El uno en las venas

La ovación de la gente resonaba en mis oídos, gritos y aplausos celebrando la primera categoría. Rees estaba con su traje negro y gris, saltando como si estuviera calentando antes de una carrera de atletismo. Su entrenador le hablaba llamándolo a la calma, su equipo de carreras revisaba la motocicleta y su representante atendía a todos los medios de comunicación que se acercaban para tener una entrevista.

En qué momento se les ocurre a los imbéciles querer una entrevista. ¡¿No ven que tiene que concentrarse?! ¡Carajo con los medios!

Crucé las piernas en la silla metálica que me fue asignada debajo de la carpa blanca estampada de logos. Podía ver entre la multitud varios carteles con el nombre de Race Hamilton. Realmente era aclamado, uno de los favoritos. Me sentí como toda una celebridad cuando entramos al domo. Los periodistas, las cámaras, los autógrafos, las fotografías.

¡Una locura!

—¿Bebé? —Levanté la vista para ver a Race con el casco en la mano—. Ya tengo que ir al otro lado, quería mi beso de la suerte antes de tener que ir a patear un par de culos.

Le sonreí, poniéndome de pie, le tomé la cara envolviendo mis brazos en su cuello, acercándolo hasta quedar a centímetros de él. Su

aliento era fresco, su respiración entrecortada y estaba segura de que si pegaba mi mano a su pecho, sentiría su corazón latir a mil por hora.

Mi niño estaba nervioso y sabía cómo calmarlo.

—Te espero en la línea de meta, cuanto más rápido seas, más rápido me tendrás en tus brazos de nuevo. Piénsalo.

Besé sus labios, profundizando mi lengua, tal como a él le gustaba. Succioné su labio inferior ocasionando un delicioso revuelco en mi estómago. Él se separó para verme con esos ojos azul cielo que tanto me gustaban.

—Eres una apasionada para besar —dijo, dándome una sonrisa.

—Te quiero, Race.

—Yo también te quiero, nena.

—¿Mucho? —sonaba como una gran niña pidiendo un poco más de cariño, pero vaya si no lo necesitaba.

—Las estrellas no son suficientes.

¡Santa mierda! Si sigue con esa actitud no seré capaz de detener mi corazón de tanto amor. Mi vida se estaba volviendo una locura gracias a él. Dándole un último beso, vi cómo mi corredor favorito de todos los tiempos salía a ganar esta carrera.

Desde la primera vez que lo vi subirse a una moto, supe que lo más complicado sería bajarlo de ella. Recuerdo que era impresionante verlo correr, practicaba todos los días. Se caía y volvía a pararse. Nunca

se detenía hasta que lo lograba, lo que más me asustaba eran los trucos, sobre todo, esas malditas vueltas que sacaban todo el miedo que tenía por dentro.

Volví a sentarme en mi silla metálica junto a Daniells. Este estaba al teléfono haciendo unas apuestas a favor de Race. Definitivamente tenía que ganar a toda costa, esas sumas eran grandísimas. Si ganaba al final de la competencia nacional, se volverían multimillonarios los dos.

No es como si Race no lo fuera ya gracias a sus padres, pero me gustaba como él siempre intentaba ganarse su dinero sin depender de ellos.

—Tu nombre es Rene Scott. —Me sorprendió la voz de Daniells.

—Y el tuyo, David Daniells. ¿No es así? —¿A qué viene esto?

—Los medios quieren tu nombre completo, Rene. De seguro mañana estarán en cada periódico y revista ¡Hola! del lugar. Race es una celebridad y esta carrera es de las más importantes.

¡Carajo! Nunca pensé en eso. Sabía que era famoso y que los medios estarían encima de él, pero no que me investigarían, no necesitaba eso, no ahora, mucho menos que Race se enterara de mí por medio de un maldito periódico. Debía decirle lo antes posible, pero ¿cómo? No estoy preparada para decirle.

—¿No pueden poner Renny o acompañante?

—Te esmeras en ocultar tu identidad. ¿Por qué?

—No me gusta el nombre Rene. —Era una gran mentira, me encantaba mi nombre, pero me recordaba a papá, era exactamente el mismo nombre que él, Rene Scott.

Pensé en mamá, en cómo me acurrucaba en sus brazos cuando estaba asustada, en cómo me decía cosas lindas al oído, eso necesitaba cuando me hablaban de ellos, cuando me decían por qué no usaba mi nombre… Los extrañaba desde lo más profundo de mi alma.

—Bueno, Rene, es una lástima. A mí me parece un nombre bastante bonito, ahora qué tal si me cuentas de ti para saber qué poder decirles a los medios de comunicación.

Rechacé la petición, no quería que nadie tuviera un solo dato de mí, esto era malo. Mi vida no era algo que pudiera simplemente salir al aire y ser comentado. Sabía que los medios preguntaban antes de investigar, si no les decía algo quizá investigarían y allí sabrían exactamente quién era y eso sería mi fin con Rees.

—Mis padres son… Theo y Eloise Scott. Son abogados. Vivimos en Leeds toda mi vida hasta que empecé la universidad. Soy una fanática del motocross y el Racing desde pequeña, pero esta es mi primera carrera internacional. ¿Algo más?

Al menos no todo era mentira, ¿verdad? ¡Dios! Voy a irme al infierno por mentirosa.

—¿Qué estudiaste y qué carrera?

—Eso no es relevante —dije intentando excusarme.

—Bueno, deja que ellos lo averigüen entonces o se inventen algo peor.

Solté un gruñido frustrado. Aquí la celebridad era Race, no yo…

¿Por qué dar mi información?

—Universidad de Londres, relaciones internacionales. —No mentí porque de seguro eso si era bastante fácil de comprobar.

Me gustaba vivir con Lucy, ella me cuidaba y me hacía sentir bien.

Me dio un hogar cuando más lo necesitaba, pero eso no significaba que todo fuera color de rosas. Mi actitud rebelde y su escaso tiempo gracias al hospital volvía todo un caos. Hace una semana que no hablo con ella y estoy comenzando a extrañarla.

Le mandaré un mensaje, creo sería lo mejor en estos momentos.

—Impresionante, tenías una beca del setenta por ciento. —dije, abriendo los ojos como si fueran a salirse de sus órbitas, no me creía lo que escuchaba. ¿Cómo diablos lo sabías?

—Y tú, ¿cómo diablos lo sabes?

Este volteó su teléfono en una ficha de mi vida, con los nombres de mis padres reales y toda mi maldita información.

—No iba a permitir que vinieras a un viaje tan importante sin saber quién eras, Rene Scott, hija de Rene y Leonora Scott, embajadores del Reino Unido en Washington d.c. durante quince años, incluso tú naciste en las tierras estadounidenses. Lamento lo de

tus padres, según veo eran muy queridos dentro de la élite, lo que no entiendo es cómo paraste lejos de todo eso.

—Usted no entiende nada. —Ahora si estaba molesta.

—Cambiaste bastante —dijo, enseñándome una foto mía junto a Holly.

Tenía el cabello tres tonalidades más claras, bastante corto, las pecas marcadas. Parecía una niña, claro que había cambiado, bajé de peso, me hice tatuajes y me teñí de un rojo más intenso. La mitad de las personas no me reconocían, a menos que fueran una Abbi «Súper Observadora» Sheperd.

—Race no lo sabe, tampoco tiene que saberlo de mi boca, los medios de comunicación tampoco.

Vi cómo este hombre me observaba con toda su elegancia y mi hoja de vida en el celular. Entendía a la perfección que era su trabajo, pero… No quería que contara nada. Cada día que pasaba, entendía que debía decirle a Rees quién era, maldito valor que hace falta.

—Gracias —susurré justo a tiempo.

Los altavoces avisaron la carrera profesional División 2. Todos los presentes estallaron en gritos, el sonido de acelerones se escuchaba desde donde estábamos, pero no podía ver absolutamente nada. David Daniells me tomó de la mano para subirme a una plataforma donde estaban varios representantes de otros corredores, las esposas, hijas y novias de los corredores estaban en el mismo lugar, unas de ellas gritaban, las otras observaban la carrera con sus lentes oscuros y una

maldita manicura bien hecha. Estas mujeres parecían modelos mientras yo estaba con mis pantalones flojos, exhibiendo mi estilo punk. Definitivamente tenía que ir mejor arreglada a la siguiente carrera.

—Tú eres la novia de Race, ¿verdad? —preguntó una chica que parecía súper modelo, con unos tacones que matarían a cualquiera si alguno le caía de punta en la cabeza.

—No soy su novia. —Quería decir «¡futura novia, imbécil!», pero quizá Rees no quisiera etiquetas.

—Sí, bueno, qué estúpida. Race tiene que tener una de la élite, esa que usan en su país, se me olvida que tiene que ver con la realeza.

El año pasado la pasamos muy bien, una lástima que este año venga

«ocupado» —soltó una risita estúpida—. Deberías de intentar verte mejor, cualquiera te lo puede robar, es Race Hamilton. ¡Por favor!

Actué como si realmente no me importara, pero la verdad era esta, me importaba más que a cualquiera. No quería que me robaran a Race, pasé toda mi vida intentando tener su atención y cuando finalmente me había rendido, él apareció sorprendiéndome completamente.

Ese día en el hospital pensé por un momento que tanto Holly como él se darían cuenta de quién era, pero los tatuajes, la vestimenta y el exceso de maquillaje fueron suficientes para evitarlo. Nunca me imaginé encontrarlo postrado en una cama, mucho menos que Lucy me hiciera llegar para que lo viera, era culpa de él que me gustaran tanto las motocicletas, también era su culpa que aún estuviera viva.

Respiré hondo cuando el banderazo de salida se marcó. Corrí a la baranda gritando, «¡Vamos, Race!», aunque sabía que gritara lo que gritara, él jamás me escucharía. Mi corazón latía tan fuerte que no creí posible que no me diera un ataque, somaté el hombro de Davis que se ahogó con su botella de agua, tosiendo como si fuera a morir de ese pequeño trago de agua. Señalé a Race de segundo, emocionada, brincando como loca.

David tomó unas fotografías y grabó videos, emocionado de lo que veíamos los dos.

Su motocicleta de velocidad era plateada, bastante hermosa. Se deslizaba con una habilidad impresionante, al igual que Moretti, el número uno en estas carreras. Grité viendo la segunda vuelta. Dos más para que el circuito terminara. Race seguía en segundo lugar, pero estaba extremadamente cerca del uno.

—El número 7, Race Hamilton se mantiene a centímetros de Christian Moretti, número 14, diputándose el primer lugar en esta primera carrera en la división MotorGP. Los dos competidores están teniendo un desliz impresionante. —La voz del locutor sonaba en los altavoces, haciendo que todo en mi interior vibrara más.

—Y ahora es cuando lo pasa —dijo Daniells señalando a Race.

Como si esa fuera la técnica, Race aceleró superando a Moretti por dentro. La audiencia entera estalló en gritos, unos maltratando a Race y otros apoyando su hazaña impresionante. Salté como una estúpida recordando cómo había celebrado su tercer lugar en la quinta carrera del año pasado por televisión. No podía creer que ahora lo estaba viendo, en uno de los mejores lugares.

—¡El número 7 entra en primer lugar! —gritó el locutor haciendo que todo esto se volviera una locura. Abrazando a David, bajé corriendo las escaleras para ir a buscar a Race.

Me paré en la carpa, tensa, esperando a que llegara, pero Daniells me tomó de la mano, guiándome hasta donde estaban los competidores recibiendo felicitaciones, llenas de medios de comunicación. Race se quitó el casco, moviendo la cabeza de lado a lado como si estuviera saliendo de la piscina.

Me paré para verlo, estaba ocupado para que lo interrumpiera.

Los medios se abalanzaban sobre él pidiendo entrevistas, preguntándole qué sentía por haber ganado la primera carrera, ¡de pasar de un octavo a un primero!

¡Al diablo los medios!

Salí corriendo cuando nuestros ojos se cruzaron, me abalancé sobre él sabiendo que me recibiría en sus brazos. Race me tomó de la cintura ayudando a subirme a su cadera enroscando mis piernas, besando sus labios.

La sonrisa de Race se hizo más grande cuando grité emocionada que había ganado, me acercó, besándome una vez más, demostrándole al mundo entero lo enamorado que estábamos. Sentí los flashes y las cámaras encima, pero nada impidió que no sintiera amor puro por este hombre.

—Creo que a partir de mañana, Renny Ren, pasas a ser mi novia oficial en todos los medios de comunicación.

Mi sonrisa se desvaneció por su comentario, no quería ser su novia en los medios, quería ser su novia en la vida real. Este frunció el ceño al ver que ya no estaba sonriendo. Intenté disimular, pero realmente tenía mis dudas que algún día fuera a ser más que una acompañante.

—¿Qué pasa, bebé?

—Nada, te quiero —dije para quitar el golpe del momento.

—Yo más —bajándome de sus caderas, Rees puso una rodilla en el suelo, viéndome con esos ojos de amor que siempre quise de su parte. Este me dio una sonrisa mandándome tres veces al cielo de Rees.

¿Qué diablos haces de rodillas?

—¿Qué haces? —pregunté cuando tomó mi mano.

—¿Quieres ser mi novia, Renny Ren? —las cámaras nos enfocaban una vez más. Estaba sorprendida, sin respiración. Todo mi mundo estaba colgando de un hilo. ¡¿Quería que fuera su novia?! ¡Race Hamilton! Los ojos se me llenaron de lágrimas, sentí cómo mis palabras se perdían por completo.

Soñé desde pequeña que esto pasara, nunca lo pensé posible, pero estábamos aquí, en la primera carrera del 88IR y me estaba pidiendo que fuera su novia. Race se puso de pie, besando mis labios provocando una ovación en la gente aún más fuerte que al terminar la carrera. De seguro lo ven como un puto compromiso de bodas, pero solo me estaba pidiendo ser su novia y yo eufórica le daba un sí.

Sus compañeros de fórmula comenzaron a tirarnos agua celebrando el nuevo noviazgo y el primer lugar. Varias personas que no conocía me abrazaban y me felicitaban, lo mismo ocurría con Race, incluso unas mujeres a las cuales quería apartar de inmediato por la poca ropa que estaban usando.

—¡Bien campeón! —gritaban unos.

—¡Así se hace, Race!

—¡Alguien festeja bastante bien hoy!

¡Jesús! ¿Dónde están los filtros?

Comenzamos a caminar a donde estaba la carpa, nuestra carrera estaba terminada, pero aún faltaban tres categorías más y, según el protocolo, teníamos que quedarnos hasta el final. Rees se cambió a unos vaqueros y una camisa negra con el cuello en v con el número 7 y su nombre grabado con un diseño muy único, el mismo que tenía en todas sus cosas.

Regresamos al palco, donde estaba el resto de competidores tomando cerveza y whisky. Race se sirvió un trago, pasándome uno a mí, brindamos y celebramos con todos los demás.

No me apartó de su lado en todo el momento que estuvimos allí, me sostuvo de la mano como su perla más invaluable. Reímos y disfrutamos como pareja y esa noche me hizo el amor, por primera vez como su novia.

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Comments

viviana esteban

viviana esteban

me gusta!!

2024-05-12

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