Era un hermoso día, en la hermosa capital de sicilia, todo era tan tranquilo como si alguien controlaba palermo, todo era paz, pero en una de las casas, se encontraba tres hombres honorables de la mafia, todos estaba al rededor de don Astorres, estaba sus tres aliados de los años como mafioso
Don astorre era un gran capo de sicilia, nadie podía cometer un delito sin que el gran don se enteraba, no podías violar a la hija de un campesino sin que el don astorre se enterara, los bancos no podían robar a un pobre campesino sin que don astorre interfiriera.
Era muy respetado, ayudaba a quien lo necesitaba y lo merecía, tras sus años de vida, conoció a una hermosa mujer, que lo facino con su belleza y dotes, desde que la vio no pudo sacarse a esa hermosa mujer, no desperdicio ni un solo día para ir a cortejar a esa mujer que lo volvía loco, con esos ojos verdes como los olivos que el sembraba, y ese pelo castaño claro, pasaron un años, y el don se caso con esa hermosa mujer
Después de tres años tuvieron una hermosa niña, igual a su madre, unos ojos como los olivos, y su pelo negro como la oscuridad, eran muy felices, lastima que la felicidad no les duró mucho tiempo, la esposa del don murió a causa de un tumor en su cerebro, quedando el don astorre solo con su hermosa hija, tras la muerte de su mujer, el se vio muy afectado, lo único que lo mantenía con vida era su hija, el fruto del amor con esa hermosa mujer.
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El don enfermo, esto ya era definitivamente su partida, había mandado a llamar a su colegas de sus años como mafioso, todos miraba al don esperado que les digiera por que los mando a llamar, el don miraba fijamente a sus tres socios, más que socios amigos, los miraba seriamente, analizando con quien se quedaría su pequeña hija, confiaba en ellos plenamente, esperando la respuesta de los tres
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