Capítulo 4 La ducha

Margarita Llevó a Irene a la que iba ser su habitación a partir de ahora, era un cuarto pequeñito, tenía una ventana que daba hacia el patio trasero, una camita individual y un baño sencillo, realmente tenía sólo lo necesario. Pero Irene al verlo se sintió que estaba en un cuarto de princesa, ella estaba acostumbrada a dormir en un catre y en medio de la pequeña salita de esa casa fabricada de bahareque, que además no tenía baño sino una pequeña letrina al final del patio y para bañarse lo hacía con pipotes de agua que guardaban en la parte trasera de la casa.

Realmente la extrema pobreza en la que vivían era deplorable y ella había crecido en medio de ese ambiente y no conocía otra cosa, su mundo se limitaba a ese pequeño pueblito. Por esa razón nunca le hizo falta vivir de otra manera.

Irene observó la habitación maravillada, se sentó en la cama y empezó a brincar para luego acostarse y no podía creer que allí iba a dormir a partir de ahora. Le dijo a su madrina:

- Ay madrina qué suavecita está la cama, mira como me hace brincar y estás sábanas son suaves como una seda. De verda' voy a dormi' aquí?

- Y aquí que hay Madrina? (cuando abrió y se dió cuenta de que era un baño se impresionó aún más)

- Ese es el baño Irene (dijo su Madrina)

- Quéee el baño? (preguntó asombrada) pero un baño sólo pa' mi?

- Si Irene este cuarto y este baño son tuyos mientras vivas aquí. Así que te agradezco mucho que lo mantengas todo limpio y en orden, mira que la patrona es muy estricta y de vez en cuando pasa a revisar el área de la servidumbre.

- En serio madrina es pa' mi solita qué felicidad y dónde está el pipote de agua pa' uno bañase? (preguntó ingenuamente)

Margarita Dió un suspiro de no poder creer que su ahijada fuera tan ignorante de las cosas más básicas de la vida cotidiana.

- Mira Irene aquí no vas a necesitar pipotes de agua para bañarte, ves éstas dos llavecitas que están acá en la pared? pues ésta de la derecha es del agua fría (y la abrió saliendo por la regadera agua pura y cristalina y no como la de los pipotes que ella tenía en su casita que mantenían el agua amarillenta) y ésta otra llave de la izquierda es para el agua caliente, así que tienes que tener mucho cuidado cuando la vayas a abrir porque puedes quemarte si no la graduas.

Irene estaba impactada viendo todas esas maravillas que ella a su edad no conocía y que jamás disfrutaría en ese pueblo.

- Bueno Irene te dejo para que te des un baño y te cambies, mientras yo voy a ir a mi cuarto a hacer lo mismo. Cuando termines no vayas a salir de la habitación, espérame aquí a que yo venga a buscarte, está bien? porque después quiero que conozcas a los patrones.

- Está bien madrina como tú digas.

Irene se quedó en su cuarto con una sonrisa que no le cabía en el rostro, se sentía como una princesa de cuentos, no dejaba de admirar todo lo que se encontraba a su alrededor, era realmente fascinante y sentía que podía quedarse a vivir allí toda la vida.

Se quitó la ropa que traía y se metió corriendo al baño, estaba ansiosa por probar la ducha, eso era algo nuevo para ella, abrió ambas llaves del agua y se metió, empezó a brincar como una niña, era la primera vez en su vida que no se bañaba con tobitos de agua. Pensó que si así comenzaba su vida en la capital, entonces ella iba a ser la mujer más feliz de la tierra.

Su inocencia hacía que cosas tan insignificantes como esas, ella las viera como algo fuera de este mundo.

Y justamente tanta inocencia en ella y sobre todo belleza y juventud, eran un peligro muy grande y de eso estaba consciente su madrina Rosario, ahora más que nunca ella tenía que proteger y cuidar a su ahijada como se lo prometió a su comadre María .