Sophie Lopes
— Ahora que todos se han ido, dime: ¿qué te picó, Sophie? — Flavia nunca se andaba con rodeos cuando quería saber algo.
— Sorprendí a Marcos en la cama con otra ayer por la noche. — Dije fríamente. Cómo lo odiaba.
— Amiga, no puedo creer que ese sinvergüenza hiciera eso. No te merece. Siempre has sido la novia perfecta. — Sé que Flavia solo quiere ayudarme, pero no quiero hablar de lo que sucedió. Mi humor ya estaba lo suficientemente terrible.
— ¿Podemos no hablar de eso ahora? No quiero ni recordar lo que ocurrió. — Desvié mi atención hacia los papeles en mi escritorio.
— Está bien, amiga. Cuando estés lista, aquí estaré para escucharte. — Flavia siempre ha sido así, comprensiva y considerada.
— ¿Qué onda, zorras? ¿Qué están tramando? — Conozcan a mi mejor amigo, Henrique. Además de todo, es mi vecino y también es un gran diseñador de interiores. Todos los muebles de mi casa los diseñó él. Como pueden darse cuenta, Rick es escandaloso, lo que a veces me molesta.
— ¡Hola, Rick! — Flavia y yo dijimos al mismo tiempo.
— ¿Qué vamos a hacer hoy, chicas? Muero por salir. El trabajo me está matando. Necesito broncearme un poco esta piel pálida.
— El personal del estudio va a la playa hoy. ¿Qué tal si vamos también? — sugiere Flavia.
— Olvídenlo. No tengo ganas de salir hoy. — Dije, y Rick me miró con curiosidad. Se acercó y se apoyó en la mesa.
— ¿Desde cuándo rechazas una tarde en la playa, Soph? — Era imposible ocultarles algo a estos dos. Tenía que darles algo para que me dejaran en paz.
— Marcos y yo terminamos. ¿Están satisfechos? Ahora, ¿puedo seguir trabajando? — La mirada de satisfacción de Rick no me sorprendió, nunca le había gustado Marcos.
— Vamos, nena, estarás bien. Hay un montón de chicos geniales por ahí, yo lo sé por experiencia propia. Vendrás a la playa con nosotros, aunque tenga que llevarte a la fuerza, y Flavia está de acuerdo conmigo. — Los dos hicieron ademán de que me iban a cargar en brazos.
— Está bien, iré. — Dije alejándome de ellos. — Pero nada de estar empujándome hacia los hombres. Estoy bien sola y así es como quiero estar.
Me dirigí a mi habitación para cambiarme, antes de que Henrique comenzara a interrogarme sobre mi deseo de quedarme soltera.
** PUNTO DE VISTA DE FLAVIA Y HENRIQUE **
— ¿Me puedes contar qué hizo el imbécil de Marcos esta vez, Flavia?
— Sophie lo descubrió engañándola, pero es todo lo que sé.
— ¿Qué? Voy a matar a ese desgraciado. ¿Quién hace eso con Soph? Ella es la novia más devota que conozco.
— También tengo ganas de matar a Marcos. Entonces, entra a la fila, cariño. Soph necesita nuestro apoyo ahora. Vamos a actuar como los buenos amigos que somos y vamos a hacerla divertirse.
— Claro, amiga, este paseo será bueno para ella.
— Y cierta persona que estará allí también.
— ¿Qué, cómo así? ¿Me perdí algo?
— Tranquilo, gay¡ No es nada seguro, pero hasta un ciego sentiría las chispas volando entre ellas.
— ¿A qué te refieres con que es una mujer? Ay, Dios mío.
— No es solo una mujer... Es ELIZA FRANCO, la modelo internacionalmente conocida.
— No me tienes que recordar quién es ELIZA FRANCO. Es como mi diosa de la moda. ¡Nuestra Soph la pegó en el clavo esta vez!
— ¿En qué he pegado en el clavo? — Sophie regresó al salón asustando a ambos.
— Acertaste de lleno al aceptar ir a la playa con nosotras. — Flavia habló disimulando y luego miró a su amiga. — Amiga, ¿qué bikini es ese? No deja nada a la imaginación.
— Es solo otro de mis muchos bikinis. No exageren, Flavia. Y ustedes dejen de chismorrear, vamos antes de que cambie de opinión. — Sophie se dirigió hacia la puerta.
— "ELLA" va a tener un infarto cuando Sophie aparezca en la playa. — Rick habló bajo para que sólo Flavia lo escuchara y ambos empezaron a reír. Sophie no escuchó y se quedó curiosa por saber la razón de las risas, pero no dijo nada. Ya estaba lo suficientemente nerviosa y no sabía por qué.
ELIZA FRANCO
Después de la sesión voy a la casa de mi mamá. Doña Cláudia sólamente llegaría para la cena, así que cojo algo del refrigerador y lo caliento para almorzar. Voy a mi habitación a intentar encontrar un bikini, lo que no sale muy bien. Casi nunca voy a la playa, por lo que mi armario escasea de bikinis. Tendré que ir de compras antes de ir a la playa. Me apresuro porque es casi la hora que acordé con Flavia.
Cuando llego a la playa de Ipanema, Flavia viene a hablar conmigo. Está con dos chicos más a los que reconocí de esta mañana.
— Qué bueno que viniste, Elisa. — La abrazo y luego saludo a los chicos.
— ¿Dónde están los demás? — Pregunto. A decir verdad, quería saber si Sophie había venido.
— Están más adelante. Vamos, yo te muestro.
Caminamos un rato hasta que vi una red de vóley y algunas personas jugando fútbol vóley. Entre ellas estaba la morena hermosa que usaba un diminuto bikini, lo que me hizo babear por su cuerpazo. Ella notó mi presencia y me dio una sonrisa discreta. Si no estuviera prestando atención no la habría visto. Me senté junto al resto y Flavia.
— Elisa, él es Henrique. Es un gran fan tuyo. — El hombre me saludó con dos besitos, lo que me resultó gracioso porque parecía bastante nervioso. Era bastante alto, quizás unos diez centímetros más que yo. Sus cabellos negros contrastaban con su piel alva y pálida, lo que destacaba aún más entre tantas pieles bronceadas.
— Hola, Henrique, un placer conocerte. Me alegra mucho que aprecies mi trabajo. — Dije sinceramente.
— Adoro tu trabajo, Elisa. Me inspiras a ser creativo en el mío. — Habló todo emocionado.
— ¿En serio? ¿Y qué haces? — Pregunté curiosa, aunque sólo podía concentrarme en la morena frente a nosotros. Esas piernas torneadas y ese abdomen moldeado por los dioses.
— Diseño muebles y también hago decoración de interiores... — Juro que intento prestar atención a lo que Henrique dice, pero la escena frente a mí termina irritándome. El compañero de Sophie, un hombre bajo y en forma, que no quitaba los ojos de su trasero.
— Me encantaría ver tu trabajo un día de estos. — Dije, aún distraída.
— ¿De verdad? — Golpea palmas todo feliz, lo cual me hace sonreír. — Te mostraré mi portafolio en otro momento.
— Sería perfecto... Pero dejemos de hablar de trabajo y divirtámonos. ¿Alguien aquí quiere ser mi pareja en el juego? — Me levanto y empiezo a calentar.
— Tendré que disculparme, Elisa, pero soy terrible en ese juego. — Flavia pone una cara que me hace reír. Deja muy claro que no le gusta el fútbol vóley.
— Está bien. ¿Y tú, Henrique, sabes jugar?
— Sí, sólo estaba esperando una pareja, pero parece que ya encontré. — Se coloca a mi lado y comienza a calentar también.
— Genial, vamos a arrasar.
— Sólo una cosa más. — Habló Henrique.
— ¿Qué?
— Llámame Rick, todos me llaman así. Cuando escucho 'Henrique' sólo recuerdo a mi jefe regañándome. — Esta vez no disimulo la risa. Rick era un payaso.
— ¿En serio? Está bien, Rick.
— Perfecto. Ahora vamos a acabar con el equipo de Soph porque ya ganó demasiado y está muy creída. — Rick habla alto para que la morena oiga.
Sophie lo provocó con una mirada desafiante y aproveché para quitarme el vestido y quedarme sólo en bikini. Mi elección había sido meticulosa. Aunque no sabía si Sophie vendría, lo elegí pensando en ella. Mi bikini era de tanga, tipo bandeau, color azul y la parte de arriba hacía una X en el frente, mientras que la parte de abajo estaba sujeta por lazos en el costado de mi cadera. Mi satisfacción aumentó cuando noté que la morena me miraba y su mirada no era nada discreta.
SOPHIE LOPES
Todavía estaba intentando recuperar mi cordura cuando Elisa entró en la cancha de arena. Ahora, recogía su cabello rubio en una cola de caballo y se reía de los chistes de Henrique. Sabía que estaría aquí, pero no sabía que mi cuerpo me traicionaría. Todo se sentía más caliente ahora, incluyendo el V entre mis piernas. Me abaniqué intentando aliviar el calor, ¿qué me estaba pasando?
Elisa se posicionó de tal manera que pude ver la parte superior de sus pechos. Tragué saliva y ella sonrió consciente de cuánto me afectaba. ¿Qué me estaba pasando? Sus ojos de esmeralda eran desafiantes y eso despertó mi lado competitivo.
Me coloqué en la esquina de la cancha, coloqué la pelota en un montículo de arena y le di una patada. Rick la recibió con dificultad, pero Elisa manejó la pelota devolviéndola en la cabeza de él, que no necesitó mucho para marcar un punto. Los dos se abrazaron muy alegres celebrando. Esa escena me irritó, es decir, sabía que Rick era bisexual. A pesar de su preferencia por hombres, bien podría estar interesado en Elisa. Y ¿qué tengo que ver yo con eso? Tengo que concentrarme. "Vamos, Sophie, deja de pensar en esas cosas".
Elisa fue la siguiente en servir. Su chute fue preciso, lo que me sorprendió. Lo recepcioné y lo pasé a Pedro, que era mi pareja. Colocó la bola alta y cerca de la red. Le di un cabezazo y Rick no logró controlarla. Sonreí victoriosa, provocando a Elisa, y ella me miró como diciendo "esto recién comienza".
Fue el turno de Pedro para servir. Le dio a Elisa, quien pasó la bola de espaldas a Henrique, y él se la devolvió a ella a unos centímetros de la red. Ella saltó y literalmente empujó la pelota con la planta del pie, luego cayó al suelo levantándose rápidamente. ¡Eso fue impresionante! La pelota golpeó el pecho de Pedro y él no logró controlarla. Elisa me miró, levantando una ceja y mordiéndose los labios. Qué condenada. Era muy buena. Pobre Pedro. Si no fuera porque se conocieron hoy, pensaría que ella estaba enojada con él.
Ganamos el primer set, pero Elisa y Rick ganaron el segundo. El juego estaba reñido y todos nuestros amigos estaban eufóricos al lado de la cancha. La puntuación estaba 19 a 20 para nosotras. Si anotábamos, ganaríamos, y estaba desesperada porque eso sucediera.
El saque era de Henrique. Se posicionó y chutó. Controle el balón con el pecho, pasándolo a Pedro, quien me lo devolvió a mí. Di un cabezazo cerca de la red. El punto ya era nuestro. La pelota estaba cerca del suelo cuando Elisa saltó y la recuperó con la punta de su pie. Fue lo suficiente para que Henrique colocara la pelota al fondo de nuestra cancha. Fue un movimiento rápido, y ahora todo estaba empatado. El juego iría a dos.
Elisa sirve, y Pedro controla, pasando el balón hacia mí. Lo juego al equipo contrario, que devuelve la pelota. Lo tomo de espaldas y Pedro la coloca perfectamente para que hiciera una chilena. La pelota cae en el campo contrario y la multitud comienza a gritar mi nombre. Elisa estaba sudada y visiblemente cansada. Para alguien que no practicaba, estaba en muy buena forma. No podía dejar de mirar cómo el sudor se deslizaba por su abdomen plano, perdiéndose en su panty. El sol se estaba poniendo y sus ojos adquirieron un tono muy claro. Su trasero estaba cubierto de tierra y mis manos picaron por tocarlo.
Pedro sirve y Henrique devuelve en susto. Aprovecho su inestabilidad y cabeceo hacia él nuevamente. Rick cae con el impacto del balón y Elisa se lanza para intentar recuperar la pelota, pero ya era tarde. ¡Ganamos!
Pedro corre hacia mí y me lleva en hombros. Intento alejarme, pero está demasiado eufórico. Cuando me libro de sus brazos, miro a Elisa, que me miraba seria. Sus ojos estaban oscuros. Eso provocó escalofríos en mi cuerpo.
El sol ya había desaparecido, dejando paso a la luna y a las estrellas. Me acerco a donde ella está y extiendo mi mano para felicitarla.
— ¡Felicidades! ¿Dónde aprendiste a jugar? — Ella toma mi mano y siento su piel suave contra la mía.
— Jugaba al fútbol sala en la escuela secundaria, y creo que esas cosas no se olvidan. Por cierto, fuiste maravillosa. — Agradezco a Dios por estar quemada por el sol, así ella no notaría el enrojecimiento de mis mejillas por vergüenza debido a su elogio.
— Gracias. No iba a venir, pero al final cambié de opinión. — No sabía por qué, pero me estaba justificando ante ella.
— Me alegro de que vinieras. — Elisa continúa mirándome y un silencio incómodo se cierne entre nosotras. Me encuentro mirando su boca y rápidamente giro la cabeza avergonzada. Gracias a Dios, Flavia me llama en ese momento. Me siento con algunas personas e intento concentrarme en otras cosas.
ELIZA FRANCO
El ambiente en la playa era estupendo. Observé a algunos de nuestros colegas entrar al mar, tomando a algunas mujeres que tenían frío y llevándolas al agua. Flavia y Rick me actualizaron sobre los nombres de todos, pero aún así, no logré recordarlos todos.
Sophie estaba sentada en una silla de playa, con la mirada perdida. Había visto esa expresión triste desde temprano y deseaba verla sonreír nuevamente. Me levanté y me senté en el suelo a su lado.
— La noche está hermosa hoy. — Miré al cielo, lleno de estrellas. Ella también miró al cielo y sonrió.
— ¿Cómo eran tus noches en París? — Preguntó sin girarse hacia mí.
— Muy diferentes de aquí. Allí, no tenía tiempo para contemplar el cielo; había tantas cosas que hacer que momentos simples como este eran raros. — Sophie me miró, curiosa, pero no dijo nada. Continué: — Estoy disfrutando mucho de Río de Janeiro. Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto.
— Tu vida no parecía ser tan buena. — Dijo, pareciendo inmediatamente arrepentida. — Lo siento, no quise decir eso. — Sophie se volvió seria y volvió a mirar al cielo, evitando mirarme.
— No, tienes razón. Mi vida no era buena. — Recordé todo lo que mi madre y yo pasamos después de la muerte de mi padre y me sentí un poco triste. Había pasado mucho tiempo, pero todavía me afectaba profundamente.
— En serio, no quería ofenderte. No era mi intención. — Sophie tocó mi brazo y puse mi mano sobre la suya.
— Ahora estoy bien, mucho mejor. — Como por arte de magia, el clima entre nosotras cambió. Se volvió tenso, pero era una tensión buena, de esas que dan mariposas en el estómago. Acaricié la mano de Sophie
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 35 Episodes
Comments