—No te preocupes, él te quiere y no te fallará —le respondo, intentando darle ánimo, mientras hablamos dentro, el profesor comienza la clase.
Dos horas después..
Las clases ya terminaron y estuvieron muy aburridas. En este momento, me dirijo al supermercado en el que trabajo. Llevo trabajando ahí tres años y, con el tiempo, me he hecho amiga de la dueña. Mientras voy caminando, no dejo de pensar en lo que me dijo Amelia antes de irme.
Flashback
—Oye, Ada, mi novio nos invitó a una fiesta en la casa de unos amigos de él, ¿qué dices, vamos? —me pregunta Amelia con una sonrisa.
La miro y me quedo pensando si ir o no ir. Cuando ella vuelve a hablar:
—Y bien, Ada, ¿vas a venir a la fiesta? —me dijo Amelia con una gran sonrisa.
—No sé, tengo mucho que hacer —le respondo.
—Vamos, Ada, tú nunca sales, siempre estás en tu casa o en el trabajo, no te diviertes —Amelia pone una carita de cachorrito y con eso me convenció.
—Está bien, nos vemos el domingo en tu casa —respondí, cogiendo mi mochila y dirigiéndome a la salida.
Fin del Flashback.
Y aquí me tienen, pensando en cómo voy a mentir para no asistir. Después de caminar una hora, ya estoy en mi trabajo.
Voy entrando al supermercado cuando Laurel me saluda. Laurel es una chica morena, con cabello rizado, cintura perfecta y una hermosa personalidad.
—Hola, Ada, ¿cómo te fue? —me pregunta Laurel, mi jefa. Ella es seis años mayor que yo y es una gran persona.
—Muy bien, gracias, ¿y a ti? —le respondo con una sonrisa.
—Bien, me alegro. Puedes ir a ver si está todo lo que pedimos —asistí con la cabeza y me dirigí hacia la bodega, en la cual pasé toda la tarde. Al terminar, me voy a casa.
Una hora después, ya estaba en mi casa. Me adentré en la casa y vi todo apagado, sin ningún ruido. Además, mi madre está con su esposo en una fiesta. Subo las escaleras, entro a mi habitación y me llega una sensación tan grande de soledad que me acuesto en la cama y me quedo dormida.
Sueño:
Estoy en una hermosa cena con un montón de personas, pero a mi lado está mi papá con una linda sonrisa. De repente, me abraza y empiezo a hablar.
—Papi, te extraño, ¿por qué te fuiste? —le digo con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta.
—Mi bebé, no llores, sé valiente y lucha. Tú eres fuerte, no te dejes caer —mi papá me miraba y pude ver mucha felicidad y admiración en sus ojos—. Estoy muy orgulloso de ti, tú eres mi gran logro.
Lo miro con lágrimas de felicidad. No puedo creer que lo vuelva a ver, esto es tan irreal. Me doy la vuelta porque siento que alguien me llamó. Cuando me volteo, me encuentro con mi madre, llena de sangre, señalándome y diciendo:
—Tú, tú eres la asesina, maldita asesina —diciendo esto, sale corriendo hacia mí con un cuchillo y me apuñala.
Fin del sueño.
Me despierto muy agitada y con lágrimas en los ojos. Decidí levantarme y mirar por la ventana de mi cuarto. Me doy cuenta de que todavía está de noche. Cojo el celular y veo la hora: son las 3:30 a.m. Trato de tranquilizarme y me voy a la cama nuevamente.
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