Claudia
Se levanta de la silla indicándole la salida
con ambas manos.
-Así me encantas gatita, salvaje-. Dice
relamiendo sus labios.
-Te pago por trabajar, no por adularme-. Se
sienta mientras el chico cierra con fuerza la puerta-.
-No sé cómo la gente es así, gente de mierda-.
Da un sorbo a su café girando de nuevo a la ventana, al asomarse, miró a un
chico alto, vestido andrajoso. Delgado y cabello largo a los hombros, quiso ver
su rostro. Toma otro sorbo, y al mirar de nuevo, él ya no estaba ahí. Sacudió
su cabeza pensando que estaba alucinando. – Mierda, estoy viendo cosas. Pero
tengo tanto trabajo hoy, y ahora resulta que me invitan a salir, con tal de no
trabajar. ¿Qué pasa por sus cabezas?
Abre su computadora y la enciende, ve unas
hojas y pone en marcha sus labores escribiendo esto, contestando aquello,
viendo papeles, la rutina de todos sus días.
Mira hacia la ventana y ve que comienza a bajar
el sol, cuando suena su teléfono sobresaltándola. – ¿Hola?-
-Hija, ¿Cuándo vendrás a verme?- suena una voz
apagada del otro lado.
-No sé, tengo demasiado trabajo-. Dice tomando
más hojas entre sus manos, recargando el teléfono entre el hombro y su oreja.
-Pequeña, no dejes que el trabajo te consuma
como lo hizo conmigo, no te pierdas como perdí a tu madre-.
-También yo la perdí, por si no lo recuerdas,
te encargaste de recriminármelo todos los malditos días-. Cuelga la llamada de
golpe. –Todos los días es lo mismo-, resopla – yo también los perdí… a ambos-.
Su vista se nubla y cierra su portátil, lo coloca en su bolso y se dirige a la
salida.
Al llegar a su auto, se siente observada. Había
pocos coches en el estacionamiento, al abrir la puerta sintió unas manos rodear
su cintura.
-Salvaje, te dije que no dejaría que me
rechazaras-. Dice Dorian girándola y pegándola a su pecho.
- ¿No tienes alguien más a quien joderle la
vida?-
-No eres más que una gata arrastrada, pidiendo
a gritos que te coja-.
-Vaya, soy tu jefe y no temes quedarte sin
trabajo-.
-Oh vamos, ¿A qué te resistes? Sabes que lo
quieres- agrega pegando su bulto al vientre de la chica-.
-Eres un asqueroso-.
-Lo quieres nena, lo dice tu cuerpo-.
- ¿Y así esperas que salga contigo?-
- Sabes que quieres Claudia-. Relame su labio
inferior, levantando la barbilla de la chica con una mano, estampando sus
labios en los de ella.
La chica fue muy astuta, al sentir el cuerpo de
Dorian tan relajado, con sus manos lo empujo del pecho, levanto su rodilla
pateando sus partes bajas, lanzándolo al piso. – Zorra- Dice cayendo al piso.
-Jamás seré tuya, esperare tu renuncia, no
olvides que hay cámaras, a menos que quieras enfrentarte a una demanda e ir a
la cárcel por acoso-. Tomó sus llaves y subió a su coche, cerrando fuerte la
puerta y arrancando veloz.
Estaba comenzando a oscurecer, cuando Claudia
se adentraba en el tráfico de las calles. Pensaba en todo y no pensaba en nada.
Paro en un semáforo y cuando la luz cambio a verde, recordó esos ojos.
-Vaya que día, debí suicidarme cuando era
joven, no era mala idea después de todo, no tendría que soportar nada, ni a
nadie.
Paró de camino a casa a comprar algo de comida
china para cenar, siempre se saltaba comidas en el día.
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