Lyra avanzó por la cueva, con la espada encantada en su mano y la mirada atenta a cualquier movimiento. El ambiente del reino mágico era completamente diferente al del bosque, se sentía una presencia sobrenatural en el aire y se escuchaban sonidos extraños en la distancia.
Después de caminar durante un rato, Lyra llegó a una sala enorme iluminada por unas lámparas brillantes. En el centro de la habitación había una figura vestida con una capa de terciopelo y con una barba larga y blanca. Era el mago del bosque, que la estaba esperando.
"Te he estado esperando, Lyra", dijo el mago, con una voz profunda y sabia. "Sé por qué has venido aquí".
Lyra se sorprendió, no entendía cómo el mago del bosque sabía su nombre. "¿Cómo sabes quién soy?", preguntó.
El mago sonrió con calma. "Sé mucho sobre ti, Lyra. Has sido elegida por el destino para hacer frente a las fuerzas oscuras que amenazan nuestro mundo".
Lyra asintió, recordando la advertencia del guardián del bosque. "Me han dado esta espada", dijo, mostrando la hoja brillante. "¿Cómo puedo usarla?"
El mago tomó la espada y la examinó detenidamente. "Esta espada es especial", dijo. "Tiene un poder único que solo puede ser desbloqueado por un verdadero guerrero. Te enseñaré a usarla".
Durante los siguientes días, el mago del bosque le enseñó a Lyra a usar la espada. Le enseñó técnicas de combate, le explicó cómo invocar su poder y le mostró cómo canalizar la magia a través de ella. Lyra se sentía más fuerte y confiada cada día, lista para enfrentar cualquier enemigo que se le presentara.
Un día, mientras Lyra practicaba con la espada en el bosque, fue atacada por una criatura extraña. Era una especie de demonio con cuernos y una piel roja como la lava. La criatura la atacó con garras afiladas, pero Lyra logró esquivar el ataque y responder con un golpe preciso de su espada encantada. La hoja brillante cortó a través de la piel de la criatura, matándola en el acto.
Lyra se sintió triunfante, sabiendo que había utilizado las habilidades que el mago del bosque le había enseñado para derrotar a un enemigo real. Sabía que aún quedaban muchos peligros por delante, pero estaba lista para enfrentarlos.
Continuando su viaje, Lyra se adentró más en el reino mágico, listo para enfrentar cualquier desafío que se le presentara en su búsqueda para salvar el mundo de las fuerzas oscuras que amenazaban con destruirlo.
Después de semanas de viaje a través del reino mágico, Lyra llegó a un pueblo rodeado de altas montañas y un río cristalino que lo rodeaba. Allí encontró una posada y decidió quedarse un tiempo para descansar y reponer fuerzas.
Mientras se hospedaba en la posada, Lyra conoció a un joven llamado Ian. Era un chico amable y simpático que trabajaba en la posada, y que rápidamente se hizo amigo de Lyra.
Un día, mientras caminaban por el pueblo, Ian le contó a Lyra sobre una leyenda local acerca de un tesoro oculto en las montañas. Según la historia, el tesoro había sido escondido por un poderoso mago hace muchos años, y se decía que quien lo encontrara tendría el poder para cumplir cualquier deseo.
Lyra se interesó en la historia, pero también sabía que la búsqueda de tesoros no era su misión. Sin embargo, mientras exploraba la región, Lyra encontró una cueva oculta en las montañas que parecía llevar a algún lugar interesante. Decidió explorarla, pensando que tal vez podría encontrar alguna pista sobre su verdadero objetivo.
Al entrar en la cueva, Lyra se dio cuenta de que era mucho más grande de lo que parecía desde fuera. Había pasillos y habitaciones ocultas por todas partes, y cada uno de ellos parecía ser más peligroso que el anterior. Lyra tuvo que enfrentarse a monstruos, trampas y obstáculos que ponían a prueba su valentía y habilidad con la espada encantada.
Finalmente, Lyra llegó a una habitación llena de luz brillante. En el centro de la habitación, había un cofre de madera antigua. Lyra sabía que era el tesoro del que hablaba la leyenda. Con precaución, abrió el cofre y encontró una hoja de papel con una inscripción en un idioma desconocido.
Lyra sintió una energía extraña en la habitación, como si algo estuviera vigilando sus movimientos. De repente, escuchó un ruido detrás de ella y, al girarse, se encontró con la figura de un hombre vestido con una túnica negra y una capucha.
"¿Quién eres tú?", preguntó Lyra, con la mano sobre la empuñadura de su espada.
El hombre se quitó la capucha y Lyra vio su rostro por primera vez. Era un hombre joven con cabello oscuro y ojos brillantes.
"Soy Zane", dijo el hombre. "Y vine a reclamar lo que es mío".
Lyra no sabía qué hacer, estaba atrapada en una habitación cerrada con un hombre peligroso y un tesoro antiguo. Pero sabía que tenía que proteger el tesoro y descubrir su verdadero propósito.
"Lo siento, pero esto no te pertenece", dijo Lyra, poniéndose en guardia. "No sé qué hay en este papel, pero sé que es importante. No voy a dejar que nadie se lo lleve".
Zane sonrió, sacando su propia espada. "Entonces tendremos que luchar por él", dijo.
Lyra y Zane se enfrentaron en un combate épico.
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