CAPITULO 5

CAPÍTULO 5.

El día de la Exposición “Dream Your Wedding” había llegado.  Es el día en el cual demostraré lo que valgo. Decidí vestirme con un bonito vestido corto de encaje color rosa pálido, recogí mi cabello con pinzas y finalmente estaba lista. Estoy a solo un paso de conseguir el trabajo de mis sueños y darle un giro a mi vida.

Cuando llegue al lugar, espere en el parqueadero al camión que debía traer todo el merchandising y material promocional para el stand. Al verlo me emocioné, al fin había llegado y comenzaría mi largo día de trabajo.

El hombre estacionó la camioneta y abrió las puertas traseras. Al ver la montaña de cosas que había dentro, fruncí el ceño. Estoy algo decepcionada.

-Se supone que yo tengo que cargar con todo eso?. –Dije para mis adentros. -Oye... Me puedes ayudar a entrar estas cosas adentro?. –Hable pidiéndole ayuda al chofer.

El conductor me mira fría y despectivamente y mira en otra dirección, ignorándome completamente.

-Ok... Tomaré eso como un no. –Suspire y comencé a bajar las cosas. Tome absolutamente todo hasta que directamente pierdo la visión de lo que tengo por delante.  –Esto pesa demasiado. –Exclame. –Ya... Un poco más y...

Pum!

Choco contra alguien derribando todo lo que llevaba y afortunadamente caigo en los brazos de un desconocido. Los dos nos quedamos viendo por un rato, como intentando comprender que diablos acaba de pasar y luego el habla:

-Disculpa, señorita... Te importa quitarte de encima?

-Eh?. –pregunte confundida. Avergonzada me apresuro a ponerme de pie y miro el desastre que hay a mi alrededor. Suspiro.

-Gracias! Disculpa aceptada. –Dijo él.

-Que? No me disculpe en ningún momento.

-Entonces deberías. Me has arruinado mi camisa. –Él se sacude su camisa, la cual lucía impecablemente limpia y con apenas una mínima arruga, mientras gruñe por aquel detalle.

-Que agallas tienes... Quien va a limpiar este desastre ahora?. –Dije, enojada.

-No es mi problema. Hubieras prestado atención por donde ibas.

-Escuchame bien... Señor. –Dije ofendida, a punto de cantarle toditas sus verdades.

-Me llamo Erik. –Dijo, arrogante y despreocupado.

-Me importa una mierda. –Dije enojada y señalándolo con mi dedo índice. –Nada de esto hubiera pasado si hubieras usado esos bonitos ojos negros que tienes para ver que delante tuyo venía una mujer sobrecargada con cosas.

-Perdón?. –pregunto estupefacto.

Al darme cuenta de lo que dije, mis mejillas se sonrojaron de la vergüenza. Entre los dos se interpuso un silencio incómodo.

-Estas... Estás aquí para la exposición de bodas?. –pregunte, intentando cambiar de tema.

-No... Vine a un funeral.

-Que?. –pregunte asombrada.

-Es una maldita exposición de bodas. Es obvio que vine para eso. –Dijo, siendo sarcástico.

-Woow... Que linda actitud tienes!. –Dije, enojada, dejándolo ahí parado y tomando mis cosas para dirigirme a mi lugar.

Arme el stand con la decoración, colocando opciones de decoración, pasteles, invitaciones, entre otras cosas y por supuesto una pancarta con el nombre de la compañía.

Vi pasar a una pareja y decidí sonreírles. Estaba algo incómoda, pero ya estoy lista para recibir a los visitantes. La apertura fue buena, me hicieron un par de preguntas, pero ninguno hizo reserva.

Ya pasaron 2 horas y ni una reserva. Justo entonces, una pareja que ya había pasado anteriormente, vuelve a pasar por allí.

-Bueno. –Exclamo la chica. –Mi prometido y yo nos dimos cuenta de que estamos de acuerdo en algo.

-Queremos que Juno organice nuestra boda. –Dijo el hombre.

-Fantástico... Han tomado la decisión correcta. –Dije sonriendo. –No se arrepentirán.

-Todo por mi amada... Al principio estaba algo dudoso... Los precios de los paquetes son bastante costosos. –Dijo él.

-Claro... Todo lo bueno tiene un costo. Además... Casarse es algo que se hace una vez en la vida, verdad? Quieren repasar las temáticas que están más a la moda?. –pregunte.

-Habla con la dama. –Dijo el hombre. –Ella es quien más entiende.

El hombre se retira del lugar mientras hablo con la prometida. No pasa demasiado tiempo cuando el hombre regresa y se lleva a su prometida a un lado. La mujer me ve de reojo; algo no está bien. Algo no encaja aquí.

-Esto no luce para nada bien. –Dije para mis adentros.

Decido salir del stand y escuchar disimuladamente.

-Pero cariño. –Dice la chica. –Es nuestra boda. Quiero que la gente la recuerde.

-Confía en mí cuando se trata de dinero. –Dice él. –Ahorremos y mejor lo invertimos en la luna de miel. Te digo que el tipo es un genio. Me aconsejo no gastar una gran fortuna para casarnos.

-Pero yo quiero una boda con temática real. –Dice ella. –Quiero vestir como la princesa Diana... Sería inolvidable para todos.

-Siempre serás mi princesa. Pero confía en mí. Una boda sencilla sera mucho menos costosa y como dije anteriormente, podemos invertir ese dinero en nuestra luna de miel.

Volví al stand, desanimada y sabiendo que lo que me espera es el rechazo. Veo a la pareja acercarse y les pregunto.

-Ocurre algo?

-Emm... Yo... Nosotros... Pronto te llamaremos. –Dijo la chica y ambos se retiraron del lugar.

Y la escena no deja de repetirse. Las personas llegan al stand, pero al final siempre cambian de idea. Ya era la pareja número 11 que me dejaba plantada. Mi teléfono comienza a pitar, era un mensaje de Juno. Genial. Seguro sea Ben.

📲Hola, como vas?. –preguntaba.

📲Hola Ben... Todo va perfecto.–mentí. –Muchas personas pasan por el stand.

📲Y estás consiguiendo reservas?

📲Sí. –Volví a mentir. Luego buscaré quien perdone mis pecados.

📲Fantástico. –Respondió.

📲Tengo que irme... Te hablo luego. Mucho trabajo por aquí. –Dije para que no siga insistiendo. En ese momento, una señora mayor ingresa al stand.

-Hola. –Dijo ella. –Siento interrumpir. He venido para pedir una cita con el organizador de bodas.

-De verdad? Quiero decir... Sí, por favor... Siéntese.

-Jason... Ven aquí. –Grito ella. Miro a su hijo, quien hablaba animadamente con Erik frente a su stand.

-Que hace el aquí?

La anciana vuelve a llamar al hijo, pero esta vez, él le susurra algo en el oído, mientras que Erik, toma la mano de la mujer y se la lleva con amabilidad, justo en frente de mis narices.

-Espera... Oye... Todavía tengo que mostrarle los paquetes. –Grite. Pero ya se había ido. –Maldita sea.

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