí. —señaló una silla que estaba casi enfrente de la camilla en donde al parecer los tatuaban.
—¿Quién es ella?
—Pamela; Lester —nos presentó, tomé la mano del hombre.
—Hola, puedes decirme Pam. —sonreí amigable, me imitó, unas ligeras arrugas se formaron a los costados de sus ojos y en las comisuras de sus labios.
—Un gusto Pam, mi nombre es Lester Cox, el mejor tatuador de California.
—Bien, a lo que venimos; ¿recuerdas el tatuaje de las serpientes?
—Ajá, un mocoso quería ese tatuaje en la espalda y quería pagarme 50 dólares. —soltó un bufido.
—Es tú día de suerte, quiero ese tatuaje en la espalda. —se quitó la camisa de botones color negro, no pude apartar la mirada de su torso musculoso y cubierto de tatuajes, en su mayoría en tinta negra que contrastaba con el color blanco de su piel.
Joder… La saliva se me hizo liviana y un loco pensamiento me surcó la mente, ¿es raro que me haya imaginado como se sentiría pasarle la lengua por los tatuajes?
—Pam.
—Mhm… —solté un ligero gemido.
—¿Te sientes bien? —preguntaron, regresé de mis pensamientos para ver quien me hablaba, el chico llamado Lester evitaba reír mientras que Nat me miraba divertido.
—Sí. —asentí mirando al suelo, no quería mirarlo, me daba pena.
—¿Segura?
—Ajá. —levanté un poco la mirada para sonreír levemente, él asintió y se acostó.
Lester comenzó a tatuarlo después de que le pegó un papel que traspasó el diseño sobre su piel musculosa, joder, tenía una buena vista de su ancha espalda y de su… Enorme trasero.
Hablaron entre ellos, Nat de vez en cuando me preguntaba como estaba y le respondía que bien, me sorprendía bastante que Nat no se inmutara con los miles de piquetes que recibía en la espalda, era como si no le doliera.
—¿Qué no te duele? —pregunté.
—Nah, nada. —respondió.
—Sí te dolerá en los omoplatos. —le dijo Lester, justo cuando comenzó a tatuar esa parte, Nat se quejó y cerró los ojos.
—Duele más en las costillas. —dijo casi sin aliento.
Yo seguí atenta a sus gestos, me resultaban divertidos y… Sexys a la vez. Estuvimos mucho tiempo en ese local, pidieron comida, cervezas, soda y agua para mí, la comida china sabía deliciosa, pocas veces la había comido, pero aún así me encantaba.
El tiempo se pasó volando y cuando menos lo esperé el sol ya se había ocultado casi por completo, el pánico creció en mi sistema, comencé a morderme las uñas.
—¿Te falta mucho? —me aclaré la garganta.
—No, sólo lo limpio y ya. —respondió el hombre, yo asentí.
—Sí de algo te sirve; tus padres aún están en el evento. —avisó Nat.
—Bien, pero Nasy podría llegar en cualquier momento. —suspiré con fuerza, el hombre terminó de acomodar una especie de plástico en la espalda de Nat, el pelinegro le dio una tarjeta negra de crédito, la pasó por una maquinita y salimos del local.
—¿Te aburriste? —preguntó cuando entramos al auto.
—No, pero si me preocupa que Nasy ya haya llegado. —me mordí una uña.
—¿Por qué?
—Es algo… Preguntona.
—¿Entonces ya no hay tiempo de invitarte un helado?
—Quizá en otra ocasión, señor Webster, aún tengo tarea que hacer y la comida china me llenó completamente, creo que no hay espacio en mi barriga para un helado. —sonreí un poco.
—Bien, no forzaremos su barriga, supongo que ya tenemos otra salida.
—Sí usted quiere.
—No me hables de usted, me hace sentir viejo.
—Ya eres un señor, prácticamente. —lo molesté un poco.
—Es una grosera, señorita Giles.
—Respetuosa. —corregí, vi que sonrió levemente.
—Y hermosa. —su confesión me hizo arder las mejillas, miré por la ventana—. ¿El gato le comió la lengua?
—No, aquí sigue. —se la mostré cuando se detuvo en un semáforo.
—¿Qué modales son esos? —se ofendió, rodé los ojos, el pellizco que recibí en la pierna me hizo chillar de sorpresa.
—¡Nathan!
—Tenemos un acuerdo. —me recordó, solté un bufido mientras cruzaba los brazos—. ¿Me está haciendo un berrinche?
—No.
—Más le vale, no tolero los berrinches.
—Usted no tolera nada, la edad lo pone gruñón. —fruncí el ceño.
—Meh, creo que aún puedo tolerar los berrinches de una persona en particular.
—Que bueno, debería de practicar en su tolerancia, señor.
—¿Qué quieres a cambio?
—¿De qué?
—De que dejes de decirme señor.
—Cuestión de acostumbrarse, recuerda; el respeto, ante todo. —sonreí un poco.
—Bueno, pero acostúmbrate rápido, en verdad es extraño que alguien me diga señor. —suspiró con fuerza.
—Sí Nathan. —volví a mirar por la ventana, tratando de disimular la patética sonrisa de boba que tenía en el rostro.
Una vez que llegamos a casa me dejó en la puerta y se fue, después de despedirse con un beso en la mejilla que me tomó por sorpresa, y me encantó.
No pasaron ni 5 minutos cuando llegó Nasy, casi seguida de mis padres, en donde Lottie no paraba de hablar sobre lo bien que la pasó en el evento de caridad, el como todos ya sabían que era la casi futura esposa de Nathan Webster, sus comentarios y la emoción con que contaba todo me hizo sentir… Molesta… Celosa, esa era la palabra y el sentimiento que trataba de evadir; estaba celosa de mi hermana.
—Es tan lindo, estuvo a mi lado durante todo el evento. —presumía con altanería, tal cual lo hacía mamá cada vez que se adulaba a sí misma.
—Me alegro. —sonreí un poco, reteniendo el impulso de decirle lo que pasó hace unos minutos.
—Mí prometido es demasiado guapo, tiene 25 años y es muy inteligente, ¿sabías que habla 6 idiomas? —su alegata siguió durante la cena. Me estaba dando gastritis de sólo escucharla.
—Vaya, que inteligente. —coincidí.
—Ajá, también está a punto de hacerse cargo de una de las tantas empresas de su padre, al igual que sus hermanos; trabajará en el negocio familiar.
—La mayoría del imperio Webster proviene de empresas que exportan materiales y muebles a todo el mundo, también poseen un negocio de extractos de aceites para meditar, además del sinfín de lazos comerciantes con las más grandes empresas que hay en Europa. —mamá comentó con una sonrisa… Aterradora, como si fuese una especie de cazador delante de una presa inofensiva.
—Deberías poner más de tú parte en las clases. —papá le dijo a Lottie, ella frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Porqué sí llegas a casarte con él, tendrás que aprender a manejar las empresas. —respondió con obviedad, comencé a sentirme enferma, el apetito se me quitó y al parecer, eso era bueno, según mamá.
—Vete a dormir, entonces. —apenas me miró de reojo.
—Buenas noches. —me levanté, Lottie me ignoró, mamá se hizo la sorda.
—Buenas noches, Pampam. —Nasy me sonrió antes de levantar los labios, el corazón me latió con fuerza, me incliné hacía ella, besó mi mejilla y yo la de ella con algo de fuerza que la hizo reír un poco.
Caminé a mi alcoba, me alisté para dormir, en eso mi celular comenzó a vibrar en repetidas ocasiones, lo miré, eran mensajes de Nat.
Suspiré con fuerza, me acosté en mi cama, me cubrí con las frazadas y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño, pero mi cerebro tenía otros planes, imaginé un montón de escenarios distintos en donde todos terminaban en lo mismo; Lottie y Nat casándose.
Me giré a la derecha en búsqueda de una posición cómoda, no la encontré, me giré al otro lado y tampoco funcionó, me acomodé boca abajo y luego de unos minutos los pechos comenzaron a dolerme.
Mi celular seguía vibrando ocasionalmente.
Me debatí entre apagarlo y dormir tranquilamente o en responder y seguir torturando mí ya dañado corazón.
La vibración constante del aparato me sorprendió, por reflejo terminé respondiendo la llamada.
—¿Sí? —susurré.
—Ciao piccola, buonanotte. —la voz varonil se escuchaba aún mejor en su idioma natal, aunque no entendiese del todo lo que dijo, saqué mis conclusiones de lo poco que comprendí.
—Supongo que eso significa; hola, buenas noches. —una boba sonrisa se formó en mi rostro, escuché su ligera risa ronca, la piel se me puso de gallina.
—Algo así, aunque te faltó captar una palabra.
—¿Cuál?
—Piccola.
—Imagino que es… Niña.
—Investígala.
—Sí señor. —rodé los ojos.
—¿Eres muy obediente, Pamela Giles?
—Algo así. —vacilé un poco.
—¿Estás en tú alcoba?
—Ajá.
—¿Puedo visitarte?
—¿Estás demente? —me senté de golpe— Mis padres no lo permitirían.
—Considero que mi mentalidad es estable, con respecto a tus padres; no deberían de enterarse de la visita, a menos que tú les digas.
—¿Acaso no puede vivir sin mí, señor Webster? —bromeé y segundos después de haber abierto mi boca me sentí la más estúpida del mundo, ¿por qué carajos le decía eso? Quise arrepentirme de lo que había dicho, pero su risita ronca me erizó toda la piel otra vez.
¿Qué demonios me pasaba?
—Su compañía es muy agradable, señorita Giles, me estoy acostumbrando demasiado rápido a usted.
—Pues sí gustas, puedes venir. —me mordí el labio.
—Bien, ¿le parece a la media noche? Para asegurar que sus padres ya estén durmiendo.
—Sí, está bien.
—Nos vemos a la media noche.
—Nos vemos. —retuve mi euforia hasta que colgó la llamada, quise gritar, saltar de alegría y reír.
Por algún extraño motivo sentía el rostro caliente, en realidad; sentía todo el cuerpo caliente, estaba tan malditamente emocionada y feliz.
Me acurruqué en la cama, me hice bolita bajo las frazadas y suspiré profundamente, sintiéndome extraña, feliz y… Ansiosa.
Sin poder evitarlo comencé a sentir los párpados pesados, miré hacía la ventana y recordé la primera vez que se metió a mi alcoba… Precisamente había sido ese mismo día temprano.
Imaginé que volvía a pasar, visualicé como se vería su cuerpo entrando sigilosamente a mi alcoba, con la luz de la luna iluminando tenuemente su camino hacía mi cama, recordaba las veces en las que había estado lo suficientemente cerca de él como para sentir la firmeza de sus músculos, un delicioso hormigueo me recorrió la espalda.
Imaginé como su cuerpo se colocaba encima del mío, el calor y aroma que emanaba del mismo me hizo suspirar con profundidad, sus labios rozaron los míos y siempre imaginé como se sentirían, ¿serían suaves? ¿ásperos? El pulso se me elevó, de repente su cuerpo se acomodó a mi lado, me acerqué a él, buscando su tacto, su calor. Sus brazos me envolvieron con algo de firmeza, pegándome a su pecho, cerré los ojos y froté levemente mi nariz contra su piel, era suave, cálida y el aroma varonil me alteró los sentidos.
—Nathan. —murmuré suavemente, aunque siendo sincera se escuchó más como un gemido. Podía escuchar los fuertes latidos de su corazón.
—Cosa stai sognando, piccola? —susurró con la voz ronca, fruncí levemente el ceño, abrí los ojos, todo estaba oscuro, solté un jadeo y me separé del cuerpo varonil que estaba a mi lado, encendí la luz, casi me caigo de la cama cuando reconocí al hombre que estaba a mí lado, vistiendo un jean negro con una camisa del mismo color y con los primeros botones sueltos.
—Nathan. —susurré con espanto, sonrió un poco.
—Pamela. —saludó, toqué mi pecho para sentir los latidos frenéticos de mi corazón—. Espero que no te haya molestado que me metiera a tu cama, es que no puedo dormir y el verte dormir tan cómoda me pareció tentador.
—¿Tentador? —pasé saliva, me acomodé en la cama, palmeó el espacio que estaba a su lado, quise resistirme, pero mi cuerpo reaccionó más rápido que mi mente, me acomodé frente a él como hace unos minutos, utilicé su brazo como almohada.
—Sí, ¿qué soñabas? —me miró curioso, sus ojos zafiro se veían ligeramente oscurecidos.
—No lo recuerdo. —miré a otro lado, el rubor inundó mis mejillas, soltó un suspiro profundo.
—Supongamos que te creo.
—¿Por qué no puedes dormir? —recordé lo que dijo, me separé un poco para mirarlo.
—Meh, ya sabes, problemas de adulto.
—¿Quieres hablar de eso?
—No, mejor veamos una película. —se movió para sacar su celular, incluso se acomodó debajo de las frazadas, miró la lámpara que había encendido, me levanté un poco para apagarla y volver a su lado.
Vi que entraba a una aplicación, su celular era mucho más grande que el mío.
—¿Tienes alguna favorita de Netflix?
—No. —fruncí levemente el ceño.
—¿De HBO, Amazon Prime Video, VIX… Claro Video?
—No sé de que me hablas. —murmuré.
—¿Te gustan los zombies?
—Sí.
—Hay una serie bastante entretenida de zombies, es coreana. —la buscó y le dio play.
Se acomodó sobre su espalda, utilizando su estómago y frazadas para detener el celular, tuve que pegarme más a él, usando su pecho como almohada, su brazo derecho se mantuvo debajo de mi cuerpo, la serie comenzó y me mantuve absorta en la trama hasta que se terminó el primer capítulo, automáticamente comenzó el segundo.
—Espera. —murmuró, sentí que movía el brazo, me levanté un poco para que lo moviera, volví a recostarme sobre su pecho, pasó el brazo sobre mis hombros, la tela de la camisa que usaba era suave, a eso sumándole el hecho de que olía delicioso y estaba calentito me hacían querer suspirar a cada momento, pero debía de controlarme.
La serie era bastante buena y al término del segundo capítulo me cansé de estar en la misma posición, levanté la cabeza para mirar a Nathan, él ya estaba dormido, me lo confirmaba su respiración lenta, además de que tenía el brazo izquierdo sobre los ojos.
Tomé su celular y me giré hacía el otro lado para seguir mirando la serie, ocasionalmente sentía que él se movía, posiblemente buscando una posición cómoda para dormir.
En algún momento de la noche sentí que se volvía a mover, su mano pasó sobre mi cintura y me rodeó la misma mientras su cuerpo se pegaba al mío y sus labios quedaban muy cerca de mi oído, escuché su respiración tranquila, el hormigueo volvió a recorrerme la espalda y el vientre.
De manera involuntaria apreté más las piernas, sintiendo una palpitación en el centro de mis piernas. La saliva se me hizo agua y cerré los ojos con fuerza, tratando de concentrarme en la serie.
Fue complicado, pero lo logré…
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 66 Episodes
Comments