-Un gusto tenerlo aquí rey Arthur, gracias por acudir a mi llamado, le viviré eternamente agradecido.
Saludaba amablemente el rey Marco al ver entrar por las enormes puertas del castillo, a aquel hombre alto de cabellos rubios y ojos verdes.
-El gusto es mío rey Marco, me hubiese gustado que hubiera sido con otro motivo y no en esta lamentablemente circunstancia.
Respondía al ver aquel hombre de cabellos castaños y tupida barba.
-Si también hubiese querido lo mismo, lastimosamente, como decia en mi llamado mi esposa quién recién trajo al mundo a nuestra pequeña, está delicada de salud ya que se adelantó el parto, la nena está más que bien, si la viera es hermosa.
Dijo el hombre con la mirada llena de amor, lo cual hacia que el rey Arthur sonriera pues el pasaba por lo mismo con su pequeño primogénito.
-Me gustaría poder conocer a la pequeña, claro si no es molestia alguna, en cuanto a su esposa quisiera verla de inmediato.
-Claro sígame, por favor y de nuevo gracias.
Los hombres se dirigieron hacia la parte privada del castillo, donde se encontraban los aposentos de los reyes y familia real. Al entrar a la habitación principal el rey Arthur no quedó deslumbrado ya que sus aposentos prácticamente y de cierta manera eran parecidos, a diferencia de la iluminación, pues en el mundo mágico las habitaciones de la realeza eran iluminadas por un hechizo que otorgaba a la habitación de ciertas características, en el día eran como rayos sutiles de sol y en la noche se asemejaba a una noche llena de estrellas que transmiten una paz y tranquilidad para descansar.
-Un gusto conocerlo rey Arthur.
Dijo casi pereciendo la joven de melena negra pero de tes blanca y ojos grises que se encontraba en la cama, ella era la reina Elizabeth, su belleza era muy notoria y transmitía un aura difícil de descifrar, esto dejo confundido al rey Arthur.
-El gusto es mío, no se moleste en hablar.
Ella solo respondió con una sonrisa muy delicada.
El rey Arthur empezó a dibujar runas por el cuerpo de la mujer, se notaba que estaba muy débil pues al momento de dibujarlas el cuerpo las absorbía de inmediato. Las runas que dibujaba eran para curar todo el cuerpo, solo era cuestión de que el cuerpo reaccione a las mismas, bastaron solo dos horas para que la reina este fuera de peligro.
Es cuando presentaron a la princesa Ariana al rey Arthur.
-Es realmente hermosa._Dijo este cuando la vio_Puedo cargarla?_Pregunto.
-Claro con gusto_Respondieron en unísono Marcos y Elizabeth.
-Ud tiene hijos?_Pregunto Marcos.
-Si, mi pequeño príncipe, tiene la misma edad que su pequeña.
El escaneo detalladamente a la pequeña y en efecto ella tenía dibujada la misma runa, a diferencia de Erick está la tenía en la clavícula muy sutilmente marcada, confirmado ella era la elegida. Lentamente devolvió a la pequeña princesa a su madre.
-Rey Marco necesito hablar con UD en privado._Dijo este con una seriedad que aterraba.
-Claro sígame.
Lo llevo a una pequeña sala.
-Quiero algo a cambio por la ayuda prestada.
Soltó de repente el rey Arthur, esto hizo que el cuerpo del rey Marco se tense de repente.
-Cual es el precio?_Respondio.
-La mano de su hija, ella al crecer deberá casarse con mi hijo.
-No creo que forzar una unión desde esta edad sea lo indicado.
-Solo eso pido a cambio de haberle salvado la vida a su esposa.
-Entonces que así sea, pero con una condición.
-Cual?
-Que si ella no acepta no la voy a forzar.
-Eso lo veremos, aún así ella queda comprometida a mi hijo.
Sin más que decir los reyes se despidieron, sin antes hacer un hechizo el cual comprometía a ambas partes.
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Comments
Daniela Parada
Interesante
2021-07-30
1