Cuando las clases estaban por terminar, la voz de una de sus compañeras lo sacó totalmente de ese estado. No le hablo directamente, ni lo toco, pero hizo una pregunta que captó su completo interés.
–¿Por qué hay tantos carteles que prohíben la entrada al bosque?
Nadie se preguntaba porque no se podía entrar a las profundidades del bosque, al igual que nadie se preguntaba porqué es mal visto comer ciertas comidas en el desayuno, o porque la cena es después de las diez de la noche. Nadie se lo discutía, se lo enseñaban desde tan pequeños que lo veían como algo más de la vida, como que es necesario tomar algo para evitar morir deshidratado.
Cuando escuchó a su compañera preguntar a la profesora de historia, no pudo evitar hacerse la misma pregunta. Además, quería aprovechar ese momento de concentración antes de que la realidad se volviera a distorsionar.
–En realidad, nadie sabe muy bien lo que sucede, solo se sabe que desde hace más de treinta años cosas extrañas suceden.
No pensaba seguir hablando mucho, pero al ver la atención de todos los alumnos, decidió seguir.
»Muchas personas empezaron a ver sombras, luces y escuchar sonidos extraños, además que la vegetación en algunas áreas cambiaron. Los árboles son muy grandes, o por el contrario son muy pequeños o que las hojas de las plantas empezaban a mostrar patrones inusuales, se movían como si tuvieran vida propia. Pero claro que todo aquello son simples rumores, muchas personas han querido estudiarlo pero nunca lograron llegar a un…. Acuerdo–había sido difícil saber qué palabra usar, si decía la verdad se estaría contradiciendo con su idea de que nada de eso era verdad, y tampoco quería hacer que alguno de sus alumnos sintiera la curiosidad de ir. No, jamás se perdonaría si alguna persona terminaba como el resto de los que fueron ahí–, en lo personal creo que ahí hay ciertas plantas que causan alucinaciones al respirar cerca, lo que ocasionó todo esos rumores exagerados, esto explicaría varias de las muertes de los investigadores.
sonó bastante convincente, especialmente por la forma tan segura en cómo hablaba. Al final todos los alumnos le creyeron y siguieron con su clase sin ninguna otra pregunta del tema. Pero para Javier esa respuesta no era lo suficientemente buena, ¿Por qué nadie hablaba de todas esas rarezas? Le parecía extraño que nadie lo hiciera, y más raro le parecía que los conspiranoicos no hubieran hecho al menos una teoría.
“Debo ir a ese bosque” ese fue su último pensamiento antes de que la realidad volviera a distorsionarse.
……………
El sol había caído varias horas atrás, Javier ya había terminado de vivir su para nada incómoda cena…
No tenían problemas familiares, pero no eran el mejor ejemplo de una familia unida. En pocas palabras, cada uno hacía lo que quería, mientras no perjudica a alguien más todo estaría bien, y en parte era por esa razón de porque nadie le había preguntado de su apariencia tan descuidada.
¿Porque su piel al igual que su cabello cada vez se volvía más transparente?
¿De dónde salían tantas ojeras? Insomnio no era, ¿estaba enfermo?
¿por qué sus calificaciones habían bajado tanto en comparación a los otros años?
¿Cuándo fue la última vez que sus amigos fueron a visitarlo?
Y muchos menos, se habían dado cuenta que a veces podía pasar más de 48 horas seguidas durmiendo.
Antes de todos esos sueños, tenía una vida bastante igual a la de sus compañeros, sacaba buenas calificaciones, se preocupaba por su futuro, hacía un poco de deporte al salir de la escuela y se juntaba mucho con sus amigos. Después de empezar con sus sueños extraños, todo eso dejó de tener sentido.
Ya no se sentía cómodo haciendo deporte.
Tampoco estando con sus amigos ¿Realmente eran sus amigos? De un día al otro los sintió como simples desconocidos, cuando trato de hablar de sus problemas solo lo llamaron loco y que debía dejar lo que sea que estuviera fumando, desde ese entonces se dio cuenta que no eran realmente sus amigos, solo personas con las que podía pasar un buen rato, nada más.
“Deja de pensar en eso…Pasado pisado.”
Terminó de revisar su mochila asegurándose de tener todo.
Linterna, en caso de que su celular se quedara sin batería, listo.
Machete, por si hay que abrirse paso entre la maleza.
Pinzas grandes, para cortar un candado, listo.
Celular, listo.
Una vez se aseguró de que tuviera todo, agarró la mochila y se la colgó en los hombros, acomodó las correas para asegurarse de que no fuera incómoda, y cuando terminó abrió la ventana de su habitación de par en par para poder salir lo más rápido posible.
Cuando lo logró pudo sentir el frío de la noche chocando con su rostro, una extraña sensación lo invadió, todo su ser le estaba gritando que estaba haciendo lo correcto.
“Ya estoy muerto por dentro…
¿Qué puede ser peor que eso?”
Al llegar al bosque no tardó mucho en darse cuenta que no había ningún sonido a su alrededor, sólo los causados por sus botas al pisar las hojas secas, abundaban en el piso.
Solo pudo pensar que no era buena señal, mientras recordaba un video donde decía que si no había ningún ruido en un bosque, era porque algo había causado que los animales se alejaran.
Mientras alumbra a su alrededor buscaba cualquier indicio de que algo estuviera mal. Todo lo que veía era un bosque con árboles casi sin hojas, lo común en un otoño, y casi sin caminos, lo común de un lugar que nunca es visitado.
“Tal vez no hay nada y son simples rumores. O tal vez si hay algo, pero no tiene ninguna relación conmigo.”
Mientras caminaba aquella sensación que estaba haciendo lo correcto se iba borrando, por su aburrimiento y decepción, ¿Que estaba esperando al ir a ahi? No había pensado en nada en específico, pero, ¿Un bosque sin nada? Al menos esperaba ver algo.
Sin embargo, el mundo está lleno de misterios que van más allá de la comprensión actual del ser humano. Que no podamos verlos o sentirlos no significaba que no estuvieran allí. Y en ese momento, el aire empezaba a romperse como si fuera un espejo, el débil tejido de la realidad en esa zona rozaba con otras dimensiones más allá de lo que se consideraba posible.
Sintió como sus pasos se hacían más pesados, como si algo o alguien le estuviera reteniendo los pies, al mirar para abajo no pudo evitar sorprenderse un poco al ver cómo sus pies se hundían. No sintió miedo, ni pánico, era como si una parte de él ya se hubiera acostumbrado a esto, incluso, como si lo estuviera esperando. Siguió caminando, ahora un poco más lento.
“¿Ya estuve aquí?”
Todo a su alrededor empezó a dar vueltas, el vértigo crecía mientras más imágenes aparecían en su mente e intentaba darles un orden para poder formar una historia, un recuerdo.
Era verdad, él ya había estado ahí. Antes de que las pesadillas empezaran, sus amigos lo retaron a ir al bosque como castigo por no haberse animado a invitar a salir a la chica que le gustaba. Y desde entonces es que su vida había cambiado tanto, ¿Pero por qué? La respuesta era simple, aquel bosque estaba roto, y las diferentes dimensiones y realidades se filtraban en él.
Su cuerpo se hundió en el piso y al ver a su alrededor se encontraba en el vacío. Si hubiera tenido más tiempo y hubiera prestado más atención, hubiera visto como el piso se rompía en miles de fragmentos, como un espejo.
Cada persona que pisaba ese bosque tenía un destino distinto, todo dependía de su mala o buena suerte. En el caso de Javier, fue el vacío, el intermedio de todo lo que está en la existencia, eso fue lo que lo marcó y decidió que ahora sería parte de él.
–¿Porque?
Por primera vez hablo estando ahí, un débil y casi inaudible sonido salió entre sus labios. Estaba seguro que encontraría alguna posta en el bosque, sin embargo terminó una vez más en ese extraño lugar.
–En la oscuridad se te concede un falso hogar. De él nunca podrás librarte, porque que nunca querrás salir.
Una voz sin sonido le respondió, la respuesta llegó a su mente de forma inmediata, como si siempre hubiera estado ahí.
–Un intermedio entre todo lo existente será lo que te separará de tu vida como mortal…Ruégale al caos, será el único que te escuché mientras te fusionas con la esencia de la existencia misma.
La existencia es paradójica y aquellos condenados a la oscuridad absoluta lo saben con exactitud.
–Una maldición. Puedes llamarla así, si eso te hace entender con mayor exactitud mortal.
Fueron lo último que Javier recibió, mientras se dejaba ahogar en un mar que cada vez sentía menos frío.