Me siento en un banquito alto del desayunador, mientras me sirve lo que más me gusta "papas y huevos fritos y de postre lemon pie, que puede ser reemplazo por helado, en caso de no haber".
Luego de esto me interno en mi gimnasio, no deseo estar gorda, pero tampoco me privo de lo que me gusta. Claro que delante de la chusma, menú light. Siento la mirada inquisitiva de Magui mientras devoro mi plato. Le doy vueltas para contarle porque ella es como Ryan, me sermonean si piensan que hice algo mal.
- Delicioso como siempre mi querida Magui, uff estoy llena- digo sobando mi panza -, será mejor que tome una siesta. -y empieza lo de siempre
- Samara Evangeline Jackson... No te moverás hasta que lo ordene- dice de brazos cruzados y dando golpecitos con uno de sus pies impaciente.
Le conté todo mientras ella asentía con su cabeza y rascaba su barbilla. Acomoda sus lentes delicadamente y da un suspiro antes de hablar. Me toma de ambas manos y se sienta frente a mi.
- Quiero que me escuches y presta atención en cada cosa que diga, nada de okis y después hacer oídos sordos...
- Pero Magui...- me mira acallándome.
- Sam... estás por ingresar a la Universidad y desde mi humilde posición y espero sigas mi consejo, deberías cambiar mucho tus actitudes para con los demás- ya no me va gustando nada por donde va la cosa - mi niña, soy consciente del enorme corazón que tienes y lo que ha sido tu vida hasta ahora... Pero me gustaría y creo también te favorecería, que abras tu corazón a los demás, no sólo a Ryan y a mí. ¿No sería mucho mejor y armonioso, ser más gentil, educada, aceptar a otros y sobre todo... perdonar a tus padres?- cierro mis ojos y respiro ondo antes de colapsar, se me acerca y me mira con ojos llorosos- Dime Sam,... que piensas?
- Eres igual... todos son iguales!! Tú, Ryan, mis padres y el resto del mundo se pueden ir al demonio!!- grito ofuscada y salgo corriendo a mi cuarto. Azoto la puerta con toda mi fuerza para cerrar y me tiro a llorar sobre mi cama mullida.
Nana intentó varias veces hablar conmigo, pero no le contesté, la última vez que golpeó, sólo le dije largo. Seguro habló con Ryan, porque no paró de mandarme mensajes y llamarme. Obvio que ignoré todo y me sumergí en un profundo sueño.
Pasada la media noche, comencé a sentir golpes en mi ventana. Me giro y me asomo con los ojos entreabiertos y me los refriego al dudar, si la silueta que veía era la de Ryan.
No puedo negar que al verlo, olvidé todo lo ocurrido y mi corazón comenzó a bombear enérgicamente.
Estoy segura de que esbozó una sonrisa y saludé tontamente, aunque actuaba sospechosamente y miraba para ambos lados de dónde se encontraba parado.
Lo miré dubitativa al ver que me hacía señas para que le abra la ventana. No lo dudé y asentí. Él se dispuso a subir trepando por el conducto del desagüe ya que mi habitación, se encuentra en la planta alta.
Escuchaba su respiración y quejido agitado mientras subía, entonces aproveché para arreglarme un poco. No podía permitir que me viera chorreada de baba por la comisura de mis labios, ya que suelo dormir con la boca abierta.
Salgo del baño y lo encuentro del otro lado de la ventana observándome con una sonrisa bellísima, pensé me haría pis de la emoción.
- Hola - me dice tímidamente - puedo entrar? o sigues enojada?
Le hago un gesto de me da igual, pero por dentro estoy muriendo. Noto que adelanta el brazo que tenía por detrás y en éste tenía un hermoso peluche
Está bien, te perdono- me dije internamente y me tiré sobre él y mi impulso y mis sentimientos fueron mayores, porque por inercia comencé a besarlo.
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Gabriela Sanchez de Oviedo
achs
2023-04-05
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