Serendipia

Capítulo 1

30 de julio de 20XX, isla paradisíaca en Honduras, Centro América.

Por la orilla del mar, de noche muy tarde, una pareja se besaba y tambaleaba debido al alcohol que habían ingerido. Llegan a una habitación y la puerta se abre estrepitosamente. El hombre la cierra con fuerzas y sigue besando a la mujer.

Dejan caer las botellas de bebidas que tenían y comienzan a desvestirse. En ese preciso momento ella le coloca la mano en el pecho y lo aleja.

Mujer: Esto no es correcto.

Hombre: Tienes razón, esto no es correcto. ¿Deberíamos detenernos?

Ellos se quedan viéndolo fijamente y se vuelven a abrazar para seguir quitándose la ropa y besándose desenfrenadamente.

Hombre: ¿Me dirás tu nombre?

Mujer: ¿Eso importa?

Él gesticula que no es importante y siguen besándose. Debido al movimiento la lámpara junto a la cama cae y se quiebra en pedazos, la ropa es arrojada en todas direcciones.

Él se encontraba encima de ella y lo único que los iluminaba era el reflejo de la luna a través de la ventana. Ella le acaricia el rostro y acaricia su cabello, mientras él no le quitaba los ojos de encima.

Mujer: Al menos, por lo que dure la noche ¿Podrías fingir que te gusto?

Hombre: ¿Fingir?

Ella sonríe y comienza a besarlo, él se sonroja y la sujeta con sus fuertes brazos.

La noche transcurrió en cámara lenta para los amantes, que encendieron su pasión en reiteradas ocasiones.

Por la mañana, cuando el sol estaba en lo alto, ella abre los ojos sin comprender dónde se encontraba, hasta que los recuerdos comenzaron a aparecer en su mente al ver al joven dormido a su lado. Sin alcohol en su sistema y con dolor de cabeza por la resaca, se desliza de la cama con suavidad para no despertarlo. Encuentra su ropa y se viste, busca su teléfono y al ver la hora se golpea la frente, toma sus zapatos y la cartera, luego sale de la habitación cerrando con sumo sigilo. Ella corre por unos pasillos y entra a una habitación, se cambia de ropa, toma su maleta y se monta a un taxi. Voltea por última vez hacia el hotel y con una sonrisa se marcha de allí. El joven despierta y se encuentra solo en la cama, busca en la habitación y se da cuenta de que la muchacha ya no estaba allí. Se tira en la cama y huele el perfume que ella dejó en la almohada. Luego de una ducha, se cambia y se dirige a la habitación de ella, golpea la puerta y espera. Al esperar y cerciorarse de que nadie salía, comienza a espiar por la ventana, pero el lugar estaba vacío. Corre a la recepción del hotel y allí se entera de que lo había dejado hacia un par de horas. Decepcionado y desesperado, se sienta en el mar pensando que ni siquiera sabía el nombre de aquella mujer. Únicamente le quedaban sus recuerdos y el perfume en sus sábanas.

Ella desde el avión también pensaba en él, mientras se tomaba un analgésico para el dolor en su cuerpo y con un espejo tocaba la marca en su cuello que él le dejó.

El pensamiento que ambos mantenían desde la distancia en la que se encontraban era: "Serendipia... Encontré mi Serendipia".

El hombre comienza a hacer llamadas y pedía, con desesperación, que alguien encuentre una pista de aquella dama que le había robado el suspiro.

En el aeropuerto de arribo, la joven busca su maleta y se despide con la mano del grupo, mientras espera la llegada de un taxi. Una sombra la eclipsó por unos segundos y al voltear ve a un muchacho junto que le dijo: