-¡Elian!
Escuché que me llamaban desde la planta baja de la casa. Abrí mis ojos lentamente y me di cuenta de que estaba acostado en mi cama al lado del extraño paquete. Me incorporé con dificultad, ya que me dolía todo el cuerpo por haber dormido en una mala posición.
Al despertar por completo, intenté frotarme los ojos con mi mano, pero la rosa de antes seguía ahí. Al parecer, me había aferrado a ella aún después de haberme desmayado de la nada.
-¿Elian?- una voz aguda, como la de una niña, se escuchaba desde las escaleras.
Miré la hora en mi reloj de alarma y este marcaba las 20:30 p.m. . Danna había llegado con papá seguramente.
Dejé la rosa encima de mi mesita de luz y acomodé un poco mi cama, escondiendo debajo de esta la caja que tenía la nota que había leído antes de desmayarme. No quise pensar en aquel sueño otra vez, ya suficiente tenía con el cambio de ayer.
Bajé las escaleras y me encontré con Danna, quien al verme sonrió de oreja a oreja y corrió a abrazarme.
-¡Enana!- dije con una sonrisa y la levanté para abrazarla mejor. -¿Cómo te fue en el partido? Más te vale haber ganado.
-¿Por quién me tomas? Por supuesto que gané, bobo- dijo riendo y empujando mi cara.
-Hola, hijo- papá apareció en la sala con una manzana en la boca. Al parecer, no había comido durante el partido.
-Hola, papá- devolví el saludo con una sonrisa. -¿Cómo te fue?
-Bien. No hubo mucho movimiento esta vez en el trabajo y Danna estuvo asombrosa hoy.
Danna juega al hockey los martes en la tarde. Hoy jugó contra el equipo de otra escuela. Papá siempre la recogía después del trabajo, ya que quedaba cerca y sus horarios coincidían con los de Danna.
-Danna, ve a preparar tus cosas para la escuela mañana. Tienes tareas que hacer.
-Ay, papá- dijo la chiquilla entre mis brazos, estirándose hacia atrás. Yo reí ante aquella cómica situación y bajé a Danna para que fuera a hacer sus tareas a su habitación.
-¿Y Bella?- preguntó papá.
-Ah, no lo sé, me quedé dormido hace un rato. Seguramente está en la biblioteca- respondí, recordando la costumbre de mamá.
-¿Quieres ir a ver cómo está? Yo preparé sus cosas para su trabajo, pregúntale si necesita algo después, por favor.
Me dirigí hacia la parte de la biblioteca, donde se encontraba mamá. Quería preguntarle acerca del repartidor que dejó el paquete esta mañana, pero, al asomarme por el umbral de la puerta, vi que mamá estaba dormida en el sillón apoyada en su brazo con un libro abierto en su regazo.
Apreté mis labios y decidí guardarme las preguntas para otro momento. Me acerqué a mamá en silencio para no asustarla con algún ruido y me arrodillé al lado de ella para hablar suavemente.
-Mamá- la llamé. -Oye- esta vez la moví un poco y abrió sus ojos despacio soltando un bostezo. -Papá acaba de llegar con Danna.
-¿Ya llegaron?- preguntó con voz somnolienta.
-Sí. Papá está en la habitación y Danna está haciendo tareas. ¿Necesitas algo?- le pregunté, poniéndome de pie.
-Mm, un café estaría bien- sonrió dulcemente.
-Bien- le devolví la sonrisa y luego salí de la biblioteca.
Me dirigí a la cocina y busqué una taza para prepararle un café a mamá. Mamá pocas veces leía libros. De hecho, usaba el sillón de la biblioteca para descansar, ya que ese ambiente le traía tranquilidad y podía descansar mejor después de una larga noche de guardia en el hospital. En unas horas tendría que volver al trabajo.
Mamá y papá se conocieron en el mismo hospital. Ambos son enfermeros y son muy dedicados a su trabajo. Mientras papá trabaja en las mañanas, mamá trabaja durante la noche, y así todos los días de semana. Son muy unidos y se tienen un amor muy apasionado y sincero. Se preocupan por el otro todo el tiempo y se cuidan mutuamente. Mi abuela dice que son almas gemelas que en una vida no pudieron amarse tanto como quisieron, pero en esta oportunidad se les daría todo lo que nunca tuvieron. Es bonito si se piensa metafóricamente.
Ojalá yo tuviera la misma oportunidad con Tessa. Nos conocemos desde los cinco años y nunca nos hemos separado desde entonces. Por supuesto que hemos tenido otras relaciones antes y nunca olvidaré el dolor que sentí, pero siempre me conformé con estar a su lado. Mis amigos me animaron incontables veces a declararme a Tessa y, por Dios, que lo intenté cientos de veces... pero el miedo y los sentimientos ajenos que se mezclan con los míos nunca me dejaron avanzar.
Aquellos sentimientos que, repito, no son míos, no me dejan amarla como quisiera. Aun así, debo conformarme con la relación que tenemos ahora. Solamente amistad.
Supongo que no puedo pedir más que eso.
^^^-Esta es la vida que mereces...^^^
Me sobresalté al instante que escuché aquella voz ajena cerca de mí. ¿Quién dijo eso? Miré todos mis alrededores asustado, pero no había nadie que estuviera cerca.
-Elian, hijo, ¿necesitas ayuda?- dijo mamá, para luego asomarse en la cocina.
-¡Ah! No, no. Todo está bien- dije sonriendo para ocultar mi asombro. -Ya termino y vuelvo con ustedes en la sala.
-Te ves pálido. ¿Estás bien?- mamá se acercó a mí y tocó mis mejillas para comprobar mi temperatura.
-Sí, sí. Estoy bien, no te preocupes- le sonreí y alejé sus manos de mi cara con cuidado.
Mamá se quedó en silencio unos segundos, dudando un poco, y luego despejó sus preocupaciones al mirarme a los ojos.
-Bien. No tardes mucho, ¿si?- dijo con una sonrisa y se fue a la sala.
Cerré mis ojos fuertemente y solté un suspiro alargado para desechar el susto que me había pegado. Me voltee para mirar la taza de café que había en la mesada y relajé mi cuerpo otra vez. No sé qué fue esa voz de antes, pero espero haberla imaginado.
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