Konstantín Ivanov solo hay uno.

¡Vuelve a repetirlo! ¡Dilo una vez más! ¡Solo una! ¡Dame un motivo para acabar con tu asquerosa vida! – Son las palabras que Ivanov grita al golpear a aquel hombre que por más que intenta defenderse no puede contra la furia de su agresor, mientras yo solamente le pido que por favor se detenga, rápidamente otros asistentes se acercaron y entre dos lograron quitárselo de encima, creo que Ivanov solo logra calmarse cuando me mira y seguramente se da cuenta de lo petrificada qué toda esta situación me hacía sentir.

— Ven. — Me toma de la mano y me aleja de aquel lugar, mientras el tipo en el suelo era levantado por otros hombres. — ¿Estás bien?

— Sí lo estoy, no me ha hecho nada. No puedes actuar así, sé cómo manejar este tipo de situaciones y no necesitaba que llegarás como un troglodita a partirle el alma alguien que evidentemente no vale la pena.

— Eso le enseñará a los de su círculo a no meterse contigo, era un mal necesario, ahora saben que no estás sola.

— ¿Y es que acaso no lo estoy? Mientras esté en Rusia, seguiré estando sola. — Lo veo tensarse al escuchar mis palabras, pero es cierto, no conozco a nadie en este país y a quienes conozco no son de mi entera confianza, al menos no cómo para considerarlos compañía, en cuanto a Ivanov, bueno eso es algo complicado.

— ¿Por qué has venido sola? — Dice cambiando de tema.

— No vengo sola, vengo con Tony. — Respondo tajantemente.

— ¿Con Tony? ¿Siquiera lo has visto? ¿Cómo puedes decir vienes con alguien qué no se encuentra en este lugar? Quisiera escuchar eso.

— Pues, él dijo que vendría. En algún momento lo hará. — Resto importancia a su interrogatorio.

— No seas tan tonta, Tony no vendrá. Se le presentó un inconveniente. — Solo pude encogerme de hombros.

— No importa, sé defenderme sola.

— Eso no fue lo que sucedió hace un par de minutos.

— Estaba manejando la situación, no necesito agarrarme a golpes contra alguien para darme a respetar. — Suspira frustrado.

— Ya sé qué será imposible hacerte cambiar de opinión, lo que puedo hacer por ti es acompañarte mientras estés aquí.

— No quiero tu compañía. — afirmó.

— No es opcional, entiende que no fue una pregunta, fue una afirmación. — Realizo un bufido y dejo caer mis brazos.

— Bueno, entonces tendrás que hacer lo que yo quiera, ir donde yo desee, ya que eres tú quién impone su compañía. — Se encoge de hombros dando a entender que no le importa. Esta noche promete ser tediosa, pero no solo lo será para mí, también haré todo lo posible porque lo sea para él.

Empiezo a caminar hacia la orilla del mar, y aunque trato de ir lo más rápido que puedo y así poder dejarlo atrás, para él no hay mayor dificultad en seguirme el paso. Bien, eso no funciona, plan B, me dirijo Hacia dónde hay gran cantidad de chicos y chicas bañándose, lo pienso un poco, ya que la temperatura es baja, pero aun así, tengo que ver qué tan resistente es en su labor de cuidar de mí, me despojo de las sandalias.

— ¿Qué haces?

— Lo que vine a hacer, justamente eso.

— ¿No estarás pensando en..? — Sus palabras se ven cortadas cuando ven que me deshago de mi vestido y lo dejó junto a las sandalias.

— Elena, no, mira lo que acaba de pasar con ese hombre, ¿qué pretendes? ¿Qué me agarré a coñazos con toda una partida imbéciles?

— Tienes dos opciones, te quedas aquí quejándote y me miras, o te quitas eso que traes puesto, — Digo señalando su ropa. — y me acompañas.

— No traje ropa adecuada para bañarme, no tenía pensado hacer eso.

— ¿Y es que Acaso no usas bóxer?

— Elena, no. Quédate conmigo, créeme, mi bóxer no es el más adecuado para bañarme en la playa.

— ¿Ah sí, es que se necesita uno adecuado?

— Por lo menos si el color.

— ¿Y de qué color es el tuyo? — Pregunto con una sonrisa pícara. Lo veo refunfuñar para al final decir, blanco.

— Jajaja — No puedo evitar soltar una carcajada.

— Dentro del agua no se va a notar.

— Pero seguro que al salir sí, y no le veo el chiste. Tampoco me hace gracia ese diminutivo bikini qué no deja nada a la imaginación. — Ahora es él quien me señala arrugando el entrecejo.

— Si no quieres verme no tienes que hacerlo, deberías apartar la vista, pero te veo muy concentrado.

— Lo importante o lo malo, no es que sea yo quien te vea, lo malo es que te vean otros.

— No encuentro la diferencia, tú o cualquiera de ellos es igual. — Se acerca a mí peligrosamente y me sostiene de la cintura.

— Ninguno de estos cabrones es igual a mí, no lo vuelvas a decir, Konstantín Ivanov, solo hay uno. — Aunque sé que debería empujarlo y tratarlo lo peor que pueda, simplemente me pierdo en sus ojos, esos que se han centrado en los míos. Lo veo sonreír de lado y es más que evidente que se ha dado cuenta de que me tiene hipnotizada.

— Tonterías. — Digo volviendo en mí. — He tenido la oportunidad de conocerte y créeme, no marcaste ninguna diferencia. — Me suelto de su agarre y me adentro en las aguas, esta helada, por un momento me arrepiento de ser tan infantil.

— ¡Eh muñeca, Ven aquí! — Me dice un chico que se encuentra junto a un grupo dónde hay mujeres y hombres que juegan con una pelota mientras se bañan. Observó a Ivanov, quién Aún se debate sí quitarse la ropa o no, sonrío ampliamente en su dirección y me dirijo hacia aquel grupo de personas

...***...

...Pov Ivanov....

Observo a Elena quitarse la ropa frente a aquella jauría de lobos hambrientos, esto está muy lejos de ser una sensación agradable. Ella es hermosa, realmente hermosa, y si estuviésemos a solas me sentiría encantado de verla así, pero ¿por qué carajos se le ocurre pasearse semidesnuda delante estos tipos? No miento cuando le digo qué puede que me llegue a tener que agarrar a golpes con más de uno, y ahora se comporta como una cría de quince años siguiéndole la cuerda al estúpido que la llama, ¿y qué carajos puedo hacer?, ¿ir y mostrar mi virilidad a todas esas personas? Todo porque ella no es capaz de dejar su orgullo a un lado, aunque sea por un maldito segundo y hacer caso a mi sugerencia. Si fuese mi mujer me encantaría castigarla, se vienen a mi mente perversas ideas de cómo hacerlo. Sacudo mi cabeza, es mejores apartar aquellas lujuriosas escena, sobre todo teniendo en cuenta que probablemente me toca quitarme la ropa.

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