En el hogar de la familia Shu se respiraba a diario un ambiente de paz y felicidad. A pesar de ser una familia relativamente acomodada, su casa era de detalles muy sencillos, con todo lo necesario para vivir bien, pero sin exagerar en lujos o gastos innecesarios.
Los señores Shu eran padres de dos pequeños Mei-Ling de 7 años y Xiang de 3. Alternaban su tiempo entre permanecer al cuidado de sus hijos y atender lo pertinente a su pequeña pero muy productiva empresa de confección de lencería para el hogar. Un negocio heredado por la señora Shu de sus padres, quienes lo heredaron a su vez de los suyos.
La madre, Shu Fan, era una hermosa mujer de finos rasgos asiáticos, con hermosos ojos claros que revelaban su ascendencia europea. Era una experta en bordar a mano, por lo que su labor era muy reconocida y valorada en el medio. Aprendió desde muy niña el arte directamente de su madre, quien lo aprendió también de su abuela.
En esta línea de ascendencia, cabe decir que la abuela de la señora Shu estuvo casada con un negociante inglés llamado Martin Spencer, quien la llevó a vivir a su país, donde aprendió las costumbres occidentales durante los años que permaneció ahí.
Sin embargo al fallecer su esposo y sin contar con el apoyo de la familia de éste, decidió regresar a China con la herencia que recibió y establecer una sucursal de la compañía que el hombre fundó en Londres, y que ahora era la pequeña empresa que dirigían los Shu.
Consciente de que sus hijos y nietos debían estar en contacto con sus parientes ingleses, la aún joven viuda Spencer había tomado en ese entonces, la decisión de que sus hijos viajaran esporádicamente a Inglaterra para no perder el lazo familiar, costumbre que siguió practicando la familia.
Por esta razón la señora Shu había realizado sus estudios en Inglaterra y contemplaba dentro de sus planes que sus hijos también lo hicieran cuando llegara el momento.
La pequeña Mei-Ling era una chiquilla muy audaz e inteligente. Desde muy pequeña aprendió a nadar y participaba en competencias escolares de su categoría, las cuales siempre ganaba, sin embargo su madre no había podido lograr que le encontrara el gusto al bordado.
Mei-Ling siempre comentaba entre seria y bromeando que su pequeño hermano Xiang tendría que aprender a bordar o conseguir una esposa que lo hiciera, porque ella iba a ser campeona olímpica de natación.
A sus 15 años Mei-Ling se había convertido en una hermosa jovencita. De regular estatura y delgada, con su cabello negro recortado hasta los hombros y ojos claros, nunca se maquillaba, decía que era muy complicado desmaquillarse antes de entrar a la piscina y que todos esos químicos contaminaban su preciada agua.
Sin embargo siempre lucía bien, pues su belleza necesitaba realmente muy poco para ser resaltada, y ella en verdad deseaba pasar desapercibida.
Sus padres decidieron enviarla de intercambio a una escuela en Londres, con el fin de continuar la tradición de mantener contacto con sus parientes ingleses. Se suponía que durante su estadía se alojaría en casa de éstos, sin embargo al llegar al aeropuerto no encontró ningún familiar esperándola.
En reemplazo de eso su tía abuela Annette había enviado a su chofer, Robert, a recogerla para que la llevara al alojamiento para chicas que quedaba dentro de las instalaciones de la escuela.
Al comienzo Mei-Ling se sintió muy humillada y su estado era tan notorio que el chofer le comentó:
-Señorita Mei-Ling, créame cuando le digo, que ir al dormitorio escolar es lo mejor que le puede pasar en estos momentos. Su familia no está pasando por buenas circunstancias y seguramente la harían sentirse incómoda. Así que es mejor que disfrute con señoritas y jóvenes de su edad su estancia en la ciudad.
Robert la dejó instalada en el alojamiento de chicas de la escuela y se despidió no sin antes dejarle su número telefónico para cualquier cosa que necesitara. Esas habían sido las instrucciones de la tía Annette.
Además de haber ganado una beca por sus logros con el equipo de natación, Mei-Ling llegó con excelentes referencias académicas para sus profesores, por lo que inmediatamente logró adaptarse al ritmo de la nueva escuela.
No podría decirse que fue la mejor época de su vida, porque no es fácil ser una adolescente en un país extraño, pero el ser una chica aplicada y el hecho de ganar cada competencia en la que participaba le permitía ser parte del grupo de chicas populares de la escuela.
No es que haya hecho grandes amigas, pero una de ellas Linda Sultán, quien se encontraba de intercambio también, procedente de Turquía, se convirtió en su mejor amiga y confidente.
Tenían muchas cosas en común, ambas procedían de hogares conservadores y sus padres se dedicaban al mismo negocio, así que fue muy fácil que se llevaran bien.
El año escolar transcurrió muy tranquilo, entre logros académicos y deportivos, una que otra escapada al centro de la ciudad en las que contaban con Robert para que las llevara y estuviera pendiente de su seguridad.
Lo más cercano que tuvo a un hogar mientras estuvo en la ciudad eran Robert su chofer, su esposa Susan y su amiga Linda.
Algunos fines de semana que tenía libres los pasaban con ellos. Iban de paseo al campo, a conocer algún museo o a cenar en algún restaurante. En algunas ocasiones se quedaban a dormir en la pequeña casa que ocupaban dentro de la propiedad de la tía Annette, pero Robert se encargaba de llevarlas muy temprano a la escuela para evitar que los parientes de Mei-Ling se dieran cuenta.
Éstos definitivamente eran una familia muy complicada.
Poco antes de finalizar el año escolar Mei-Ling le solicitó a Robert le preguntara a la tía Annette si ella podía visitarla, pues no quería regresar a Beijing sin siquiera haberla conocido.
Su hijo, Ruben, se mostró bastante reacio ante esta idea, pues su madre ya era mayor y no le permitían tener muchas visitas con el pretexto de guardar su salud.
Sin embargo Rose, su hermana, no consideraba que fuera un problema, después de todo ya faltaba muy poco para que la chica terminara su tiempo en la escuela y regresara con su familia a Beijing.
Por esta razón le dijo a Robert que Mei-Ling podría visitar a la tía el siguiente fin de semana.
Cuando llego el día de visitar la casa de sus parientes Mei-Ling estaba muy emocionada pero también nerviosa. No sabía si su familia tan estirada la recibiría de buena manera, pero ella no podría estar tranquila si se marchaba de Londres sin haber entrado a esa casa y saludar a la tía, y de paso demostrarle a sus primos que ella eran tan familia como ellos.
Robert la recogió en la escuela y llegaron a la casa alrededor de las 4:00 pm. Mei-Ling acomodó su falda mientras Robert abría la puerta y la hacía pasar a un recibidor pequeño con un armario enorme para dejar los abrigos. La chica se retiro la chaqueta y la puso lo más alto que alcanzaba.
Una joven doncella se acercó a ella y le dijo
-Sígame señorita, su tía la espera en la sala del té.
Mei-Ling siguió a la joven mientras contemplaba la casa disimulando su asombro. Era una casa enorme y muy hermosa a pesar de ser antigua. Las paredes se encontraban adornadas con cuadros y en algunas el papel de colgadura se encontraba muy bien conservado a pesar del tiempo.
Hermosas y antiguas lamparas colgaban de los altos techos y a la mitad del enorme hall descansaba una hermosa escalera acaracolada.
La doncella le señalo un salón al final del pasillo y Mei-Ling entró cuidadosamente. Era un salón de regular tamaño, con una pequeña biblioteca en el fondo. Una mesa para servir el té se encontraba en el centro del lugar y dos sillones antiguos al lado y lado de la misma.
La tía Annette se encontraba de pie mirando por uno de los enormes ventanales detrás de un hermoso biombo antiguo con labrados orientales; al escuchar el sonido de la puerta giro hacia donde se encontraba de pie Mei-Ling.
Era una mujer mayor, seguramente pasaba los 70 años, pero aun así se notaba que había sido una mujer muy hermosa.
-Buenas tardes tía Annette- saludo Mei-Ling inclinando un poco su cuerpo.
La anciana se acerco con pasos lentos hacia la chica mientras decía
-Oh querida, acércate...
Mei-Ling se acercó a la mujer y ésta le dio un abrazo
-Eres una linda jovencita, ven siéntate conmigo y tomemos un té- decía mientras la doncella servía dos tazas.
-Has tardado en venir a visitarme querida- dijo la tía en tono de reclamo, -pero lo entiendo, mis hijos no son fáciles y los problemas por los que pasa la familia no ayudan a que sean más amables- añadió.
-Lo siento tía Annette- dijo Mei-Ling, -no quería ser inoportuna y además pensé que no querías conocerme- expresó.
-¿Por qué no querría hacerlo?- preguntó la tía algo extrañada la mujer.
>> Ohhh\, entiendo...-exclamó -es por haberte enviado al dormitorio escolar... pero no querida\, no pienses eso... -decía la mujer mientras sorbía su té.
>> Este ha sido un año muy difícil\, estuvimos a punto de perder esta casa y eso hubiera sido la muerte para mi.
>> ¿Sabes?- dijo la anciana- ésta ha sido la casa de mi familia por 200 años.
>>Mis padres\, celebraron su boda en ese jardín- mencionaba mientras se ponía de pie y le hacía señas a Mei-Ling para que la siguiera a una repisa con varias fotos antiguas.
La abuela señaló una foto de la boda donde estaba toda la familia y señaló a un hombre junto a una mujer asiática.
-Este es el tío Martin Spencer, tu bisabuelo y ella su esposa, Jia-Li.
Mei-Ling se acerco para observar mejor la fotografía.
-Era hermosa- dijo la chica -y él era muy guapo...
-La familia no estuvo muy de acuerdo con ese matrimonio y cuando el tío Martin falleció repentinamente, no fueron muy amables con Jia-Li- continuaba la dama, -no consideraron que estaba embarazada cuando le pidieron que regresara a China -expresó mientras regresaba a su asiento.
>>Mi padre por el contrario\, no estuvo de acuerdo con el actuar de la familia\, quienes dilataron la lectura del testamento del tío Martin hasta cuando Jia-Li se hubiera ido de Londres. Por eso el hizo un cálculo de cuanto dinero podría haber dejado su hermano a su viuda y se lo entregó junto con las escrituras de dos propiedades en Beijing.
>> Mis padres apoyaron a Jia-Li en su regreso a su país y se prometieron que estarían en contacto y que procurarían que sus descendientes también lo hicieran- dijo la anciana mientras se recostaba al espaldar del sillón\, -es por eso que estás aquí\, en Londres.
Mei-Ling se sentía muy agradecida con la tía Annette por contarle esa parte de la historia de su familia.
-Ellos son mis hijos Ruben y Rose. No han tenido hijos... Rose nunca se casó y Ruben enviudó muy rápido y jamás volvió a casarse -dijo la anciana tristemente, -así que tu eres lo más parecido a una nieta -mencionó con una sonrisa.
Mei-Ling sintió ternura por esta dulce anciana y se conmovió ante la soledad que la rodeaba. Se levantó de su sillón y acercándolo hasta la mujer le dijo
-Siento mucho no haber venido antes tía Annette, y lamentó haber mal interpretado el que me hayas enviado a los dormitorios de la escuela,- dijo Mei-Ling con algo de culpa en su voz.
>> Pero aún me quedan dos semanas de escuela\, prometo visitarte el próximo fin de semana para despedirme como es debido- dijo la chica con una sonrisa.
Mei-Ling escuchó pasos que se acercaban al estudio y volteó para ver la puerta abrirse. Una mujer ingresó y dijo
-Oh madre, tienes visita -mientras observaba a Mei-Ling con una mirada despectiva.
-Rose querida- dijo la anciana- ven entra, conoce a Mei-Ling.
-Hola- saludó secamente la mujer.
-Mucho gusto- respondió la chica poniéndose de pie.
-No es necesario que te levantes- expresó Rose -no me quedaré mucho...
-Madre -dijo la mujer dirigiéndose a la anciana- recuerda que debes evitar las emociones, por tu salud- añadió la mujer mientras salía del salón y cerraba la puerta.
La anciana se percató que la actitud de Rose había afectado a su invitada, por lo que dijo
-No le prestes atención a Rose, siempre ha sido muy poco emotiva.
Mei-Ling y su tía continuaron conversando por un rato más, hasta que Robert llamó a la puerta para informarle que ya era hora de regresar al dormitorio escolar.
La chica se levantó y abrazó a la tía Annette, prometiéndole que el siguiente fin de semana volvería a visitarla.
Y así lo hizo. En esa ocasión la tía abuela la recibió en el hermoso cenador que se encontraba en el jardín posterior de la casa.
Se notaba que el aire fresco le sentaba muy bien. Tomaron el té, conversaron y Mei-Ling le contaba anécdotas de la escuela que hicieron reír a la tía Annette.
Poco antes de despedirse la abuela tomó una caja que se encontraba colocada en la mesa al lado de la tetera. Sacó una pequeña llave que llevaba colgada en un collar en su cuello y abrió la caja. Sacó un hermoso camafeo de plata y lo abrió.
-Quiero que le entregues esto a tu madre- dijo mientras extendía su mano hacia la chica.
Mei-Ling lo abrió y dentro había una foto de sus bisabuelos Martin y Jia-Li.
-Jia-Li lo dejó olvidado en la habitación que ocupaba en esta casa. Estoy segura que siempre quiso recuperarlo, y creo que es tu madre quien debe tenerlo.
-Es hermoso...
Dijo Mei-Ling, mientras lo cerraba y apretaba con fuerza en su mano.
La chica se acercó a su tía y le dio un fuerte abrazo y un beso en la frente. Conversaron un rato más hasta que llegó el momento de despedirse. Esa sería su última semana en Londres.
Al momento de marcharse de la escuela, Mei-Ling se despidió de sus compañeras más allegadas, especialmente de su mejor amiga Linda. Ambas se despidieron con mucha tristeza y prometieron estar siempre en contacto y hacer todo el esfuerzo para volver a encontrarse.
Mientras se dirigía en el coche hacia el aeropuerto no podía evitar sentirse triste por la tía Annette y por despedirse de su amiga Linda.
Mei-Ling regresaba a su país llevando consigo el mejor premio que hubiera podido obtener durante su estadía en Londres, la recomendación de un miembro del Comité Olímpico para ingresar al equipo de su país que participaría en las próximas olimpiadas.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 134 Episodes
Comments
Serendipity
Lindo personaje...
2022-02-11
2