CAPITULO 3

MARCO

Mirándola dormir las palabras de Luca se repetían en mi mente. Después de que Luca se fue, hice la cena para los dos y nos sentamos a ver una película. Ella descansaba en mi regazo. Estábamos en el sofá de su sala. Mi cuerpo se encontraba totalmente inclinado hacia atrás y tenía toda la parte de su torso apoyado en mí. Desde arriba la miraba dormir. La película no había terminado  y ella ya estaba dormida. No la culpaba. Debía estar muy cansada. Ayer no había dormido bien. Su cuerpo estaba exhausto.

No sabía con exactitud que había sucedido antes de encontrarla. Lo único que vi a la distancia mientras la buscaba fue a Selena empujándola y a ella dejarse caer sin fuerzas. Recuerdo correr con prisa para alcanzarla. Nunca la había visto de esa manera. Me asusté tanto. Estaba acostumbrado a verla defendiéndose con su sonrisa siempre sarcástica. En otra circunstancia ella no se dejaría caer sin hacer nada al respecto. Así que algo más había sucedido. Siempre supe que ella era una chica vulnerable, pero amaba como siempre suponía estar por encima de

los demás sin importarle qué.

Ayer al verla así, por primera vez sentí que me necesitaba. Quería decirle que conmigo no necesitaba fingir, que podía ser tal cual era. La amaba como era, con su fragilidad y con su rabia. Pero no sabía como decírselo, así que me quedé en silencio.

Antes de venir aquí me encontré con Selena en un café. Me envió  un mensaje de texto pidiendo hablar conmigo. Decidí ir a pesar de que no quería verla, le había hecho daño a Esmeralda. Pero también quería saber que sucedió realmente.

-¿Sigues enojado?- fue lo primero que preguntó al verme.

No respondí. Me limité a deslizarme en el asiento frente a ella.

-Te pedí un café americano. Tu favorito.

No quería hablar mucho. No solía ser grosero, pero verla me hacía recordar a Esmeralda en el piso.

-No vine a tomar café contigo. Quiero que me digas ¿qué pasó ayer?

Ella bebió con lentitud su café frío mientras me miraba con ojos de borrego. Tenía un rostro inocente.

-¿Qué te ha dicho ella?

-No tengo tiempo Selena. ¿Me dirás o no? Tengo que estar en otro lugar.

-Con ella ¿verdad? Ayer vi que la llevaste a su casa y no regresaste en toda la noche.

La miré sin decir nada.

- Dime - siguió hablando - ¿qué tiene ella que yo no tenga? Soy bonita\, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Sabes que tipo de chica soy\, sabes que soy una niña bien. - su voz se quebró cuando dijo - Tú fuiste mi primera vez.

Estaba consciente de eso. Sabía que yo era el primer hombre que la había tocado. Había sido un gran error. Uno que lamentaba. No quería herirla, pero no podía no hacerlo. Ella era mi amiga. Pero no era a la que amaba.

- Lo siento.

En verdad lo sentía.

- Siempre he sabido que la amas\, pero pensé que entregándome a ti iba a haber alguna diferencia\, que iba a poder competir con ella. Te he dado lo más valioso que tenía y ¿ella? ¿Qué número de chico eres para ella? Ni siquiera lo sabes. Tú solo eres uno más. Para mí eres el único.

Me quedé en silencio. No sabía como explicarle. No se trataba nada más de sexo. Esmeralda me hacía sentir cosas que jamás había sentido con ninguna chica. Con ella todo era diferente.

- Siento mucho lo que pasó entre nosotros. No debió de haber sucedido. Te di esperanzas donde no había. Ella es la que me importa. Ella es a la que amo. No tienes por qué compararte. Eres bonita… pero no eres ella.

Después de eso me levanté para irme. Subí a mi auto y vine directo a verla.

“Te va a doler. Hazme caso. Ella no está lista.”

Dijo él susurrando. Las palabras de Luca no dejaban de resonar.

Ella no está lista.

¿Lista, para qué?

A caso ¿no soy suficiente para ella?

Recogeré todos sus fragmentos. No importa que tan añicos estén. Cada uno los volveré a unir. Los puliré y los pintaré de nuevo. No puedo perder esta oportunidad. He esperado tanto por esto. He esperado tanto por ella. Tanto. Que justo ahora solo mirándola tengo miedo. Tengo tanto miedo de perderla.

Pero, ¿Cuántas horas la he tenido? Talvez ¿14 horas? O talvez ningún segundo.

Apagué el televisor alcanzando el control. La moví un poco para poder cargarla con cuidado al estilo nupcial. Entre sueños rodeo mi cuello con sus brazos, la acerqué un poco más a mi pecho aspirando su suave aroma mientras subía por las escaleras. Al entrar a su habitación la deposité suavemente en su cama. Antes se había quitado ya sus zapatos así que únicamente la tapé suavemente con una sábana ligera.

Le acaricié el rostro contemplándola.

-No sé que pretendes con este asunto de ser novios, pero aquí me tienes si tú quieres.

Le di un breve beso en los labios antes de irme.

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