Roja como una flor, con espinas que la atraviesan sin piedad ni remordimiento.
Ciertamente no es puntual en sus visitas, y aun así regresa cada mes, desfilando con su resplandeciente vestido rojo.
Con un cuchillo en la mano para atacar y apuñalar, eso sí, si no pisotea el pobre jardín con sus tacones de marfil, afilados como las espinas de rosa en su cabello castaño hasta los hombros.
Le gusta torturar, ¿verdad? Tiene sus víctimas favoritas a las que mantiene a su lado durante semanas, hasta que se cansa y pasa a la siguiente.
El sufrimiento es su sustento, haciéndoles sufrir tanto física como psicológicamente.
Debe ser divertido ver el sufrimiento de tantas almas así.
¿Quién le ruega a la Dama de Rojo que se vaya? ¿Lo hará?
No, se quedará hasta que se arrodillen a sus pies y le supliquen que cese el dolor.
E incluso después de eso, sabes que regresará el mes que viene. Y lo mismo ocurrirá repetidamente.
Hasta su muerte.
La Dama de Rojo plantará sus rosas y observará con una sonrisa cómo las espinas se clavan en sus víctimas.
La única manera de escapar de este dolor es cortar el mal de raíz; debes arrancar las espinas y atacar con ellas a la Dama de Rojo.
¿Pero podrías? ¡Claro que no! La rosa está en su interior.
Al arrancar las espinas, también arrancarás la rosa, impidiéndole generar vida.
¿De verdad vale la pena el sufrimiento? Dicen que la Dama de Rojo es misericordiosa con quienes llevan vida en su interior.
No te visitará durante nueve meses y unas semanas.
La rosa que lleva dentro florecerá durante esos nueve meses, y ninguna espina la volverá a clavar.
Pronto, producirá una pequeña y frágil semilla que se convertirá en una nueva vida.
Esa semilla crecerá y florecerá en una hermosa, preciosa y sin espinas rosa.
Después de los nueve meses, cuando la pequeña semilla florezca, la Dama de Rojo regresará. Ahora, sin piedad, regresa para atormentar al creador de la vida con sus espinas una vez más.
Y quizás, cuando la pequeña rosa sin espinas crezca, sea la próxima víctima de la Dama de Rojo...
La Dama de Rojo lanzará la maldición escarlata sobre las demás rosas, haciéndolas florecer.
Las demás flores del jardín las llamarán "jovencitas".
Como un veneno que se ve obligado a tragar, aceptarán este título sin cuestionar sus motivos.
Sin darse cuenta, la rosa se volverá amarga y espinosa.
Hiriendo así a otros con sus palabras venenosas que escucharía de otros.
Reprendida por la Dama de Rojo:
—Las jovencitas no pueden actuar de una manera tan repugnante.
Dice la Dama disgustada, abofeteando a la rosa, que llora en silencio en medio de sus pensamientos más oscuros.
La rosa crecerá con un propósito: generar vida como las que la precedieron.
Generar y crear sus propias semillas y, así, nuevas rosas, como enseñó la Dama de Rojo.
La Dama de Rojo será paciente, pero no lo suficiente.
Regresará cada mes para comprobar si el objetivo se ha cumplido según lo ordenado. De lo contrario, sus espinas lo atacarán de nuevo sin piedad, por orden de la Dama de Rojo.
Hasta su muerte.
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