Capítulo 17

Frank apenas dormía por las noches, dándose vueltas incómodamente en la cama. Nunca antes había compartido cama con alguien, por lo que esto era completamente nuevo para él. En mitad de la noche, se giró hacia el lado y vio a Leonardo mirándolo, una suave sonrisa formándose en su rostro al darse cuenta de que Leonardo dormía con la boca abierta.

Cuando Frank extendió la mano para tocar su rostro, Leonardo se dio la vuelta, mirando hacia otro lado. Sus pantalones demasiado grandes no se mantenían en su lugar, incapaces de seguir el ritmo del sueño inquieto y los constantes movimientos de Leonardo. Frank podía ver su trasero completamente expuesto y lo miró con deseo. Un fuerte deseo de agarrar a ese hombre en su cama crecía dentro de él, pero en cambio, simplemente se acercó y le subió la manta hasta el cuerpo a Leonardo, una acción completamente fuera de su carácter.

Molesto con la situación, Frank caminó hacia el armario y se vistió. Descendió las escaleras y llamó a Louis, quien contestó en la primera llamada, pero sonaba adormilado.

"Sí, jefe."

"Quiero que estés aquí en cinco minutos".

Colgó el teléfono y salió afuera, donde sus hombres siempre estaban en espera. Pronto se dieron cuenta de que Frank no estaba de buen humor y que algo debía de haber pasado para que estuviese despierto a las cuatro de la mañana. Se dividieron entre los autos, mientras Frank se subía y esperaba a Louis, quien llegó unos minutos después, corriendo y ajustando su corbata alrededor de su cuello.

"Llegas tarde. Si estuvieras de servicio, estaría muerto en un ataque".

"Lo siento, señor".

"Thomas, vamos al granero".

Thomas condujo el auto y miró a Louis con una expresión que decía "qué demonios pasó", pero Louis movió discretamente la cabeza.

Una vez que el auto se detuvo en la granja, Frank salió y caminó hacia el granero, acompañado de Louis y otros dos secuaces. Entró y vio a dos hombres colgando, con las manos atadas. Uno de ellos estaba despierto y entró en pánico en cuanto vio llegar a Frank. Era muy consciente de la reputación de Mr. Gold como un hombre despiadado y cruel.

"No, por favor".

Frank se acercó, mirando al joven, con las manos en los bolsillos y una expresión fría en su rostro.

"Solo voy a preguntar una vez. ¿Quién ordenó esto?"

El hombre estaba totalmente desesperado y se quedó paralizado, incapaz de responder siquiera.

Frank tomó una respiración profunda y se acercó a una mesa que contenía varios objetos de tortura. Desde los más antiguos y previsibles hasta algunos inimaginables. Impaciente ya, agarró una cadena con una bola con púas en el extremo. El hombre observaba aterrorizado y justo cuando estaba a punto de suplicarle a Frank que no lo lastimara, Frank balanceó el cuerpo con la cadena en el aire hacia él, golpeándole la pierna. Sintió el pinchazo de las púas y gritó de dolor. Era agonizante y cuando miró hacia abajo, pudo ver que no solo había heridas punzantes, sino que su pierna también estaba fracturada debajo de la rodilla.

"¿Quién ordenó esto?"

Frank agarró al hombre por el pelo, obligándolo a mirarlo a los ojos negros.

El hombre atado a su lado despertó y presenció todo en total desesperación.

"No... no lo sé. Por favor, solo máteme".

"Respuesta incorrecta".

Frank soltó el pelo del hombre y levantó la cadena nuevamente, golpeando al hombre en las costillas. Gritó de dolor y la sangre goteó en el suelo.

"A ver si tu amigo coopera".

Frank ajustó la cadena en su mano y miró al hombre a su lado, quien estaba tan asustado que había orinado en sus pantalones. Frank negó con la cabeza desaprobadoramente.

"Cobarde".

"Por favor, Sr. Gold. Hablaré", dijo el hombre en desesperación.

"Fue Vitorino. Ordenó tu muerte."

En un movimiento veloz, Frank dejó caer la cadena con la bola puntiaguda en el suelo y agarró su pistola, disparando dos tiros al hombre, quien murió inmediatamente.

Miró al otro hombre que todavía estaba vivo.

"Podrías haberlo hecho más fácil."

"Nunca."

Frank rio y hizo una señal a sus matones, quienes estaban observando al prisionero de cerca.

"Quiero un cuchillo."

Extendió su mano y uno de ellos le entregó un cuchillo dorado y puntiagudo. Frank se acercó al hombre y le rasgó la camisa, dejando expuestas las costillas heridas. Pasó la punta del cuchillo por el cuerpo del hombre, haciendo que este apretara los labios, tratando de no gritar. Después de hacer varios cortes profundos en el cuerpo del hombre, lanzó el cuchillo al suelo.

"Dejen que se desangre hasta la muerte."

Dijo eso y salió del establo nuevamente acompañado por Louis y los dos matones.

"Quiero la cabeza de Vitorino. Captura a alguien de su familia y él vendrá a mí."

Le dijo a sus hombres y se subió al coche. Louis habló, dio órdenes a los demás y se sentó en el asiento delantero.

"Llévame a casa, Thomas."

Louis se volteó para mirar a Frank, quien se estaba desatando la corbata.

"Sólo dilo, Louis."

"Se trata del padre del Sr. Guerrero. Está en la granja como se solicitó."

"Genial. No dejes que Leonardo se entere."

"Sí, señor."

Frank recostó su cabezal contra el asiento del coche y cerró los ojos. Estaba satisfecho por descubrir quién había ordenado su asesinato, pero aún le preocupaba la situación de Leonardo. Estaba siendo tan débil que nunca había sido amable con alguien que le debiera. Necesitaba comenzar a tomar medidas.

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