La Chica Del Alfa
- ¡Diez años y decides regresar justo ahora a casa de la abuela? - Fue la primera vez que mi voz sonó dentro del coche en tres horas de viaje\, mi madre estaba sentada en el asiento del conductor con los ojos fijos en la carretera.
Era la primera vez que volvíamos a Texas, a la ciudad de San Angelo donde nací. El recuerdo aún fresco de cuando nos mudamos, yo tenía seis años y fue después de la muerte de mi padre y hermano mayor que mi madre, en su sufrimiento, decidió dejarlo todo atrás.
- Tu cumpleaños es en dos meses\, pensé que te gustaría tener la compañía de la familia. - Fue lo único que escapó de sus labios antes de volver a prestar atención a la carretera.
Claro que quería la presencia de la familia, siempre lo deseé hasta que cumplí trece años y me di cuenta de que nadie vendría a la fiesta.
Me limité a apoyar mi cabeza en la ventana y dormir profundamente durante el viaje, después de todo, como si estuviera huyendo de alguien, ella había dejado San Angelo en Texas y se había mudado a Chicago, lo que significaba muchas horas de viaje y varias paradas.
No sé cuánto tiempo dormí o perdí la conciencia, simplemente me desperté con los rayos de sol golpeando mi rostro. Mi madre parecía más feliz conforme conducía, había algunos vasos de café vacíos en el lateral, lo que me hizo cuestionar internamente si ella había descansado.
- ¿Cuántos has bebido ya? - Pregunté después de estirarme.
- Solo cinco vasos\, son 17 horas de viaje... ya estamos a mitad de camino y estabas durmiendo tan bien que no quise parar. - Su voz vibrante me asustó\, tal vez era la cafeína en exceso.
- Mamá\, vamos a parar en la próxima estación\, desayunamos y tú descansas un poco. - Respondí mientras miraba el paisaje afuera\, solo había desierto y ninguna construcción\, un camino abandonado por Dios y por el hombre.
Realmente no esperaba que mi madre me escuchara y parara, al final estábamos aquí en un hotel junto a la carretera, el coche estacionado frente a la ventana de nuestra habitación y ella dormía tranquilamente, incluso roncaba.
Ayer por la tarde, mi vida era perfecta, había tenido mi última clase con la señora Stevens, quien me avisó que mi madre estaba esperándome en su oficina.
Estaba sentada afuera de la oficina cuando mi madre abrió la puerta rápidamente, con los ojos vidriosos casi en llamas, en ese momento podía jurar que veía su colgante en el cuello rojo como el fuego, era igual a diez años atrás cuando entró en la habitación donde yo jugaba con mis muñecas bajo la mirada fija de Cristal.
Ahora, viéndola dormir, tal vez fuera solo obra de mi imaginación.
- Lou\, cariño\, vamos\, ya he descansado suficiente\, podemos volver a la carretera. - Su voz suave me despertó\, no podía recordar exactamente en qué momento me dormí allí sentada en la cama\, con la cabeza colgando de la madera.
Dios, eso iba a doler en un momento.
En silencio, cogí mi mochila con los materiales y me dirigí al coche, ella tarareaba suavemente una canción para distraerse, conocía bien a mi madre y siempre hacía eso cuando no quería seguir haciendo algo, ¿será que ya se había arrepentido del viaje y estaba considerando volver a Chicago? Internamente, deseaba que sí.
- Mamá\, como el viaje es largo\, ¿puedo poner música? - Pregunté sonriendo y estoy segura de que mostré mis hoyuelos ya que ella de inmediato estuvo de acuerdo y sonrió.
Tan pronto como entré en el coche, encendí la radio y en la primera estación ya sonaba una antigua canción de Miley Cyrus: Party in the USA.
Ni siquiera fue necesario más, cuando me di cuenta, estaba cantando junto a ella y riendo, sentía en mi interior que ella estaba huyendo de algo, pero por un segundo olvidé esa sensación y solo me concentré en hacer que ese fuera un viaje de madre e hija.
- Mira\, cariño\, sé que teníamos una vida en Chicago... tenías tus amigos y tu rutina. Perdóname por sacarte de eso. - Ya no recordaba qué canción estaba sonando\, después de todo\, las cantamos todas.
No estaba molesta con ella por eso, no es que mi vida en Chicago no fuera buena, de hecho lo era, pero no lo suficiente como para querer abandonarlo todo y enfrentar a mi madre por una decisión así. Nunca fui la chica más popular de la escuela, al contrario, siempre fui la excluida.
No me invitaban a fiestas ni siquiera tenía amigos, lo que tenía eran compañeros, personas que aprovechaban mi inteligencia para obtener buenas notas y honores.
Quizás en este punto fui un poco mala al hacer que mi madre creyera que su preciosa hija había heredado la simpatía y popularidad de su madre, una ex animadora.
- Está bien\, mamá\, tampoco es el fin del mundo. Después de todo\, puedo hablar con ellos por teléfono. - No\, no puedo y mucho menos quiero. Adiós a esos aprovechadores\, que se las arreglen para mejorar sus notas.
La sonrisa en sus labios fue algo natural, realmente creyó que mantendría contacto con esos supuestos amigos.
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Comments
Irma Ruelas
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2024-10-01
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