Zia
Vivir en Roma no es tan bello como suelen decir. Aquí, los jóvenes se comportan como adultos y los adultos como jóvenes. Tenemos que sobrevivir escondiendo nuestra verdadera apariencia, esa es la única manera de hacerlo.
Vestimos costosos zapatos de Chanel, llevamos vestidos de diseñadores famosos y bolsos de piel sintética, pareciendo unos auténticos impostores. Usamos los autos más nuevos del año y a menudo gastamos dinero en cosas completamente innecesarias.
En mi caso, tengo un horario estricto: debo llegar a casa a las nueve en punto de la noche, siempre acompañada por mi hermano Alessio. Solo puedo utilizar el automóvil para ir a la escuela y se me permite comer frituras solo una vez al mes, y debe ser media bolsa de 46 gramos. Además, puedo decir la palabra "tonto", que es la única palabra malsonante que conozco. Mi dieta se basa en verduras y una pechuga de pollo.
Me inyecto botox para que mis labios no parezcan demasiado simples. ¿Lo ven? Aun así, ¿quieren pertenecer a la élite más famosa de Italia? Créanme, no es agradable ser parte de esto, ni lo será.
Podría seguir enumerando más y más razones por las que no quiero ser hija de un gran empresario. Todo apesta, incluso mi nombre. ¿Zia? En todo caso, podrían haberme llamado Sandía.
Oh, miren quién viene entrando, la dama de la hipocresía, Francesca Bianchi, alias mi mamá. Con su cabello rubio perfectamente peinado y su vestido de seda, parece sacada de una revista de moda. Sus ojos azules, fríos y calculadores, escudriñan cada rincón de la habitación con una expresión de superioridad.
—¿Has tomado tus vitaminas? Hace una semana que no te las tomas y... —interrumpo a mi madre.
—"Me desnutrí por mi falta de interés en las cosas que podrían salvar mi vida" —repito lo que siempre dice mi madre—. Ya lo sé, ya me las tomé. Puedes estar segura de que no moriré, al menos no hoy.
—Te lo advierto, Zia, no quiero alfombras manchadas. Todas las de esta casa son nuevas y no quiero manchas. En todo caso, que sea algo discreto, fuera del país. No quiero un drama en toda Roma para esta respetable familia —¿ven? ¿Acaso sus madres les dirían eso? La mía sí.
—Créeme, las cortadas no me gustan. Más bien sería un juego del ahorcado. En fin, me largo —le aviso, tomo mi mochila y salgo dando un portazo.
Subo a mi auto, sí, como bien dije, último modelo. Comienzo a conducir despacio, no queremos que un policía nos detenga y seamos las próximas "ladies" que aparecen en YouTube. Ya saben, papá se enoja.
Conduzco por las apretadas pero hermosas calles de Roma hasta llegar a la Scuola Santander, un instituto personalizado para alumnos con una gran posición económica, donde los profesores babean al ver a los estudiantes o, en este caso, los sacos de dinero. Cuanto mejor nos traten, más propina reciben. ¿Ahora entienden a lo que me refiero? Ah, y aclaremos, no soy popular, pero tampoco una nerd. Simplemente me mantengo al margen, seria con todos.
¿El problema? Soy la nueva, me cambié de escuela. Y en eso se resume mi vida. Ser una Bianchi significa someterme a las decisiones de los demás, no opinar si no se me pide mi opinión y, sobre todo, callarme, siempre callarme.
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Comments
Alba Hurtado
así era antes puras apariencias,no podía nacer un niño sin los padres estar casados le gritaban bastardo ,la mujer ya no valía nada tenía que ser virgen o si no la devolvían porque parecía como la coca ola estaba destapada como si la necesitaban virgen para prenderles velas y ponerla en un altar, 🤣😂🤪😜🤣
2022-06-06
1
Inirida Contreras
me gusta
2022-05-14
0
Zulma Zazueta
bueno en esta vida hay de todo espero y está niña encuentre quien la quiera
2022-04-23
0